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Caso Oltra: otra señal del derechazo que viene
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Antonio Casado

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Caso Oltra: otra señal del derechazo que viene

La caída de la vicepresidenta valenciana no resuelve el problema de la penosa imagen del Gobierno de Ximo Puig

Foto: La vicepresidenta de la Generalitat y coportavoz de Compromís, Mónica Oltra (c). (EFE/Escobar)
La vicepresidenta de la Generalitat y coportavoz de Compromís, Mónica Oltra (c). (EFE/Escobar)
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Cuando Ximo Puig decía que la reflexión sobre el problema judicial de Mónica Oltra debía ser "coral", y no personal, estaba diciendo que su futuro no dependía de ella, sino de terceros ("otros actores", fue la expresión usada). Y entonces supimos que su marcha era cuestión de horas. Su continuidad hubiera supuesto la voladura de la coalición de poder PSOE-Compromís, según la amenaza formulada por Puig a modo de alternativa.

La salida de todos sus cargos, incluido el escaño en las Cortes, no resuelve el problema de la penosa imagen del Gobierno valenciano a causa del escándalo. Oltra es reincidente. Ayer enredó más la madeja al incluir a los socialistas en el "ecosistema mediático, jurídico y político" que persigue a quienes "hacen política contra los poderosos". O sea, como ella.

Foto: Oltra, en la sede de Compromís, con Joan Ribó, Alberto Ibáñez, Àgueda Micó y Juan Ponce. (EFE/Ana Escobar)

El caso Oltra desestabiliza el Consell que preside el socialista Ximo Puig en el tramo final de su legislatura (se cumple en abril de 2023). No tanto por la sospecha judicialmente motivada de una conducta prevaricadora, que también, sino por la arrogancia en sus reacciones de la ya exvicepresidenta, al afirmar, por ejemplo, que con su marcha "la gente del pueblo se sentirá abandonada". O, mucho peor, su "baile" del pasado fin de semana, que fue su forma de responder a los pronunciamientos de tres magistrados del Tribunal Superior después de ver la exposición motivada del juez instructor y el escrito de la Fiscalía.

La crisis del Botànic cursa como una señal anunciadora más del derechazo que viene, también descrito como 'cambio de ciclo'

Por todo ello, creo que la crisis del Botànic va a cursar como una señal anunciadora más del derechazo que viene, caracterizado como 'cambio de ciclo'. Tiene tres nombres: Andalucía, Oltra y megavatio. El llamado 'efecto Feijóo' sería la consecuencia y no la causa. Ni giro al centro ni gaitas. Le basta esperar sentado para que los analistas le aplaudan por buscar el centro como camino de perfección.

Véase la barrida de Moreno Bonilla, más debido a una suerte de calculada indolencia que al premio por una buena gestión. De hecho, quien hizo campaña defendiendo la gestión del Gobierno de Bonilla no fue Bonilla, sino Juan Marín (Ciudadanos). Casualmente, el único de los seis competidores que se quedó fuera de la Asamblea.

Si en el nicho ecológico del socialismo (Andalucía), que además es la mayor fábrica de diputados nacionales (61 escaños del Congreso), la suma de todas las izquierdas se encoge hasta poco más del 35% de los votantes, es que se está fraguando el derechazo. Más por deméritos del PSOE que por méritos de un Feijóo recién llegado.

Foto: EC.
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La barrida de Moreno Bonilla en Andalucía se debió a cuatro pecados ajenos al activismo del PP: descomposición de Ciudadanos, castigo a un Sánchez divorciado de la realidad, el impostado andalucismo de la candidata Olona y la fragmentación de los grupos a la izquierda del PSOE.

Casi un millón de votos de diferencia a favor de la derecha. Moncloa no sumó. Más bien, restó. Mala noticia para Sánchez. Y también para el indeterminado proyecto de Yolanda Díaz, que hizo campaña a favor de una de las tres fuerzas de izquierda presentadas por separado a las elecciones andaluzas.

El 'efecto Feijóo' es la consecuencia y no la causa del declive del sanchismo. Le basta esperar sentado, como Moreno en Andalucía

Nada de particular ha hecho el PP por atraerse a los votantes socialistas que se declaran objetores de los amigos "progresistas y plurinacionales" del PSOE. Eso cerró el paso al antiguo votante de Ciudadanos, que se ha pasado en masa al PP. También ahí los adversarios de Feijóo le hacen el trabajo.

Al mantra de que el sanchismo tiene las horas contadas se une el efecto kilovatio, que llega cosido al general empobrecimiento de la población a causa de una espiral inflacionista que, según la propia vicepresidenta Calviño, será más alta y duradera de lo previsto. Y me parece que el llamamiento de Sánchez a poner "más calle" se va a desvanecer, como se desvaneció el llamamiento a poner "más partido", tras la última catarsis del sanchismo (remodelación ministerial de hace un año).

Cuando Ximo Puig decía que la reflexión sobre el problema judicial de Mónica Oltra debía ser "coral", y no personal, estaba diciendo que su futuro no dependía de ella, sino de terceros ("otros actores", fue la expresión usada). Y entonces supimos que su marcha era cuestión de horas. Su continuidad hubiera supuesto la voladura de la coalición de poder PSOE-Compromís, según la amenaza formulada por Puig a modo de alternativa.

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