Al Grano
Por
Los objetores de la reforma laboral hacen el ridículo
Si se frustrase el pacto del gobierno con CEOE y sindicatos, deberían pasar por el psiquiatra los líderes del PP, VOX, ERC y Bildu por su aberrante alineamiento contra el diálogo social
Estamos a veinticuatro horas de que la cultura del pacto se imponga al sectarismo de los partidos políticos por cuenta de una reforma laboral pactada por empresarios y trabajadores con la fecunda complicidad del Gobierno. Lo contrario sería como para hacer pasar por el psiquiatra a los dirigentes del PP por un lado y el independentismo por otro, unidos por su aberrante alineamiento contra un fruto del diálogo social.
Las discrepancias de ida y vuelta sobre despidos, temporalidad, territorialidad, poder sindical, alcance de los convenios, etc, se compensan en el poder intrínseco del pacto, la concertación, el consenso, o como quiera llamarse al acercamiento de contrarios. Con cesiones por ambas partes. En el bien entendido de que, como decía hace unos días el presidente de la Cepyme, Gerardo Cuerva, “pactar no significa estar de acuerdo”.
Es insólito que partidos conservadores (PP y PNV) quieran interpretar mejor que la patronal los intereses de los empresarios
Algo que no han entendido los objetores de la nueva regulación del mercado laboral, cuyo decreto será convalidado mañana en el Congreso por la vía Yolanda (amigos plurinacionales de Sánchez) o por la vía Bolaños (Ciudadanos y recua de pequeños partidos), so pena de que los objetores (PP, Vox, ERC, Bildu, BNG y PNV) se empeñen en seguir haciendo el ridículo.
Es insólito. Hay pocos precedentes de que partidos conservadores, como el PP de Casado o el PNV de Ortuzar, quieran interpretar los intereses de los empresarios mejor que los representantes de estos. O que partidos de izquierdas, como ERC, Bildu o el BNG, pretendan suplantar a los sindicatos a la hora de decidir lo que conviene o no conviene a los trabajadores.
Ahora los objetores se ponen estupendos en nombre de la soberanía nacional. Pero no tiene lógica que la política malogre un consenso alcanzado por los principales actores del crecimiento y la creación de empleo en una economía nacional pendiente de recuperación tras los años de pandemia. Es inaceptable que los objetores de la reforma laboral subordinen la concertación entre patronal y sindicatos a un ecléctico amontonamiento de intereses partidistas (desde un PP que se tiene por partido de Estado hasta una ERC que aspira a reventarlo).
En sentido contrario, entiendo que la CEOE, las centrales sindicales y el Gobierno, que ponen a disposición de la sociedad una herramienta de progreso clave en la recuperación económica del país, están siendo las víctimas del sectarismo ambiental que banaliza la política española.
Es insólito que partidos de izquierda (ERC, Bildu) suplanten a los sindicatos decidiendo lo que conviene o no a los trabajadores
Afortunadamente, las tres partes que han hecho posible este hito del diálogo social, aferradas a las “comas” inamovibles del pacto han aguantado el chaparrón. La matemática parlamentaria jugará a su favor cuando mañana llegue la hora de convalidar el decreto e impedir la eventual tramitación del mismo como una ley. Lo segundo no solo equivaldría a la voladura del acuerdo. Algo más grave. Supondría el fracaso del diálogo social. O sea, la derrota del interés general frente a intereses de partido.
El tema de fondo lo trataba ayer el presidente del Consejo Económico y Social, Antón Costas. En un sentido, elogio de la “cultura del diálogo social y la concertación, que tantos y tan buenos frutos ha dado a lo largo de la transición”, Costas (diario El País) hace una distinción académica entre “democracia social” y “democracia política”, precisando que la primera no sustituye a la segunda, sino que la complementa y la mejora.
Amén.
Estamos a veinticuatro horas de que la cultura del pacto se imponga al sectarismo de los partidos políticos por cuenta de una reforma laboral pactada por empresarios y trabajadores con la fecunda complicidad del Gobierno. Lo contrario sería como para hacer pasar por el psiquiatra a los dirigentes del PP por un lado y el independentismo por otro, unidos por su aberrante alineamiento contra un fruto del diálogo social.
- Castilla y León, para votantes indolentes Antonio Casado
- No se frena la reforma laboral ni se rompe el bloque de investidura Antonio Casado
- Los abusos de la clerecía llegan al Congreso Antonio Casado