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El primero de mayo y los sindicatos menguantes
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Antonio Casado

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El primero de mayo y los sindicatos menguantes

La representación de los trabajadores tiende a canalizarse en organizaciones alternativas a las vías sindicales

Foto: Los líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo. (EFE/R. García)
Los líderes de UGT y CCOO, Pepe Álvarez y Unai Sordo. (EFE/R. García)
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Con el paso de los años, el 1 de mayo, fecha emblemática del movimiento obrero, consagrada en los calendarios occidentales como Día Internacional de los Trabajadores, ha devenido en pretexto para la escapada (la España de los atascos) y en mera dosis de recuerdo sobre la tendencia declinante de las grandes centrales sindicales.

Si exceptuamos la curiosa excepción de los países nórdicos (del 65% de afiliación en Suecia al 92% en Islandia), el sentido de pertenencia a este colectivo ha retrocedido notablemente. En España, conserva su poder en los llamados "convenios colectivos" y la negociación de pactos sociales con Gobierno y patronal, pero la afiliación no pasa del 12,5% (fuente OCDE), muy lejos del nivel alcanzado en tiempos de la transición democrática, cuando casi la mitad de los obreros pertenecían a alguna de las organizaciones sindicales de la época: exactamente el 44,5% el año del referéndum constitucional (1978).

Los sindicatos influyen en "convenios colectivos" y pactos sociales con Gobierno y patronal, pero la afiliación no pasa del 12,5%

Y no es porque haya desaparecido la conflictividad entre los asalariados y sus respectivos patrones públicos o privados, sino porque la representación de aquellos tiende a canalizarse en organizaciones alternativas. Véase, por ejemplo, lo ocurrido en el conflicto de los camioneros del año pasado, el actual movimiento huelguístico de los trabajadores de la Administración de Justicia y las movilizaciones anunciadas por una organización de nuevo cuño en el sector agrario con el nombre de SOS Rural (convoca manifestación masiva el 14 de mayo en Madrid).

Son los síntomas de un fenómeno frecuente en la vecina Francia, donde los conflictos más duros y televisados (chalecos amarillos, pensiones, quema de neumáticos y barricadas urbanas) conviven con un bajísimo nivel de afiliación (apenas el 4%). Un historial de corrupción y malas prácticas explica el apagón de los sindicatos, desaparecidos en el humo de los neumáticos ardiendo en las calles de París. Teatralización de la violencia, se dice. Extrasindical, por supuesto.

Aquí somos más de pancarta y corte de carreteras. No estamos todavía en los niveles de desprestigio de los sindicatos franceses. No obstante, tampoco andamos escasos de dosieres en cuanto a daños reputacionales por casos de corrupción. Más en UGT que en CCOO. Suficiente para decir, evocando a García Márquez, que los sindicatos españoles no tienen quien les escriba. Se han vuelto innecesarios en pregonar mensajes sobre la indefensión del obrero ante la precariedad laboral, las empresas globalizadas, el teletrabajo y las nuevas tecnologías.

Foto: Disturbios en Madrid durante el Día Internacional del Trabajo de 1923.

La descomprometida pancarta de la manifestación convocada para hoy en la capital de España por UGT y CCOO cabalga sobre lo genérico: "Subir salarios, bajar precios, repartir beneficios". No sirve para reactivar el antiguo poder de los sindicatos, pero esquiva alusiones a problemas reales del aquí y ahora de los trabajadores. Por ejemplo, el paro juvenil, la individualización del trabajo o la explotación de los migrantes, los repartidores o las empleadas del hogar. Elude incluso las maniobras de las grandes empresas para desactivar a los sindicatos como organizaciones constituidas "con el objetivo de reforzar y defender los intereses de los trabajadores", según definición de la OIT.

Mucho ha llovido desde los hechos de aquel primero de mayo de 1886 en EEUU y la huelga general que tres días después dio lugar a los famosos mártires de la plaza Haymarket de Chicago. Y nada que ver con la situación española de 1890, cuando el PSOE suscribió la resolución de la II Internacional declarando el 1 de mayo Fiesta del Trabajo.

133 años después se ha convertido en una fecha tan recurrente como el Día de la Madre, el padre, la mujer, el libro, el árbol, el orgullo gay, los trasplantes, el cáncer, la sonrisa, el beso, el eructo… y qué sé yo.

Con el paso de los años, el 1 de mayo, fecha emblemática del movimiento obrero, consagrada en los calendarios occidentales como Día Internacional de los Trabajadores, ha devenido en pretexto para la escapada (la España de los atascos) y en mera dosis de recuerdo sobre la tendencia declinante de las grandes centrales sindicales.

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