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Antonio Casado

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La España de la Cibeles: ¿pancartas o votos?

Si el sanchismo sobrevive, será por insuficiente voto antisanchista y no porque el presidente secuestre la democracia

Foto: Manifestantes protestando contra Pedro Sánchez. (Reuters/Susana Vera)
Manifestantes protestando contra Pedro Sánchez. (Reuters/Susana Vera)
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Antes de que el impacto de la masiva manifestación del sábado en Cibeles se traslade al debate de mañana en el Congreso por cuenta de las medidas anticrisis, conviene instalarse en la premisa mayor. A saber: si el sanchismo sobrevive al último domingo de mayo y al primero de diciembre, será por desidia o por inferioridad numérica del votante antisanchista, no porque el actual presidente del Gobierno tenga secuestrada la democracia.

De eso le acusan los partidos a la derecha del PSOE que apoyaron la convocatoria, aunque solo asistiera el líder de uno de ellos (Abascal, de Vox). Pero no confundamos democracia enferma con ciudadanía indolente. Ni asumir sin más esta afirmación del manifiesto de la Cibeles: "Regímenes democráticos pueden mutar sin alzamientos militares a populismos colectivistas en los que se desmantela la esencia de la democracia liberal".

Cancelada la histórica dicotomía entre España roja y España rota, los españoles salen a la calle en defensa de la democracia y la Constitución

Más vale remitirse a los estudios demoscópicos, que coinciden en unos índices de fidelidad de voto bajos para el PSOE y altos para el PP. Los gritos y las pancartas del sábado en Madrid y el domingo en Barcelona (plaza Sant Jaume) no son canjeables por alcaldías, presidencias autonómicas o escaños del Congreso. De hecho, el aspirante a la Moncloa, Núñez Feijóo, instó ayer a sus seguidores a no dar por ganado ningún voto, aunque, según el líder del PP, Sánchez haya perdido la calle.

Cancelada ya la histórica dicotomía entre la España roja y la España rota, ahora los españoles salen a la calle en defensa de la democracia y la Constitución. Es la España asociativa que el sábado se citó en Madrid al grito motivante de "Sánchez, vete ya", inspirado en la tesis de que el actual presidente del Gobierno se ha convertido en el peor enemigo de España y el Estado de derecho.

Tesis temeraria donde las haya, aunque hemos de reconocer que el interpelado no deja de dar motivos para estimular a sus adversarios próximos y ajenos a su propia demarcación ideológica. Imposible reconocer en Andrés Trapiello, Juan Luis Cebrián, Miguel Ángel Aguilar, Félix de Azúa, Antonio Caño, Fernando Savater, etc., a peligrosos fachas pendientes de diagnosticar.

A los gritos y las pancartas del sábado no se puede replicar con una supuesta añoranza de la derecha por la "España negra"

Todos ellos aparecían en el reciente manifiesto de periodistas e intelectuales que, entre otras cosas, señalaba la incapacidad de la derecha para recomponer la situación. Pero eso no escondía las tres grandes objeciones formuladas contra Sánchez: malversación del proyecto socialista, alejamiento del espíritu de la Constitución (concordia, no enfrentamiento) y entreguismo a las pretensiones secesionistas.

O sea, más o menos lo que decían los gritos y las pancartas del sábado. Y eso no se replica con alambicadas referencias a la España "uniforme y excluyente" (Sánchez dixit). Tampoco con venenosas alusiones a una supuesta añoranza de la derecha por la "España negra", como las de la ministra de Hacienda y número dos del PSOE, María Jesús Montero. Ni con la indemostrable presencia de banderas anticonstitucionales que, si hubo algunas, fueron inmediatamente retiradas por los organizadores (un centenar de asociaciones legalmente registradas en el Ministerio del Interior), precisamente por ser símbolos ilegales y ajenos al espíritu de la convocatoria.

Antes de que el impacto de la masiva manifestación del sábado en Cibeles se traslade al debate de mañana en el Congreso por cuenta de las medidas anticrisis, conviene instalarse en la premisa mayor. A saber: si el sanchismo sobrevive al último domingo de mayo y al primero de diciembre, será por desidia o por inferioridad numérica del votante antisanchista, no porque el actual presidente del Gobierno tenga secuestrada la democracia.

Pedro Sánchez Alberto Núñez Feijóo
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