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Al Grano
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¿Ha entrado el sanchismo en fase terminal?
Con el recuento de anoche, el estribillo "el PSOE es mucho PSOE" ha pasado a la historia de la política andaluza
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Se confirmó el escenario poselectoral andaluz cantado en todas las encuestas: holgada victoria del PP. La sorpresa relativa fue la mayoría absoluta lograda por su candidato, Moreno Bonilla. Fin de la controversia sobre un nuevo Gobierno autonómico del PP en coalición con la ultraderecha. Ya no habrá caso Castilla y León, y a Macarena se le ha quitado de repente la cara de vicepresidenta que se le había puesto durante la campaña.
Queda cerrado el turno para el rasgado de vestiduras. Un golpe al discurso de Pedro Sánchez y sus aliados, aunque a escala nacional insistirán en la alerta antifascista como una forma de disfrazar la tendencia declinante de las izquierdas en Andalucía (la suma de las tres queda superada por el PP), que afecta también a la presunta versión autonómica de los indeterminados planes de Yolanda Díaz (Por Andalucía).
Y Núñez Feijóo, arrastrado por amor a la simetría, ya no tendrá necesidad de redoblar su estupor ("¿Me lo está diciendo usted en serio?") ante quienes sostienen que la declarada aversión al vigente orden institucional es de mejor condición que los indeseables postulados de la ultraderecha.
La voluntad de agotar la legislatura es verdadera en Moncloa, donde el revolcón andaluz se verá como un incidencia del recorrido
Sin embargo, tampoco el posicionamiento frente a Vox hubiera influido en la lucha del PSOE y el PP por el poder. Ni siquiera es verdad revelada que Andalucía, histórico feudo del socialismo, vaya a ser la tumba del sanchismo (el PSOE pierde terreno respecto a las elecciones de 2018) y que, según algunos analistas, el Gobierno haya entrado ya en fase terminal.
Precisamente el hecho de que Andalucía convierta a Feijóo en aspirante creíble a la Moncloa debería contribuir a desactivar las bravatas de los amigos de Sánchez, que de cuando en cuando amenazan con reventar la legislatura si sus ataques de contrariedad no tienen premio. El PP nunca les trataría mejor. Y ellos lo saben.
Así que, si los aliados parlamentarios no le fallan a Sánchez, pista para el artista. La firme voluntad de agotar la legislatura es verdadera en el estado mayor de la Moncloa, donde el revolcón andaluz es visto simplemente como una incidencia del recorrido que no debe vincularse a la política nacional.
Andalucía es un tercer peldaño del PP (después de Madrid y CyL) en su escalada de la Moncloa, tal y como calculó Pablo Casado
También es verdad que la imagen del Gobierno ha sufrido serios desperfectos a causa de errores propios, en el contexto de un empobrecimiento general de la población no imputable a decisiones propias (escalada inflacionista).
El excelente resultado obtenido por Moreno Bonilla, pocas semanas después de la llegada de Núñez Feijóo al liderazgo del partido, va a ser visto inevitablemente como el tercer peldaño del PP (después de Madrid y Castilla y León) en su escalada de la Moncloa, tal y como calculó Pablo Casado, aunque no va a ser él, sino su sucesor, quien se convierta en aspirante verosímil a la presidencia del Gobierno.
En su discurso alternativo, Feijóo seguirá explotando las diferencias entre el PSOE de siempre y el que cursa como sanchismo, no solo en los altavoces de la política nacional, también en las filas del socialismo andaluz, que es el territorio español con mayor número de víctimas de ETA, cuyos herederos políticos son ahora aliados de Sánchez. ¿Alguien cree de verdad que eso no ha influido en el pobre resultado del PSOE en las urnas del domingo andaluz?
La política nacional se mueve en torno a un laberinto de variables ajenas a las sutilezas de finos analistas y consultores de guardia
Pero la política nacional se mueve en torno a un laberinto de variables ajenas a las sutilezas de finos analistas y consultores de guardia. Hasta los resultados andaluces de las próximas elecciones generales podrían revertir el disgusto socialista por haber escuchado anoche que Andalucía ya se parece más al PP. ¿Por qué no?
Baste recordar que en las últimas elecciones generales (noviembre de 2019), el PSOE obtuvo medio millón de votos más que los que había obtenido un año antes en las elecciones autonómicas (diciembre de 2018), cuando todavía no se había desangrado en la guerra civil entre sanchistas y susanistas. En esa clave, las comparaciones son desfavorables al candidato de Sánchez. Menos porcentaje y menos escaños que Susana Díaz hace cuatro años. Lo cual no dejará de cursar como pedrada del susanismo latente contra el sanchismo que canceló el estribillo aplicado por propios y extraños a la hegemonía socialista de 37 años de poder: “El PSOE es mucho PSOE”.
Eso pasó a la historia en el recuento de anoche.
Se confirmó el escenario poselectoral andaluz cantado en todas las encuestas: holgada victoria del PP. La sorpresa relativa fue la mayoría absoluta lograda por su candidato, Moreno Bonilla. Fin de la controversia sobre un nuevo Gobierno autonómico del PP en coalición con la ultraderecha. Ya no habrá caso Castilla y León, y a Macarena se le ha quitado de repente la cara de vicepresidenta que se le había puesto durante la campaña.