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Sánchez pone a la banca en el bando de los malos
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Antonio Casado

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Sánchez pone a la banca en el bando de los malos

Es justo quitar de donde sobra para poner donde falta, si no carece de fundamento técnico ni es fruto de la improvisación

Foto: El presidente Sánchez. (EFE/Estela Silva)
El presidente Sánchez. (EFE/Estela Silva)
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Al impuesto a los bancos que se tramita en el Congreso le sobra intención política y le falta rigor técnico. Moraleja del dictamen no vinculante emitido por el Banco Central Europeo que irrita al Gobierno. Sobre todo, a Pedro Sánchez, que ha resuelto su ataque de contrariedad con destemplada alusión al supuesto inspirador del dictamen, Luis de Guindos, vicepresidente del BCE y exministro de Economía con el PP. "Lo conocemos muy bien en la política española", dijo ayer Sánchez en Lisboa.

A falta de otros controles, al tratarse de una proposición de ley (firman la iniciativa PSOE y UP) y no de un proyecto de ley (cuando la iniciativa formal es del Gobierno), el BCE ha tenido que terciar entre el Ejecutivo (inspirador político de la medida) y la Banca (entidades que superan los 800 millones de euros de ingresos anuales en comisiones e intereses) con ánimo de frenar la medida anunciada por Sánchez en julio, durante el debate sobre el estado de la nación, por un reparto más justo de los sacrificios en tiempos recios.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, y el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. (EFE Paolo Aguilar)

Haría muy bien el Gobierno en defender, precisamente con argumentos políticos, la contribución de las entidades financieras (las compañías energéticas van en el mismo paquete) a paliar las consecuencias sociales de la inflación, en vez que acusar a los equipos de Christine Lagarde de haber hecho un "corta y pega" (ministro Escrivá dixit).

Sánchez relaciona los beneficios bancarios con la exigencia de que "arrimen el hombro un poquito con lo que están sufriendo los españoles". Vale. No tiene nada de malo, sino todo lo contario, quitar de donde sobra para poner donde falta. Siempre que no sea el fruto de la improvisación ni carezca de fundamento técnico en los pasos a dar para que una decisión justa y necesaria, no dañe las dos barandillas en las que ha de apoyarse la búsqueda de un orden social más justo. A saber: crecimiento y empleo.

De ahí el "análisis exhaustivo" que el supervisor europeo pide al Gobierno para evitar efectos contraproducentes por el impuesto extraordinario a la banca que pretende aprobarse antes de terminar el año. Entre las posibles consecuencias indeseables, el dictamen cita la concesión de crédito a los emprendedores, la competencia entre entidades (solo afecta a las grandes), el traslado del gravamen a los propios clientes y, en general, la "estabilidad financiera" del país, pues al fin y al cabo la banca es generadora de capitales en la creación de riqueza.

No hay que dañar las dos barandillas en las que ha de apoyarse la búsqueda de un orden social más justo. A saber: crecimiento y empleo

De todos modos, el toque del BCE retrata a los teólogos de la Moncloa que, por encima de sus convicciones políticas, acusan a los banqueros de declararse en rebeldía frente a los filantrópicos avances del equipo que lidera Pedro Sánchez. Y tampoco es eso. Pero el toque ha servido al menos para que se contemple la revisión de algunos aspectos de la futura ley, en línea con lo que reclaman los jerarcas del BCE.

No es muy tranquilizante que a tus gobernantes los acusen de pensar después de actuar, en vez de hacerlo al revés. Porque esa es la clave de las objeciones del supervisor europeo. Y en ese punto, llueve sobre mojado. No es la primera vez que el Ejecutivo toma una iniciativa con escasa o nula reflexión previa. Insisto, en el plano técnico, puesto que lo demás responde a una apuesta política legítima. Justa y necesaria, en mi opinión.

"Y en ese punto, llueve sobre mojado. No es la primera vez que el Ejecutivo toma una iniciativa con escasa o nula reflexión previa"

Más que una enmienda a la totalidad pura y dura del impuesto a la banca, que es como lo ven en Moncloa, estamos ante una petición de explicaciones sobre los fundamentos del impuesto y una demanda de datos fiables sobre los razonamientos utilizados para llegar a la conclusión de que el impuesto a la banca no va a generar males mayores.

Como es lógico, no entra el BCE en consideraciones de carácter político. Pero Sánchez se pone en evidencia al seguir objetando el "rescate a la banca" de hace diez años (¿a la banca o a las cajas de ahorro?, ¿a las cajas o a los depositantes?). O, sin ir más lejos, cuando pone a los banqueros y a los grandes empresarios en el bando de los malos, como seres perversos caracterizados a la antigua, con su puro habano y su chistera, mientras conspiran en la sombra contra las políticas de progreso.

Al impuesto a los bancos que se tramita en el Congreso le sobra intención política y le falta rigor técnico. Moraleja del dictamen no vinculante emitido por el Banco Central Europeo que irrita al Gobierno. Sobre todo, a Pedro Sánchez, que ha resuelto su ataque de contrariedad con destemplada alusión al supuesto inspirador del dictamen, Luis de Guindos, vicepresidente del BCE y exministro de Economía con el PP. "Lo conocemos muy bien en la política española", dijo ayer Sánchez en Lisboa.

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