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Castells y la devaluación del esfuerzo
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Antonio Casado

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Castells y la devaluación del esfuerzo

Más cerca de la púrpura del poder que del paraninfo, el ministro de Universidades ya no es visto por los rectores como uno de los suyos

Foto: El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)
El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)

No dejo de hablar solo desde que oí al ministro de Universidades denunciar la politización de rectores y profesores por manifestarse contra los exámenes 'online' y no entender que la salud de alumnos y profesores está por encima de todo. “Si hacemos política de cualquier cosa, este país se va a la porra”, dice Manuel Castells, la cuota catalana de Podemos en el Gobierno Sánchez, cuyo 'ranking' de valoración ciudadana lo sitúa el tercero por abajo, solo por delante de la pareja Iglesias-Montero.

Si alguien hace política es Castells, ahora más cerca de la púrpura del poder que del aula. Los rectores ya no lo ven como uno de los suyos. Le acusan de crear una alarma injustificada y se preguntan: ¿qué politización puede haber en defender la presencialidad del examen en aulas no masificadas (es perfectamente posible) con alumnos silenciosos y mascarilla obligatoria?

Lo que antes era un examen sin red —nunca mejor dicho—, donde el examinando comparecía con un bolígrafo, una hoja en blanco y calentamiento previo de codos, ahora es una farsa multipantalla donde solo se ve la cara del alumno que es quien dice ser. La tentación está servida, sobre todo en el área de Humanidades. “Solo en asignaturas basadas en casos prácticos se mantienen niveles prepandémicos de calificación”, me comenta un profesor de Historia Antigua.

Foto: El ministro de Universidades, Manuel Castells. (EFE)

El ciclo de exámenes de nivel universitario terminó la semana pasada con un agrio enfrentamiento. De un lado, la Conferencia de Rectores (CRUE), partidaria de pruebas presenciales, tomando las debidas medidas de desinfección y distanciamiento, como para ir al supermercado, usar el transporte público, pasear, llevar al colegio a los niños, votar en Cataluña, etc. De otro, el ministerio, cuya posición favorable a las pruebas virtuales ha procurado al ministro un plus de popularidad entre los malos alumnos, cuyas evaluaciones han mejorado de la noche a la mañana.

A Castells le están haciendo la ola. Sobre todo, esos que van a pasar de curso con la ley del mínimo esfuerzo. El político obtiene un rédito electoral y el alumno un rédito curricular. En el medio, como eslabón débil, queda el profesorado, que al fin y al cabo es el encargado de gestionar una farsa orquestada desde arriba (esto sí es politizar la jugada, ministro) con inconfesables ventajas para los de abajo (los alumnos). Una vía segura hacia la devaluación del talento y el esfuerzo personal.

No me extraña que entre los profesores se instalen el cabreo y la desmotivación. Conocen el secreto del milagro que ha convertido al mal alumno en una inesperada lumbrera. Su nivel ha subido hasta el punto de ubicar en la medianía al buen alumno, el que cuenta con el sudor de su frente y solo dispone de sus conocimientos reales.

Castells ha ganado popularidad entre los malos alumnos, cuyas calificaciones subieron de la noche a la mañana con los exámenes 'online'

Percibo malestar y desmotivación en mis conversaciones con diversos profesores universitarios. Se sienten impotentes ante el mantra populista de la “democratización de la excelencia académica” que ofrecen los expedientes académicos enriquecidos durante la pandemia. Nunca los profesores de universidad habían firmado tantos sobresalientes.

Un problema de conciencia para el examinador, consciente de que un alumno habitual de la excelencia se ve rebasado por quien pasa de la cola a la cabeza gracias a sus conocimientos informáticos, o porque previamente ha contratado a los 'piratas' que se ofrecen en plataformas incompatibles con la honestidad académica. Durante estos últimos días, hemos conocido diversas modalidades de fraude, como la suplantación de identidad, el oculto concurso de 'apuntadores', rastreadores, grupos de WhatsApp que echan humo durante el tiempo del examen, pantallazos, intercambio de respuestas entre los alumnos, etc.

Lo dicho. Me temo que al final va a resultar peor el remedio (exámenes 'online') que la enfermedad (riesgo de contagio).

No dejo de hablar solo desde que oí al ministro de Universidades denunciar la politización de rectores y profesores por manifestarse contra los exámenes 'online' y no entender que la salud de alumnos y profesores está por encima de todo. “Si hacemos política de cualquier cosa, este país se va a la porra”, dice Manuel Castells, la cuota catalana de Podemos en el Gobierno Sánchez, cuyo 'ranking' de valoración ciudadana lo sitúa el tercero por abajo, solo por delante de la pareja Iglesias-Montero.

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