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El emérito, lejos del banquillo y cerca de la prensa del corazón
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Antonio Casado

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El emérito, lejos del banquillo y cerca de la prensa del corazón

El juez convoca mañana a los letrados de las partes en la demanda de Corina por supuesto acoso de Juan Carlos

Foto: El rey emérito Juan Carlos, en una foto de archivo. (Getty)
El rey emérito Juan Carlos, en una foto de archivo. (Getty)
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En estos momentos, el Rey emérito está fuera del radar penal de la Justicia, dentro y fuera de España. No por inocente en la comisión de ciertos delitos, sino porque estos no eran perseguibles. Pero su alejamiento del banquillo le acerca a la prensa del corazón. Y eso tampoco le redime como juguete roto.

Lejos del banquillo y de la familia real, a la que ya no pertenece, y cerca de las coplas. Lo que ahora se ventila en Londres por vía civil es la historia de un romance que pudo romper la monarquía española, días adúlteros de vino y rosas, secretos compartidos, escapadas furtivas, besos millonarios, promesas incumplidas, pasión de gavilanes, amores despechados...

O sea, que tenemos docudrama asegurado si esta señora airea la documentación íntima que conserva de su idilio con el entonces rey de España entre 2004 y 2009. No solo íntima. Son las famosas 'cajas negras' de su casa de Mónaco, donde también habría documentos confidenciales que comprometen a don Juan Carlos “y otros miembros de la Casa Real”.

Pero la vía penal ya está cerrada.

Lo que ahora se ventila en Londres por vía civil es la historia de un romance que pudo haber acabado con la monarquía española

Ya desestimada la inmunidad del Rey emérito a la luz de las leyes británicas, por no ser jefe de Estado y tratarse de conductas privadas, sigue adelante la demanda de Corina Larsen por “acoso y hostigamiento” de Juan Carlos de Borbón.

Mañana, martes, es día de diligencias previas en el juzgado de Londres que tramita la demanda. A tal fin, el juez Mathew Nicklin ha convocado a las representaciones letradas de don Juan Carlos de Borbón y de su examante.

Anotación al margen: la cita judicial coincidirá con la estancia de los Reyes de España, Felipe y Leticia, que asisten a la misa por el duque de Edimburgo. En alguna parte de su equipaje irá cosido el luminoso proverbio de Ezequiel 18:19: “El hijo no llevará la iniquidad de su padre, porque el hijo hizo justicia y guardó mis ordenanzas”, escribió el profeta.

A la vista de los antecedentes, es difícil no ver la demanda de Corina como una temeraria malversación de la figura civil del 'acoso'. El que dice haber sufrido con “dolor psíquico, angustia, pérdida del bienestar y humillación” (eso dice en la demanda). Y el que teme sufrir a partir de ahora, ya que la supuesta acosada reclama una orden de alejamiento del supuesto acosador, como si estuviera previniendo los saltos clandestinos de un residente en Abu Dabi para seguir los pasos de su ex.

A la vista de los antecedentes, la demanda de Corina Larsen parece una temeraria malversación de la figura civil del 'acoso'

De hecho, el desenlace judicial de la demanda por acoso (con la sombra de los 65 millones de euros que Juan Carlos guardó de forma 'irrevocable' en el regazo de su amante) no puede ser otro que un acuerdo extrajudicial o una indemnización económica si se demostrase que hubo acoso y hostigamiento.

Y habida cuenta de que la persona señalada como acosador material es el antiguo director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia) Félix Sanz, que lo ha negado por activa y por pasiva, se trata de elegir entre la palabra de una vividora de altos vuelos y la de un acreditado servidor del Estado.

Por lo que a mí respecta, no hay color. Sobre todo, teniendo en cuenta dos elementos no menores. El primero, que el propio juez Nicklin calificó la demanda de Corina como “relato difuso, con mucha narrativa y pocas pruebas”. Y el segundo, que las pruebas contra Sanz (se vio con ella el 5 mayo de 2012 para impedir el divorcio del Rey y la consiguiente prevaricación) son un libro sobre la muerte de la princesa Diana de Gales y ciertas amenazas telefónicas de imposible verificación.

En estos momentos, el Rey emérito está fuera del radar penal de la Justicia, dentro y fuera de España. No por inocente en la comisión de ciertos delitos, sino porque estos no eran perseguibles. Pero su alejamiento del banquillo le acerca a la prensa del corazón. Y eso tampoco le redime como juguete roto.

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