Es noticia
El Gobierno y la manía persecutoria del vicepresidente
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

El Gobierno y la manía persecutoria del vicepresidente

Si una de las dos partes del Gobierno se distancia de la otra, es un Gobierno partido en dos, digan lo que digan Sánchez y Montero cuando ensalzan a los medios de comunicación

Foto: El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en el Palacio de la Moncloa. (EFE)
El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros en el Palacio de la Moncloa. (EFE)

Habló la portavoz Montero en nombre del Gobierno: “Nuestro respeto a los medios de comunicación está fuera de toda duda”. Así marcó distancias respecto a la manía persecutoria del vicepresidente Iglesias Turrión por cuenta del caso Dina. Pero si una de las dos partes del Gobierno se distancia de la otra, estamos ante un Gobierno partido en dos, diga lo que diga Montero cuando ensalza la función crítica de los medios de comunicación que vertebran la sociedad, forman el criterio de los ciudadanos y forman parte de la dinámica normal en el funcionamiento de una democracia sana.

Iglesias: ''En una democracia, todos los poderes son objeto de crítica, el poder mediático también''

Eso le viene encima al Ejecutivo, como órgano colegiado, si su vicepresidente se siente perseguido por una trama de políticos, policías y periodistas que criminaliza a los pobres y a quienes quieren impedirlo. De ahí a la descripción del trastorno delirante, el paso es muy corto. Aparece sin ser consecuencia directa del consumo de psicofármacos o alguna otra sustancia. Individuos aferrados a cosas fuera de la realidad. Por ejemplo, escritores del montón que creen haber ganado el Premio Nobel o personas que huyen de peligros inexistentes. Un relato alternativo reside en el campo de la mercadotecnia. Nos remite a la creatividad de la consultora Neurona, que ya se acreditó trabajando en Bolivia para Evo Morales y para Nicolás Maduro en Venezuela.

El delirio persecutorio aparece sin ser consecuencia del consumo de psicofármacos u otra sustancia en personas aferradas a cosas fuera de la realidad

Quedan las explicaciones referidas a la arrogante egolatría del personaje. Es lógico que la parte no afectada por esas patologías quiera distanciarse. El vicepresidente se siente perseguido, pero el Gobierno no. Me consta el malestar de ministros socialistas por los “señalamientos” de Iglesias a ciertos periodistas como supuestas terminales de las fuerzas del mal. Y por el empeño en hacernos creer que el objeto de la conjura es un Gobierno que no se siente en absoluto amenazado. Tampoco siente la necesidad de defenderse de ninguna trama, más allá de la legítima pugna política entre opciones diferenciadas.

Me consta el malestar de ministros socialistas por los “señalamientos” de Iglesias a periodistas como supuestas terminales de las fuerzas del mal

En relación con el robo del teléfono móvil a Dina Bousselham, el Gobierno se limita a respetar el trabajo judicial, mientras que Iglesias se aferra al papel de virgen ofendida, en abierta contradicción con las sobrevenidas tesis del juez García-Castellón, que le ha retirado la condición de 'perjudicado'. La realidad no acaba de ajustarse, mecachis, a su papel de indefensa víctima de las cloacas del Estado. Su respuesta no es la dimisión, el perdón o la exculpación. Su respuesta siempre es un ataque, sin molestarse en desmentir que también él manipula y huele a cloaca. O, en el mejor de los casos, a chismografía nacional alimentada por él mismo. Por parte del Gobierno, ni media palabra de adhesión al argumentario de Iglesias. Ni en la portavoz Montero ni en las declaraciones de Sánchez el lunes en Lisboa.

"¿Cree que Sánchez comparte sus ataques a los medios y los supuestos enemigos del Gobierno?", le preguntaron a Iglesias, que recuperó su tono de monja limosnera ante los periodistas tras el Consejo de Ministros del martes. “Una buena pregunta para hacérsela a él”, dijo. Fue su momento lúcido. Tampoco nos llevaríamos ninguna sorpresa llegado el caso. Sánchez no desautorizará en público a su vicepresidente, aunque tampoco secundará sus agresivos argumentos.

Habló la portavoz Montero en nombre del Gobierno: “Nuestro respeto a los medios de comunicación está fuera de toda duda”. Así marcó distancias respecto a la manía persecutoria del vicepresidente Iglesias Turrión por cuenta del caso Dina. Pero si una de las dos partes del Gobierno se distancia de la otra, estamos ante un Gobierno partido en dos, diga lo que diga Montero cuando ensalza la función crítica de los medios de comunicación que vertebran la sociedad, forman el criterio de los ciudadanos y forman parte de la dinámica normal en el funcionamiento de una democracia sana.