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La Infanta traicionada y el cuñado corrupto
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Antonio Casado

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La Infanta traicionada y el cuñado corrupto

Ha comenzado la cuenta atrás para que Iñaki Urdangarin acabe convirtiéndose en un cuerpo extraño. No ya a la Casa Real, sino también a la familia del Rey

Foto: Iñaki Urdangarin, cuñado de Felipe VI y condenado por el caso Nóos. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Iñaki Urdangarin, cuñado de Felipe VI y condenado por el caso Nóos. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Camino de Puerto Rico, donde asistirá a las celebraciones del quinto centenario de la fundación de la ciudad de San Juan, tal vez el rey de España, Felipe VI, dedique un pensamiento al último escándalo en la familia que le ha tocado en suerte. Ríos de tinta e inacabables espacios audiovisuales. Más televisivos que radiofónicos, con todo sobre su hermana y las infidelidades del cuñado corrupto (casi seis años de cárcel).

Antes de que una foto chivata nos pusiera en antecedentes de un más o menos próximo divorcio de la hermana del Rey, los Urdangarin-Borbón ya eran una familia desestructurada, al menos espacialmente. En tres países diferentes. Cristina y la hija pequeña en Ginebra; Iñaki, a caballo entre la cárcel de Zaballa (Alava) y Vitoria como recluso en tercer grado; un hijo en Madrid, otro en Barcelona y un tercero en Londres.

Mientras entro en los pormenores de la mano de Silvia Taulés (no se pierdan en Vanitatis la “cronología de una traición”), constato que ahora la desestructuración va camino de sustanciarse por ruptura del matrimonio. Es el desenlace lógico de lo que estamos sabiendo, incluidas las reacciones del entorno familiar, que no han sido precisamente de sorpresa ante las preguntas de los reporteros. Así que todo hace pensar que las representaciones letradas de las partes contratantes solo esperan fijar las fechas y el modo de comunicarlo públicamente.

Mientras el divorcio no sea un hecho, Iñaki Urdangarin es el marido de quien ocupa el séptimo lugar en la línea sucesoria

Ha comenzado la cuenta atrás para que Iñaki Urdangarin acabe convirtiéndose en un cuerpo extraño. No ya a la Casa Real. No ya a la familia real, compuesta por seis personas (Felipe, Leticia, Leonor, Sofía, Juan Carlos y Sofía madre), sino también a la familia del Rey, a la que hoy por hoy el exjugador de balonmano sigue perteneciendo por ser el esposo de la infanta Cristina.

Todos los indicios apuntan a que va a seguir el camino de Jaime de Marichalar, divorciado en diciembre de 2009 de la otra hermana del Rey, la infanta Elena. Pero mientras el divorcio no sea un hecho, el príncipe azul que sedujo a la infanta Cristina hace un cuarto de siglo es el marido de quien ocupa el séptimo lugar en la línea sucesoria. No es detalle menor de un culebrón que desborda el aterciopelado mundo de la prensa rosa.

Me refiero al carácter personal e intransferible de los derechos sucesorios. Solo como dosis de recuerdo conviene aludir a la posición de Felipe VI cuando en junio de 2015 retiró a la infanta Cristina el ducado de Palma (el uso del título y no la propiedad, que nunca ostentó) tras su imputación por delito fiscal en el llamado caso Nóos, del que saldría absuelta.

Si en Zarzuela se pregunta por la infanta Cristina, te remiten a La Caixa. O a Mapfre si se trata de la infanta Elena

Habida cuenta de que los derechos sucesorios no están en manos del Rey sino de quien los ostenta, Felipe VI se limitó a constatar que solo a ella correspondía reflexionar sobre esa decisión. Y en esas seguimos. De modo que doña Cristina de Borbón, que estos días aparece en los medios de comunicación afectada por la infidelidad de su esposo, no puede utilizar el título de duquesa. Pero no ha perdido los derechos sucesorios a la Corona.

Si entro en esta clase de detalles es por dejar claro que en estos momentos ni la infanta Cristina ni Iñaki Urdangarin figuran en las agendas de Zarzuela ni forman parte de la Casa Real, aunque pertenezcan a la familia del Rey. Por tanto, huelgan las alusiones al absoluto desentendimiento de la Casa del Rey respecto a las venturas o desventuras matrimoniales de doña Cristina.

Tampoco es nada nuevo. Los colegas que cubren habitualmente la información de la Casa del Rey saben que quien pregunta por ella es remitido a La Caixa, donde tiene su puesto de trabajo. Lo mismo que remiten a Mapfre si alguien se interesa por las actividades de la infanta Elena.

Camino de Puerto Rico, donde asistirá a las celebraciones del quinto centenario de la fundación de la ciudad de San Juan, tal vez el rey de España, Felipe VI, dedique un pensamiento al último escándalo en la familia que le ha tocado en suerte. Ríos de tinta e inacabables espacios audiovisuales. Más televisivos que radiofónicos, con todo sobre su hermana y las infidelidades del cuñado corrupto (casi seis años de cárcel).

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