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Europa se encoge en la cumbre del coronavirus
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Antonio Casado

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Europa se encoge en la cumbre del coronavirus

De la batalla de la condicionalidad abanderada por los frugales va a salir una Europa menos solidaria que la soñada en su día por Schuman, De Gasperi, Adenauer y Monnet

Foto: El primer ministro holandés, Mark Rutte. (Reuters)
El primer ministro holandés, Mark Rutte. (Reuters)
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Vino nuevo para los mismos odres fundacionales de la UE: cesión de soberanía por arropamiento financiero. El manejo de esos dos términos ha ido forjando la ecuación de la solidaridad. Siempre aflora en las llamadas cumbres 'históricas'. Como esta, aunque solo sea por el precedente de la deuda pública mancomunada para financiar los 350.000 millones de euros que los frugales estaban dispuestos a asumir a última hora de este domingo, en transferencias sin retorno a los países más castigados por la pandemia, aparte de los créditos a devolver con intereses.

Con condiciones, porque quien presta arriesga, y quien arriesga tiene derecho a controlar. En este caso, reformas estructurales al dictado de Bruselas a cambio de ayuda para superar los desiguales efectos del coronavirus en las economías de los Veintisiete. Es la llamada batalla de la condicionalidad, abanderada por los 'frugales', de la que va a salir una Europa más encogida y menos solidaria de la soñada en su día por los Schuman, De Gasperi, Adenauer, Monnet, tras la Segunda Guerra Mundial.

Ya puedo elevar a definitivas las dos conclusiones provisionales de mi comentario del sábado. Una, España no está en las mejores condiciones de hacerse valer en el acceso al plan Marshall de la UE. Y dos, hará falta una cumbre más, o al menos una agotadora y frustrante jornada más (era la incógnita de anoche, a la hora de escribir esta columna), para que la Europa de los desiguales ponga de acuerdo a los unos y los otros tras el desigual paso del covid-19 por los unos y los otros.

Vino nuevo para los odres fundacionales: cesión de soberanía por arropamiento financiero. El manejo de esos términos ha ido forjando la solidaridad

España, capital Bruselas, figura en el bando de los menesterosos. Pero arrastra el hándicap de que su posición final está llamada inexorablemente a empeorar, respecto de la generosa propuesta inicial cocinada por Merkel y Macron (42% del PIB de la UE), los dos grandes chefs de la cocina europea. Pero en los fogones de Bruselas se ha colado un chef pequeño (6% del PIB de la UE), aunque aseado, creativo e impertinente: el primer ministro holandés, Mark Rutte, la estrella de la cumbre del coronavirus por su negativa a entender la solidaridad como el imperativo que, en una familia, un club, una nación plural, una federación de países, obliga a unos a cargar con los pecados de otros para evitar la tragedia del conjunto.

Foto: Reunión entre algunos de los principales líderes durante el Consejo Europeo. (Reuters)

Si no se entiende algo tan básico, no se cree realmente en el proyecto europeo. Y eso es lo que late en actitudes como las del 'premier' holandés, por mucho que haya países tan renuentes como España a la hora de hacer los deberes en materia presupuestaria y abordar las reformas pendientes.

En los fogones de Bruselas se ha colado un chef pequeño, aunque aseado, creativo e impertinente: el primer ministro holandés, Mark Rutte

Insisto en que la cuantía de las ayudas que España va a recibir será en todo caso menor de lo previsto en la propuesta de la Comisión, que era: 63.000 millones en créditos a devolver con intereses y 77.000 millones en pólvora del rey. Tras la propuesta holandesa del sábado, ha decrecido la segunda partida, la de las transferencias a cargo de deuda mancomunada.

Además, y a despecho de la posición de Sánchez, contrario a la unanimidad y favorable a las mayorías en la toma de decisiones sobre cuantías, criterios de reparto, condicionalidad, etc., gana terreno la posibilidad de que un país pueda bloquear la llegada de las ayudas (el llamado 'freno de emergencia'), por denuncia previa ante el Consejo Europeo si un país no aplica las reformas exigidas, en algunos casos, aplazadas desde la anterior crisis económica. Ahí España aparece señalada por incumplidora y por alejarse de la ortodoxia presupuestaria, junto a Italia, básicamente, que son los primeros perceptores de la ayuda como los más castigados por el coronavirus.

(A última hora del domingo, el ambiente seguía siendo muy pesimista, con las espadas en alto).

Vino nuevo para los mismos odres fundacionales de la UE: cesión de soberanía por arropamiento financiero. El manejo de esos dos términos ha ido forjando la ecuación de la solidaridad. Siempre aflora en las llamadas cumbres 'históricas'. Como esta, aunque solo sea por el precedente de la deuda pública mancomunada para financiar los 350.000 millones de euros que los frugales estaban dispuestos a asumir a última hora de este domingo, en transferencias sin retorno a los países más castigados por la pandemia, aparte de los créditos a devolver con intereses.

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