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La cabeza de Egea huele a pólvora
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La cabeza de Egea huele a pólvora

Si la Fiscalía no sienta en el banquillo a Ayuso, todos percibirán el conflicto como una operación para liquidarla

Foto: El secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE/Javier Lizón)
El secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE/Javier Lizón)
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"Las cosas más absurdas solo ocurren en la realidad", decía Borges. Le cuadra a la insostenible situación puertas adentro del PP, donde el examen de conciencia y la contrición ya no sirven para reparar el mal causado.

La ronda telefónica de Pablo Casado, ayer domingo, con los líderes regionales, pidiendo respaldo para su secretario general, no altera la reseña sobre el minuto y resultado de esta autodestructiva guerra de familia. Por mucho que Casado se empeñe en respaldarle, la cabeza de Egea huele a pólvora entre la militancia, los barones, los diputados y los dirigentes históricos del PP.

Cinco minutos antes del comité de dirección convocado para la mañana de hoy, como todos los lunes, esta es la reseña: García Egea a punto de caer, Casado se tambalea y Ayuso depende de la Fiscalía, mientras Núñez Feijóo se consolida como bombero mayor, aunque es pronto para saber si, además de querer sofocar el incendio, se convierte en el aspirante a la Moncloa, como se le está pidiendo, previo paso por un congreso extraordinario o por el ordinario de julio adelantado unos meses.

Egea a punto de caer, Casado se tambalea y Ayuso depende de la Fiscalía, mientras Feijóo se consolida como bombero mayor

A los actores del drama se les fue la fuerza por la boca. Como si no fueran conscientes del daño a su partido. Entre la reprobación ética de la presidenta madrileña y el aquí no ha pasado nada, el expediente duró poco más que la república de Puigdemont. Y si la Fiscalía no la sienta en el banquillo, todo el mundo percibirá el conflicto como una operación interna para liquidarla.

De momento, ya nadie habla del espionaje (pedrada de Ayuso contra Génova) ni de la falta de ejemplaridad (pedrada de Génova contra Ayuso). Ninguna de las dos acusaciones cursó con pruebas concluyentes, pero sirvieron para incendiar las cuatro esquinas del PP y alimentar el discurso de sus adversarios. Como estrategas, los componentes del estado mayor de Pablo Casado no tienen precio. Después de haberse saltado una o dos generaciones, han hecho crecer a sus adversarios y han conseguido enfrentar al partido consigo mismo. O sea, un pan de obleas.

De repente cobra sentido un comentario habitual de García Egea desde que, como número dos, asumió su papel protector del líder: “Mientras yo esté aquí, a Pablo no lo toca nadie”. Dicho y hecho. De ahí su ofrecimiento de dar un paso atrás: “Si el obstáculo soy yo, me voy”, le ha dicho a Casado personalmente y a través de los medios. Pero si se va, el líder perdería ese blindaje y, a la vista de lo ocurrido tras la fallida pretensión de dar por cerrada la crisis con el ingenuo “aquí no ha pasado nada” de su reunión del viernes con Ayuso, Casado se convertiría en un aspirante a la Moncloa tambaleante y poco creíble.

Las manifestaciones frente a la sede de Génova han tenido efectos devastadores en el ánimo de Casado y su fiel número dos

La salida de García Egea es inevitable, por efecto de un clamor de la militancia y el señalamiento de los barones, que lo ven como causa de todos los males que aquejan hoy por hoy al PP. La idea de que ha trabajado más por acabar con Ayuso que con Sánchez se ha instalado en las filas del PP como el principal obstáculo en la continuidad del político murciano que toca la bandurria y anda justito de memoria histórica.

Tanto las manifestaciones del domingo frente a la sede de Génova como las palabras de Núñez Feijóo han tenido efectos devastadores en el ánimo de Casado y su fiel número dos. En la calle Génova no hubo dos manifestaciones, unos a favor de Casado y otros de Ayuso. Solo una expresó el sentir de los concentrados contra el primero y a favor de la segunda.

También fueron inequívocas las palabras de Núñez Feijóo (cuatro mayorías absolutas en Galicia y, hoy por hoy, máximo referente político y moral del PP), culpando implícitamente a Egea de crear problemas donde no los hay en vez de solucionar los que hay.

En los interiores del partido se habla de su caída como algo inevitable. Cuestión de días. O de horas.

"Las cosas más absurdas solo ocurren en la realidad", decía Borges. Le cuadra a la insostenible situación puertas adentro del PP, donde el examen de conciencia y la contrición ya no sirven para reparar el mal causado.

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