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Paz social en la charca política
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Antonio Casado

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Paz social en la charca política

El Gobierno queda fuera de la foto de un pacto salarial que no marca el paso de las encuestas en vísperas electorales

Foto: El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (i), y los líderes de los sindicatos UGT, Pepe Álvarez (d), y CCOO, Unai Sordo. (EFE/Chema Moya)
El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi (i), y los líderes de los sindicatos UGT, Pepe Álvarez (d), y CCOO, Unai Sordo. (EFE/Chema Moya)
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En la foto del pacto salarial que hoy firman sindicatos y patronal no sale Sánchez. Ni Feijóo, ni Abascal, ni otros actores implicados en la batalla electoral que nos aturde. Un remanso de paz social en medio de la charca política que nos polariza. Pájaro en mano entre ciento volando. Un logro de la sociedad civil no afectado por el coeficiente reductor exigible al voluntarismo que transpiran las decisiones del Consejo de Ministros.

El pacto no marca el paso de las encuestas en vísperas de la doble llamada a las urnas. Por fin un acuerdo de país sale adelante con la conformidad y el aplauso exterior de las dos fuerzas políticas centrales, la que gobierna y la que aspira a gobernar. Sin embargo, ni el PSOE ni el PP están habilitados para autojalearse a favor de sus respectivas causas electorales. Buena noticia.

Coincido en la cita de Garamendi (CEOE) y Pepe Álvarez donde Alsina (Onda Cero). Mientras los escucho, nada me recuerda al “capitalismo depredador” endosado por la izquierda al presidente de la patronal. Tampoco detecto ni de lejos la función de terminal del Gobierno Sánchez endosada por la derecha a la UGT y, por extensión, a Comisiones Obreras, que es el otro firmante del pacto en representación de los trabajadores, además de Cepyme por el lado empresarial.

Bien al contrario, Garamendi y Álvarez hablan con una sola voz sobre la importancia de garantizar la paz social en la próxima legislatura. Se trata de aportar a lo largo de 32 páginas elementos de certeza que garanticen, a su vez, la estabilidad que necesita el sistema productivo, cuya salud se reconoce en términos de crecimiento económico y creación de empleo.

Foto: El secretario general de CCOO, Unai Sordo. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

El marco del acuerdo garantiza un aumento del poder adquisitivo de los trabajadores del 10% cómo mínimo y del 12% como máximo a lo largo de los dos próximos años y lo que llevamos de este. Pero no garantiza, como es lógico, que la inflación quede por debajo de los topes previstos (mejor hipótesis para el trabajador) o los desborde por arriba (peor para los trabajadores). Es la esencia de los acuerdos, donde cada parte cede lo necesario en favor de objetivos comunes de mayor cuantía. Garamendi los echa de menos en todos los órdenes de la vida. Están perfectamente descritos cuando en el terreno económico-social se confrontan los intereses del empresario con los del trabajador. A saber: paz social derivada de un marco estable en las pautas de contratación laboral y negociación colectiva adecuadas a la situación concreta de cada mesa negociadora.

Todo un ejemplo de los agentes sociales para una clase política donde los partidos principales se miran a cara de perro. Mucho más en vísperas de una doble llamada a las urnas. La economía también forma parte de la batalla electoral. Por eso ha sido mayor la onda expansiva del mensaje de Garamendi, compartido con los dirigentes sindicales, cuando dice que el Gobierno no ha pintado nada en el V Acuerdo Interconfederal para el Empleo y la Negociación Colectiva (ANEC) y que nada se le ha perdido en la escenificación de la firma anunciada para hoy.

El pacto es un ejemplo para una clase política donde los partidos principales se miran a cara de perro. Y mucho más en vísperas electorales

Su botadura se produce en medio de un agobiante clima electoral, tras un año de discretas y a veces duras negociaciones, mucho más complicadas que la renovación del CGPJ, por ejemplo. Ni que lo hubieran calculado, oiga. Pero no ha habido tal. Dice Pepe Álvarez que “no era esa la intención”. Al preguntarle si, en todo caso, el acuerdo puede jugar más a favor de la izquierda que de la derecha, o al revés, aprovecha para referirse a la transversalidad de los afiliados a UGT donde, según él, hay votantes de partidos a uno y otro lado de la barricada ideológica.

Y Garamendi no pierde ocasión de pedir al Gobierno que haga su trabajo. Por ejemplo, mejorando el funcionamiento de la atención primaria en la sanidad pública para que las listas de espera no acaben siendo causa objetiva del absentismo laboral.

En la foto del pacto salarial que hoy firman sindicatos y patronal no sale Sánchez. Ni Feijóo, ni Abascal, ni otros actores implicados en la batalla electoral que nos aturde. Un remanso de paz social en medio de la charca política que nos polariza. Pájaro en mano entre ciento volando. Un logro de la sociedad civil no afectado por el coeficiente reductor exigible al voluntarismo que transpiran las decisiones del Consejo de Ministros.

CEOE Sindicatos Salarios de los españoles
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