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La semana feminista de un Gobierno acorralado
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Antonio Casado

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La semana feminista de un Gobierno acorralado

Pedro Sánchez contraataca en un intento de recuperar la iniciativa en la calle y en el BOE

Foto: Manifestación por el Día de la Mujer celebrada en 2020 en Madrid. (EFE/Ballesteros)
Manifestación por el Día de la Mujer celebrada en 2020 en Madrid. (EFE/Ballesteros)
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Después de la semana del Tito Berni, llega la semana feminista de un Gobierno acorralado. De los mismos creadores, que diría la secretaria de Estado de Igualdad. Y con previo calentamiento de las dos versiones por separado en Madrid. Cada una con sus lemas y sus batucadas. Así fue el sábado, Podemos en Espacio Ventas y PSOE en la Casa de Campo. Y así será el miércoles, en las grandes marchas por el Día de la Mujer.

En su frenética actividad por acortar la distancia con la realidad, Pedro Sánchez contraataca en un intento de recuperar la iniciativa en la calle y en el BOE. Pero no está claro que el hemisferio femenino comparta el feminismo del presidente o el de Irene Montero. Hay otras formas de ser feminista. Y más que dudoso es también que esta oleada que decreta el calendario (8-M, Día de la Mujer), sobre la que surfean la paridad y la contrarreforma del solo sí es sí, sea suficiente para remontar en las encuestas.

Foto: El mediador Marcos Antonio Navarro Tacoronte, con el exdirector del Servicio Canario de Salud Conrado Domínguez.
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No es parar la guerra en Ucrania, lograr el pleno empleo o acabar con las colas del hambre. Al fin y al cabo, solo se trata de trasponer directivas de la Unión Europea (paridad hombre-mujer en los centros de decisión), por una parte. Por otra, de desdecirse de una ley que ha suavizado el horizonte penal de 800 agresores sexuales (toma en consideración de una nueva norma que enfrenta a los socios de la coalición).

También está por ver que el nuevo ataque de feminismo del Gobierno, impulsado por el dogma de la paridad impuesto por Bruselas (ninguno de los dos géneros por debajo del 40% de los puestos ejecutivos en grandes empresas a partir de 2026), vaya a cursar sin polémica en la opinión pública. No tanto en la esfera política, donde España ya presenta envidiables rangos de paridad. Me refiero más bien a la esfera privada, en un sistema que proclama la "libertad de empresa en el marco de una economía de mercado" (artículo 38 de la Constitución española). De hecho, solo dos de las grandes compañías cotizadas en el Ibex 35 cumple con la norma europea del 60-40.

Hablamos de discriminación positiva por razón de género. Justo y necesario. La mujer aporta valores diferenciados incompatibles con las desgracias que el apabullante orden masculino ha causado a la Humanidad (guerras, hambre, desigualdad). Sin embargo, será legítimo que algunos y algunas se pregunten por qué la discriminación positiva no puede aplicarse también en función de otros elementos diferenciales como edad, mérito, titulación, lengua, raza, religión, etc.

¿Qué es en definitiva el 'consentimiento', en técnica jurídica, si no la probada inexistencia de "violencia e intimidación"?

Peor lo tiene el Gobierno en términos de imagen. La coalición ha convertido la remada conjunta en un choque de trenes que se ha hecho habitual en los telediarios por cuenta de un absurdo juego de palabras, pues ¿qué es en definitiva el consentimiento, en técnica jurídica, si no la probada inexistencia de "violencia e intimidación"?

Tan sobreactuado debate es un golpe seguro a la facturación electoral del PSOE. Basta combinarlo con la insistencia de Sánchez en que "es mucho más lo que nos une que lo que nos separa". Cada vez que el presidente dice eso, mientras los socios de Podemos le acusan de falta de compromiso con el feminismo, está trasladando la intención de repetir la coalición en la próxima legislatura si le dan los números.

Es una apuesta desalentadora para un sector de su electorado. Y de dudoso acierto estratégico para Sánchez, porque de todos modos es más lo que pierde por su ala moderada, alérgica a Podemos, que lo que podría sumar en una ecuación de poder con quienes nunca votarían al PSOE.

Después de la semana del Tito Berni, llega la semana feminista de un Gobierno acorralado. De los mismos creadores, que diría la secretaria de Estado de Igualdad. Y con previo calentamiento de las dos versiones por separado en Madrid. Cada una con sus lemas y sus batucadas. Así fue el sábado, Podemos en Espacio Ventas y PSOE en la Casa de Campo. Y así será el miércoles, en las grandes marchas por el Día de la Mujer.

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