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Anatomía del caos a la izquierda del PSOE
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Antonio Casado

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Anatomía del caos a la izquierda del PSOE

Iglesias no quiere que Podemos se diluya en los planes gaseosos de Yolanda. Nunca será una fuerza subalterna de Sumar

Foto: La vicepresidenta económica, Nadia Calviño (i), escucha la intervención de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Chema Moya)
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño (i), escucha la intervención de la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. (EFE/Chema Moya)
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Si antes fue el solo sí es sí, ahora son las pelotas de goma. De un tiempo a esta parte, cuando no es un roto, es un descosido en la ecuación de poder o bloque de investidura sobre el que todavía se asienta el Gobierno Frankenstein. El reciente acuerdo sobre las pensiones fue un espejismo en medio de un ruidoso fuego amigo a la izquierda del PSOE.

Eso dice Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida, uno de los 15 grupos, subgrupos, grupitos o subgrupitos nominados para dar vida electoral al acertijo político de Yolanda Díaz. Que todo esto es ruido, aunque “no ayuda a la construcción de un proyecto conjunto”, según el ministro de Consumo. Digamos caos, pero vale también despelote, desbarajuste o barullo de imprevisible desenlace. Y no sé con qué cara seguirá Sánchez apostando por la continuidad del Gobierno progresista porque “es más lo que nos une que lo que nos separa”.

Lo último ha sido el frenazo de ERC y Bildu a la reforma de la ley mordaza. Esta vez, PSOE y UP quedan del mismo lado en defensa de la reforma rechazada en la Comisión de Interior del Congreso, mientras los costaleros nacionalistas “se venden” a la derecha, si aplicamos la moral podemita contra los compañeros socialistas que hace unos días unieron sus votos a los del PP en la contrarreforma del solo sí es sí.

El nuevo descosido en la peana del poder de Sánchez supone que el uso de las pelotas de goma, las faltas de respeto a la policía o las devoluciones en caliente siguen tal y como las dejó Rajoy cuando el PP fletó la Ley de Seguridad Ciudadana en 2015. Y supone también la fractura interna de UP. Por un lado, Podemos critica al portavoz en la Comisión de Interior (Enrique Santiago, de IU) y, por otro, hace culpable del fracaso al PSOE por su falta de voluntad política para cargarse una ley de Rajoy y no querer entenderse con ERC y Bildu para lograrlo.

Foto: Yolanda Díaz e Irene Montero en el Congreso. (EFE/Kiko Huesca)

Todo ello, en las tormentosas vísperas de la anunciada reunión de Yolanda Díaz con los jefes de filas de los grupos llamados a formar parte del proyecto Sumar, respecto al que Podemos quiere ser el sumando decisivo. Y no estará en la foto final sin pacto previo que garantice su peso y su presencia en la coalición electoral que salga de la reunión, si es que sale.

Su líder fáctico, Iglesias Turrión, parece dispuesto a acreditar con hechos que está arrepentido por haberla señalado como sucesora. No permitirá de ninguna manera que Podemos se diluya en los planes gaseosos de Yolanda Díaz. Nunca será una fuerza subalterna en el proyecto de la vicepresidenta. Y a esta no le bastará con pedir a Pablo que esté “a la altura”, porque la lógica de este es irrebatible.

Las aportaciones declamatorias de la aún vicepresidenta segunda del Gobierno nunca podrán competir con la presencia política de Podemos. Ni con su capacidad movilizadora a través de su maquinaria organizativa. Por eso, Iglesias reclama primarias abiertas. Las primarias para quien se las trabaja. En la calle, no en los despachos (la fundacional doctrina de Yolanda que ahora se le puede volver en contra).

La experiencia es un grado en el partido de la ministra Montero (Irene), que justamente acaba de aprobar un máster de valoración entre los suyos, lo cual también contará a la hora de la única verdad en el negocio de la política: la posición en los puestos de salida de las listas electorales.

Si antes fue el solo sí es sí, ahora son las pelotas de goma. De un tiempo a esta parte, cuando no es un roto, es un descosido en la ecuación de poder o bloque de investidura sobre el que todavía se asienta el Gobierno Frankenstein. El reciente acuerdo sobre las pensiones fue un espejismo en medio de un ruidoso fuego amigo a la izquierda del PSOE.

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