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El regreso de don Juan Carlos solo depende de él
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Antonio Casado

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El regreso de don Juan Carlos solo depende de él

El daño que pueda hacer el emérito a las instituciones o al Rey no depende de que aquel esté fuera o dentro de España

Foto: Fotografía de archivo del rey Juan Carlos. (Getty)
Fotografía de archivo del rey Juan Carlos. (Getty)

El llamado Rey emérito se fue cuando quiso y volverá cuando quiera. O cuando lo llame un juez. No hay más. Fue su “meditada decisión personal” salir de España, “guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey”, según la carta dirigida a su hijo el 3 de agosto de 2020. Y solo de él depende el regreso. Lo demás es hojarasca mediática y política, procesos de intención endosables con más o menos fundamento a Moncloa o a Zarzuela. O a la 'ciudadanía', que es la muletilla del analista perezoso.

El daño que haga o deje de hacer don Juan Carlos a los españoles, a las instituciones o al rey Felipe no depende de que aquel esté fuera o dentro de España. Después de tanto airear el culebrón, eso ya ha decaído como excusa de su alejamiento. Se abre paso el factor humano hasta donde nos sea dado comprender los lazos de sangre entre un padre y un hijo por encima de lo que representan en el vigente orden institucional.

Se fue cuando quiso y volverá cuando quiera. O cuando lo llame un juez. Lo demás es hojarasca mediática y política

A partir de ahí, paso al funcionamiento de los mecanismos legales del Estado. Y en ese sentido, no hay impedimento para el retorno de Juan Carlos de Borbón. Está en su derecho. No ha huido de la Justicia (la comparación con Puigdemont sería odiosa). Ni ha sido reclamado por ningún tribunal. Si hay barreras insuperables para volver a su país, serán las que levante su propia conciencia o su percepción de la realidad, según ha confesado a sus amigos: “Me quieren echar de España”.

Nadie le ha pedido expresamente que se abstenga de poner los pies en España, y mucho menos su hijo. Pero también es verdad que ningún poder instituido, ninguna corporación social, política, cultural, etc., le ha pedido expresamente su regreso. Al menos de forma pública. Eso puede acabar ocurriendo porque, con motivo de su 83 cumpleaños y la difusión de la foto en la que camina renqueante apoyado por sus escoltas, las consideraciones humanitarias del caso han ido desplazando a las de naturaleza política y judicial.

Nadie le ha pedido que se abstenga de volver, y mucho menos su hijo. Y nadie le ha pedido su regreso expresamente. Al menos de forma pública

Si hasta el más criminal de los criminales tiene derecho a un trato humanitario, también merece ese beneficio quien fuera el Rey de España en el mejor tramo de nuestra zurrada historia. Si se nos llena la boca hablando de la igualdad de todos ante los mandatos de la ley, con más razón deberíamos hablar de la igualdad de trato ante los mandatos de la filantropía. El de la compasión, sin ir más lejos. Lo cual es absolutamente compatible con la obligación de señalar a quien pecó contra “principios éticos que están por encima de cualquier consideración”, incluidas las personales o familiares del pecador.

Si aplicamos el principio de igualdad ante la ley, que sea con todas las consecuencias. Si apelamos a razones humanitarias en el acercamiento de presos a cárceles ubicadas cerca del domicilio familiar, en esas mismas razones deberían apoyarse quienes pueden y deben aplicarlas para poner fin al alejamiento de su familia y de su país que, me consta, está resultando humanamente insufrible para don Juan Carlos.

Si hablamos de igualdad ante los mandatos de la ley, deberíamos hablar de la igualdad ante los de la filantropía. El de la compasión, por ejemplo

Esa consideración, la humanitaria, es la que a mi juicio debería motivar algún gesto de los poderes públicos para propiciar el retorno aunque, insisto, será él quien tenga la última palabra. Para volver o para seguir donde está. Fue su decisión personal trasladarse fuera de España y son sus decisiones las que contarán si quiere volver.

El llamado Rey emérito se fue cuando quiso y volverá cuando quiera. O cuando lo llame un juez. No hay más. Fue su “meditada decisión personal” salir de España, “guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey”, según la carta dirigida a su hijo el 3 de agosto de 2020. Y solo de él depende el regreso. Lo demás es hojarasca mediática y política, procesos de intención endosables con más o menos fundamento a Moncloa o a Zarzuela. O a la 'ciudadanía', que es la muletilla del analista perezoso.

Rey Don Juan Carlos