Al Grano
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A Feijóo se le puso cara de presidente
Como dando por hecho su salto a la Moncloa, desplegaba ayer en Onda Cero su pasión derogatoria sobre una parte de la obra legislativa de este Gobierno
En el momento de saber que Sánchez adelantaba al mes de julio las elecciones generales previstas para diciembre, los españoles también supieron que el relevo en la Moncloa estaba cantado. Ninguna fuente mejor que la boca del líder recién desplumado en las urnas. Si dos meses cunden más que seis para intentar la remontada, es que se ha dado todo por perdido.
El propio presidente ha concedido carta de naturaleza a ese clima de opinión. Los supuestos motivos de la decisión no se han visto convalidados por los hechos. No se ahogó, sino todo lo contrario, el eco de la victoria del PP. El rearme del bloque de izquierdas es por ahora un vuelo de puñales. Y el malestar interno del PSOE persiste a la luz de un diagnóstico generalizado: los españoles han castigado al presidente en el trasero de los candidatos socialistas del 28-M.
Algo llama poderosamente la atención. Entiendo que su gestión al frente del Gobierno tiene luces y sombras. No me costaría defender que son más las luces. Sin embargo, el argumento se hunde cuando es el propio Sánchez quien lo defiende. Se dirá que la gestión puede objetivarse como buena o mala, al margen de quien la pregone. Pero hasta esa lógica es atropellada por un presidente que ha perdido la credibilidad. Y toda la campaña va a estar marcada, ya lo está, por la generalizada sensación de que ya es imparable el retorno de la derecha al poder después del lustro sanchista.
Toda la campaña va a estar marcada por la sensación de que ya es imparable el retorno de la derecha al poder después del lustro sanchista
Véase con qué aplomo de ganador está apareciendo Feijóo en sus últimas apariciones. Como dando por hecho su salto a la Moncloa, desplegaba ayer en Onda Cero su pasión derogatoria sobre una parte de la obra legislativa de este Gobierno (memoria democrática, eutanasia, transexualidad…).
A partir de ahí se entiende la propuesta unilateral de Sánchez para seis cruces televisados con el aspirante Feijóo. “Los debates no se imponen, se negocian”, ha respondido el líder del PP donde Alsina. Cada uno juega sus cartas como le parece. Y en la Moncloa creen estar haciendo lo más conveniente a sabiendas de que la calle es territorio comanche para el titular. La facilidad con la que el presidente atrae al ciudadano furioso aconseja preservarlo del contacto directo con el pueblo soberano. Mejor el plató que el contacto con la gente en la calle, aunque me temo que incluso esos eventuales debates en TV (que, naturalmente, el aspirante rechaza, si se proponen al peso) también podrían amplificar los rasgos negativos del presidente, empezando por el incurable hundimiento de su imagen y siguiendo por el ninguneo de sus propios aliados, a los que se regatea la participación en los debates.
La facilidad con la que el presidente atrae al ciudadano furioso aconseja preservarlo del contacto directo con el pueblo soberano
“Quien crea que el futuro de España se resume en una foto de Sánchez y Feijóo está fuera de la realidad”, dice Yolanda Díaz que, a cuarenta y tantos días de las urnas, sigue ofreciendo a los electores proyectos de país tan gaseosos como este: “Vamos a seguir sumando para construir el futuro”, mientras sigue librando con los dirigentes de Podemos una descarnada batalla por los puestos de salida en distintas circunscripciones.
Y por las mismas, también se entiende la recurrente propuesta de Feijóo para que gobierne la lista más votada. Las propias señales de Sánchez garantizan que no va a ser en ningún caso la del PSOE, al tiempo que a su izquierda se espesa aún más la bruma yolandista y los 22 ministros del Gobierno sienten que se acerca el día de la mudanza.
Dicen las crónicas que Sánchez busca acomodo en las listas electorales del 23 de julio a los caídos del 28 de mayo y a sus 14 ministros socialistas, mientras que al otro lado de la barricada política se hacen quinielas sobre los futuros ministros de Feijóo, especialmente los del área económica (Garicano, Báñez, Vázquez), embarcados ahora en un documento sobre las primeras 100 medidas del futuro Gobierno del PP.
En el momento de saber que Sánchez adelantaba al mes de julio las elecciones generales previstas para diciembre, los españoles también supieron que el relevo en la Moncloa estaba cantado. Ninguna fuente mejor que la boca del líder recién desplumado en las urnas. Si dos meses cunden más que seis para intentar la remontada, es que se ha dado todo por perdido.
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