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PSOE y PP, hacia donde están las mayorías

Que Pablo Casado haya roto el tablero político es bueno para el interés general. Un hecho relevante y perdido en las aterradoras cifras de la batalla contra la pandemia

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Pablo Casado. (EFE)

Las últimas cifras son aterradoras. Que nada nos distraiga de los llamamientos del Gobierno a frenar el avance de la peste porque la situación es realmente grave. Pero también en esa perspectiva, la de "doblegar la segunda curva" (Sánchez, ayer mismo), traerá ventajas al interés general que Pablo Casado haya roto el tablero político. Un hecho relevante que se pierde en los desalentadores números de la batalla contra la pandemia.

La "derechita cobarde" sacó las uñas y acabó acobardando al matonismo-populismo de Vox. El verbo y la cara del candidato Abascal no mentían tras el inesperado contrataque de Casado en el debate del jueves. A partir de ahí, se quedó hablando solo, mientras su competidor por la derecha salía a hombros del hemiciclo. Acababa este de seguir los pasos de las fuerzas afines en Europa (liberal-conservadores) respecto a grupos emergentes de la ultraderecha euroescéptica y xenófoba.

Esa es la breve historia de un fracaso. El de Abascal contra Sánchez. Como el de Hernández Mancha (PP todavía era AP) contra Felipe González (PSOE) en 1987. La moción de censura fue la tumba política del aspirante y no su rampa de lanzamiento. De eso hace más de treinta años. Sin salirnos del vigente contexto, alumbrado en las elecciones de diciembre de 2015 con la irrupción de Podemos, son más sugerentes las similitudes entre la fallida moción de Vox y la fallida moción de Iglesias contra Rajoy en junio de 2017.

Las zonas templadas de la política van a repoblarse mientras los extremos (Podemos y Vox) se entregan al consabido intercambio de pedradas

Desde entonces a Podemos le ha ido de mal en peor. Insisto, a Podemos. No a Iglesias, ni a su pareja. La facturación electoral del partido, ya con la incorporación de IU, ha ido decreciendo en las sucesivas elecciones generales (de los 62 escaños de 2016 a los 35 actuales). Hasta el punto de ser ampliamente rebasado por el otro partido-escolta (Vox) que también pretendía colonizar al votante de su referente mayor (PP).

El candidato Abascal, que el jueves besó la lona antes de buscar a tientas la salida del hemiciclo, ha puesto a su partido en la misma senda descendente que Iglesias puso al suyo al presentar una moción de censura igualmente condenada al fracaso por falta de costaleros. Esa será la inmediata consecuencia del retorno del PP hacia un centro deshabitado por la polarización y la bronca entre los partidos de la centralidad, PSOE y PP.

Las zonas templadas de la política van a repoblarse mientras los extremos (Podemos y Vox) se entregan al consabido intercambio de pedradas ("comunistas", "fascistas", "bolivarianos", "franquistas"). Si los dos grandes partidos, el que gobierna y el que puede gobernar, entierran en hacha de guerra y se reconocen como partidos de Estado, volverán a estar "donde están la inmensa mayoría de españoles", según me dice una veterana dirigente del PP.

La fallida moción de censura de Abascal contra Sánchez se parece menos a la de Mancha contra González que a la de Iglesias contra Rajoy

Eso alfombrará el acercamiento a la concordia y el alejamiento de la polarización. Lo estamos notando en las últimas noticias sobre el eventual endurecimiento de las medidas antivirus en todas las comunidades autónomas, algunas de las cuales han reclamado del Gobierno la declaración del estado de alarma. Y remiten las querellas partidistas que venían envenenado la cooperación entre administraciones en lucha contra la pandemia. Hasta la absurda batalla de Madrid (Sánchez-Ayuso, Moncloa Puerta del Sol) ha desaparecido en la declamada aversión de Casado a la alternativa "irresponsable y corrosiva" de Vox.

Quiero pensar que algo está teniendo que ver el valiente destape del líder del PP durante el debate del miércoles y el jueves en el Congreso. Un punto de inflexión en su carrera política y en el hasta ahora desquiciado rumbo de la política nacional.

Las últimas cifras son aterradoras. Que nada nos distraiga de los llamamientos del Gobierno a frenar el avance de la peste porque la situación es realmente grave. Pero también en esa perspectiva, la de "doblegar la segunda curva" (Sánchez, ayer mismo), traerá ventajas al interés general que Pablo Casado haya roto el tablero político. Un hecho relevante que se pierde en los desalentadores números de la batalla contra la pandemia.

Pablo Casado Pedro Sánchez