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Illa y el pacto de hojalata del Independentismo
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Antonio Casado

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Illa y el pacto de hojalata del Independentismo

El pacto contra Illa no es irreversible. Si lo fuera, Cataluña estaría abocada a revivir la pesadilla de la confrontación, la inestabilidad política y el envenenamiento de la convivencia social

Foto: Salvador Illa, durante un momento del debate emitido en La Sexta.
Salvador Illa, durante un momento del debate emitido en La Sexta.

Si todos los vetos frontales o cruzados se llevaran a la práctica Cataluña sería ingobernable. Empezando por el frente soberanista de reciente creación contra el candidato del PSC. A Salvador Illa le hace más ganador y menos presidenciable. Pero, ojo, el pacto no es irreversible. Si lo fuera, Cataluña estaría abocada a revivir la pesadilla de la confrontación, la inestabilidad política y el envenenamiento de la convivencia social. Por suerte, no es ningún pacto de hierro. Ni anticipa de forma inexorable un gobierno independentista como el causante de todos los males en la década procesista.

Es un pacto de hojalata firmado de aquella manera. Obliga a no pactar “la formación de un gobierno con el PSC”, pero no impide la neutralidad, por ejemplo, que puede ser decisiva si los números colaboran con el PSC. Voy más allá. Llegado el caso, una vez que hayan hablado las urnas, el pacto decaerá si ERC lo subordina al superior interés de Cataluña y los catalanes.

Si sobre el resultado planea la ingobernabilidad y la repetición de elecciones, ERC podría romper los grilletes que le atan a JxCat

Ese interés estaría seriamente amenazado si sobre el recuento del domingo noche planea la sombra negra de la ingobernabilidad y la repetición de elecciones. Dos poderosas razones para que ERC rompiese los grilletes que le han hecho caminar atado a los exconvergentes durante los desdichados años de gobierno compartido. Por amor a Cataluña se perdona todo. Incluido el incumplimiento de ese pacto anti-Illa que ha hecho cambiar de bando al victimismo.

La “otra foto de Colón”, según el recurso expresivo usado por Illa para capitalizar el mérito de ser punto medio entre “indepes” y “españolistas”, está tan cuarteada como la de Casado-Rivera-Abascal de hace ahora dos años. Y si ERC reniega al calor de una campaña electoral de un futuro pacto con Illa-Sánchez no supone que quiera pactar con Puigdemont-Borrás.

Las heridas abiertas entre ERC y JxCat no se curan de la noche a la mañana improvisando un compromiso de inspiración ajena orientado a movilizar todo el voto independentista, no solo el de JxCat, como estaba ocurriendo. Ni siquiera lleva la firma líder republicano, Oriol Junqueras. Ni la del presidenciable, Pere Aragonés. Solo la del jefe de campaña, Sergi Sabriá. Nada que no pueda arreglarse en una votación de los órganos de dirección del partido. Por el bien de Cataluña, claro.

Las heridas abiertas entre ERC y JxCat no se curan improvisando un compromiso de inspiración ajena orientado a movilizar el voto independentista

Veto contra veto, al fin y al cabo. También Salvador Illa llega a las urnas del domingo con el compromiso de no gobernar con quienes pretenden el objetivo “divisivo” de la independencia. Salvo que, sin renunciar al sueño, estén dispuestos a apoyar un Gobierno para el “reencuentro”. Es decir, una vez más, nada que no pueda arreglarse si, por ejemplo, de las urnas sale un PSC reforzado como primera fuerza. Eso podría abrir el camino hacia alguna forma de apareamiento con ERC. Neutralidad cómplice, como mínimo. El “tripartito”, como máximo.

Por tanto, antes de que el miedo al desgobierno se apodere de la política catalana, no convendría descartar aun la hipótesis de un “govern” presidido por Illa si acompañan los números y ERC se ratifica en sus tesis sobre la vía amplia hacia la independencia sin fechas. De hecho, Laura Borrás (presidenciable de Puigdemont), por el bando independentista, así como Carrizosa y Fernández, por el constitucional, no se cansan de decir que socialistas, republicanos y comunes acabarán pactando si la matemática electoral se pone de su parte.

Si todos los vetos frontales o cruzados se llevaran a la práctica Cataluña sería ingobernable. Empezando por el frente soberanista de reciente creación contra el candidato del PSC. A Salvador Illa le hace más ganador y menos presidenciable. Pero, ojo, el pacto no es irreversible. Si lo fuera, Cataluña estaría abocada a revivir la pesadilla de la confrontación, la inestabilidad política y el envenenamiento de la convivencia social. Por suerte, no es ningún pacto de hierro. Ni anticipa de forma inexorable un gobierno independentista como el causante de todos los males en la década procesista.

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