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Bárcenas no redime los pecados del PP
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Bárcenas no redime los pecados del PP

Aunque le pese a Pablo Casado (“Estamos hartos”), todo eso va a la mochila política del PP, como el caso Filesa (1991) fue a la del PSOE

Foto: El extesorero del PP Luis Bárcenas (d), sentado en el banquillo de los acusados. (EFE)
El extesorero del PP Luis Bárcenas (d), sentado en el banquillo de los acusados. (EFE)
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Que Luis Bárcenas llegue ante el tribunal con la pólvora mojada no redime al PP. Ni a sus máximos dirigentes en 30 años de mirada distraída sobre una arquitectura corrupta en materia de financiación, cuyo maestro de obras era su tesorero-gerente. Y las mentiras de este tampoco disculpan las del PP.

Nunca olvidaré la gran mentira de origen. Aquella que, cuando estalló el caso Gürtel (financiación irregular, otoño de 2009), presentaba al PP como “víctima de una actuación sectaria y partidista del Gobierno y de la Fiscalía General del Estado”, con explícitas acusaciones de “comportamiento parcial y sectario” contra las personas de la vicepresidenta Fernández de la Vega, el ministro Rubalcaba y el fiscal Conde Pumpido.

"El tanto de culpa que se encarga averiguar a los tribunales rara vez conduce con sana lógica al fondo de la cuestión" (Lucas Mallada, 1890)

Por tanto, y mal que le pese a Pablo Casado (“Estamos hartos”), todo eso va a la mochila política de un PP que se beneficiaba 'a título lucrativo'. Como el caso Filesa (1991, con sentencia en 1997) fue a la mochila política socialista. Por el mismo pecado, aunque entonces solo fuese imputable a personas, no a partidos, y se llamase de otro modo. La financiación ilegal no se tipificó como delito hasta la reforma de 2015 (artículo 304 del CP), ya durante el mandato de Rajoy en Moncloa.

Ahora, estamos en tiempo judicial. Y en este punto, rebota en la memoria aquel salmo de Lucas Mallada: “El tanto de culpa que se encarga averiguar a los tribunales, casi siempre con dura frase encerrada en órdenes severas, rara vez conduce con sana lógica al fondo de la cuestión” ('La inmoralidad pública', 1890). Pero es lo que hay, mientras resulta inevitable el traslado de la contienda política al proceso penal.

Ante un reo que se defiende atacando por elevación, unas acusaciones particulares politizadas (PSOE, Podemos, Izquierda Unida, con otros nombres, claro) y una campaña electoral en sazón, lo razonable es entregarse a los mandatos de la legalidad y no a los de la oportunidad. ¿Era el entonces presidente Rajoy “perfecto conocedor de todas esas acciones”, hasta el punto de buscar en la destrucción de documentos su forma de burlar a la Justicia?

Que lo digan los jueces. No el principal acusado en el presente juicio —aplazado hasta el martes próximo— sobre la contabilidad B del partido. Bárcenas, menos que nadie, por traficar con su propia indignidad. ¿Por qué le abandonaron sus primeros abogados defensores (Bajo, Trallero, Gómez de Liaño), aunque lo llamaron “pérdida de confianza”?

De su presunto deseo de colaborar con la Justicia no han salido aportaciones sustanciales, según la Fiscalía. En cambio, está sobradamente probada en sede judicial su habilidad para meter la mano en la caja. ¿Por qué, si no, fue condenado a 29 años de cárcel (caso Gürtel, la tumba política de Rajoy), de los que ya lleva cumplidos más de cuatro?

El extesorero quería convertir los papeles de Bárcenas en los papeles de Rajoy. Los tenía, pero se los robaron. Qué mala suerte, oiga

Ahora ha querido convertir los papeles de Bárcenas en los papeles de Rajoy. Los tenía, pero se los han robado. Qué mala suerte, oiga. Y así envuelve su venenoso ataque al expresidente en su supuesta voluntad de colaboración con la Justicia. Pero solo cuando, según confesión propia, vio incumplida la promesa de que su esposa no entraría en prisión. Si es verdad, que señale a quien la hizo sin esperar resultados de las conjeturas políticas y mediáticas aireadas en estas últimas horas. Si es mentira, estamos ante un presunto delito de falso testimonio.

Por lo que ya han dicho los jueces y a la espera de lo que digan, incluida la posibilidad de un careo entre Rajoy y Bárcenas, me niego a poner en el mismo plano ético al expresidente y a un redomado sinvergüenza, cuyas acusaciones por elevación han sido rechazadas por 19 órganos jurisdiccionales en los últimos años.

Que Luis Bárcenas llegue ante el tribunal con la pólvora mojada no redime al PP. Ni a sus máximos dirigentes en 30 años de mirada distraída sobre una arquitectura corrupta en materia de financiación, cuyo maestro de obras era su tesorero-gerente. Y las mentiras de este tampoco disculpan las del PP.

Luis Bárcenas Caso Gürtel