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Anatomía de la tensión en el Gobierno
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Antonio Casado

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Anatomía de la tensión en el Gobierno

Fuentes socialistas confirman que la tensión está siendo como se percibe desde fuera. "Lo que se ve es lo que hay", dicen sobre las referencias al clima irrespirable en el seno de la coalición

Foto: Iglesias felicita a Sánchez tras lograr este su investidura como presidente en enero de 2020. (EFE)
Iglesias felicita a Sánchez tras lograr este su investidura como presidente en enero de 2020. (EFE)

Contigo porque me matas y sin ti porque me muero. Es el catecismo de la coalición. Aplicable a cada una de las partes, cada vez más reñidas: PSOE y Podemos. Aquel viene de la historia y este es un producto reciente de las universidades de verano. Una sola cosa en común, el nombre del fundador, pero unidos por el freudiano principio de realidad. Como forma de atornillarse en el poder escapando de una posible muerte política, ya les va bien a sus respectivos jefes de fila. Al presidente Sánchez, le compensa marchar junto a amigos dudosos si la alternativa es jugársela con enemigos seguros. Y el vicepresidente Iglesias, líder de un partido a la baja, no puede dejar sin trabajo al centenar de personas colocadas en la arboladura del Estado.

En Moncloa, tratan de sofocar el fuego a la espera de que el nuevo reparto de cartas en Cataluña permita recuperar el favor de ERC

Gracias al llamado 'índice verde', el engañoso salmo sanchista de “dos partidos y una sola voz, la del BOE” se escenifica únicamente en la fría formalidad de los consejos de ministros. La tensión se nota en las miradas y en el lenguaje gestual. No en el debate, porque los asuntos llegan cerrados. Si no, no llegan. Aquí está una de las causas de la tensión. Los temas polémicos no llegan a la mesa del Consejo de Ministros, pero acaban en los medios informativos. Y entonces se amplifica la bronca ya vivida en comisión de subsecretarios, o en la comisión delegada para asuntos económicos, convertida en marco permanente de posturas reñidas ante las exigencias de Bruselas sobre el acceso a los fondos de recuperación.

En Moncloa, tratan de sofocar el fuego a la espera de que el nuevo reparto de cartas en Cataluña permita recuperar el favor de ERC —cambio de cromos y pase de página—. Eso garantizaría la consolidación del Gobierno, solo pendiente de las vacunaciones y la disponibilidad de los fondos europeos.

Mientras tanto, distintas fuentes del componente socialista confirman que la tensión está siendo tal y como se percibe desde fuera. “Lo que se ve es lo que hay”, oigo decir sobre las documentadas referencias al clima cada vez más irrespirable en el seno del Gobierno de coalición. Un episodio reciente ha sido la disputada comparecencia entre la ministra Yolanda Díaz y el ministro Escrivá en rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Tuvieron que apelar a la autoridad del presidente que, como vimos, falló en favor de Escrivá. Y conste que Díaz es la más integrada de entre los miembros del Gobierno tutelados por Iglesias Turrión. "Es la que más trabaja, porque los otros no dan un palo al agua", me sopla uno de los ministros más próximos a Sánchez.

placeholder La ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, habla con el vicepresidente, Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)
La ministra de Trabajo, Yolanda Diaz, habla con el vicepresidente, Pablo Iglesias, en el Congreso. (EFE)

Algunos analistas sugieren la posibilidad de que Iglesias esté forzando una ruptura de la coalición. La hipótesis carece de base. Eso no ocurrirá si Podemos sigue cayendo en las encuestas mientras se descompone a causa de la creciente contestación interna. Lo resume una figura tan legitimada como Teresa Rodríguez, apartada por insumisa, como tantos otros: “Entrar en el Gobierno de Sánchez fue un atajo que no conduce a nada”, sostiene esta dirigente andaluza de la primera hora de Podemos.

La pareja Iglesias-Montero ha montado una empresa dentro de un Estado con cloacas. Si la cierra, mandaría a muchos compañeros al paro y tal vez ellos mismos tendrían dificultades para afrontar la hipoteca de su famosa vivienda de Galapagar. Y, desde el punto de vista político, está claro que se sienten cómodos sin necesidad de elegir si quieren ser Gobierno o quieren ser oposición. La carga del dilema propuesto por la portavoz socialista en el Congreso, Adriana Lastra, era puramente retórica.

La pareja Iglesias-Montero ha montado una empresa dentro de un Estado con cloacas. Si la cierra, manda a 100 compañeros al paro y ellos tendrían dificultades con la hipoteca

¿Por qué Sánchez no le corta las uñas a Iglesias para impedirle embestir al Rey, insultar la memoria del exilio republicano o alentar campañas inquisitoriales contra periodistas que hacen su trabajo? La respuesta vive en lo ocurrido el jueves pasado con el decreto sobre los fondos de ayuda de la UE, cuya convalidación fue posible gracias a la abstención de Vox por inesperado descuelgue de ERC. Dicho de otro modo: sin la coalición de gobierno y los votos de Podemos en el Congreso Sánchez estaría políticamente muerto.

Contigo porque me matas y sin ti porque me muero. Es el catecismo de la coalición. Aplicable a cada una de las partes, cada vez más reñidas: PSOE y Podemos. Aquel viene de la historia y este es un producto reciente de las universidades de verano. Una sola cosa en común, el nombre del fundador, pero unidos por el freudiano principio de realidad. Como forma de atornillarse en el poder escapando de una posible muerte política, ya les va bien a sus respectivos jefes de fila. Al presidente Sánchez, le compensa marchar junto a amigos dudosos si la alternativa es jugársela con enemigos seguros. Y el vicepresidente Iglesias, líder de un partido a la baja, no puede dejar sin trabajo al centenar de personas colocadas en la arboladura del Estado.

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