Feijóo enseña sus cartas en el mercado de la política

Dejó escrito Platón que el hombre es el más sabio de los animales porque sabe contar. Por las mismas, nos advertía expresamente que no debíamos confundir la aritmética con el cálculo de los mercaderes. ¿Y qué otra cosa es la política, sino un mercado al que un partido acude a comprar o vender al peso su cosecha electoral en función del apetito de poder propio o ajeno?

Me permito esta digresión en la jornada constitutiva de los ayuntamientos tras las urnas de mayo. Y, sobre todo, de cara al venidero escenario político nacional tras las elecciones del 23 de julio, en función de la aritmética parlamentaria que salga de las urnas. Absténganse los dispensadores de moralina que se escandalizan porque, para completar sus propias ecuaciones de poder, las mayorías hacen un hueco a las minorías acampadas al mismo lado de la barricada. La ultraderecha, en el caso del PP. Enemigos de la Constitución, en el caso del PSOE.

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Son los números, estúpido, que diría el famoso cuento para politólogos, avispados, tertulianos y finos analistas. Como las olas en el malecón de La Habana, ahí rompen las admoniciones de quienes denuncian que Feijóo asume el marco ideológico de Vox y de quienes acusan a Sánchez de simpatizar con los odiadores del régimen del 78. Pero si es a la luz de la legalidad democrática, no a la de nuestras particulares posiciones ideológicas o preferencias políticas, no entiendo por qué ha de ser de mejor condición lo uno que lo otro en una política de bloques como la que condiciona la lucha por el poder aquí y ahora.

Esta apelación a la simetría argumental es el chubasquero del PP tras su encamamiento valenciano con Vox y ante los pactos municipales anunciados para las votaciones de hoy en numerosos ayuntamientos. De Elche a Durango, pasando por Valladolid, Burgos, Guadalajara, Ciudad Real, Toledo… Son las cartas marcadas que el PP destapa para que nadie se llame a engaño si los números del 23 de julio exigen franquear el paso de la ultraderecha hacia el poder institucional. Con la esperanza de que se normalice en los marcos legales, como ya se normalizó la presencia de los enemigos del Reino de España en el Gobierno central. Porque desde Ferlosio para acá el "gallo rojo" se ha desteñido y el "gallo negro" solo es gris marengo.

Eso sí, reconozcamos que Feijóo ha hecho la operación "vacuna" (Vox en la corriente sanguínea del sistema) bajo los efectos de la desinhibición generada por un gol en propia meta del PSOE. Me refiero a las declaraciones del delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, sobre las aportaciones de Bildu a la causa nacional ("Ha hecho más por España y los españoles que los patrioteros de pulsera").

Entre alcalde del PNV apoyado por PSE o alcalde de Bildu con apoyos de su cuerda, el concejal del PP inclinará la balanza

Así que hoy la noticia está en Durango, donde reside la mitad de la clase política del País Vasco. En la votación constitutiva del Ayuntamiento, gobernado durante los últimos cuatro años por Bildu, solo habrá seis medios de comunicación, de los 38 que han pedido acreditarse. El único concejal del PP, Carlos García, es el voto decisivo. Entre alcalde del PNV apoyado por PSE o alcalde de Bildu con apoyos de su cuerda, el concejal del PP (ha nacido un héroe en la narrativa de Feijóo) inclinará la balanza con toda seguridad hacia el primero.

¿A cambio de nada? Bueno, a cambio de salir ganando en el juego de las comparaciones odiosas y de darse un chute adicional de motivación dentro y fuera del País Vasco. Si no, ya me contarán ustedes a que viene la presencia en Durango del alter ego de Díaz Ayuso, su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez, que a estas horas se estará peleando en la alcaldía por un hueco en el salón de plenos. Solo por el placer de reconocerse en el titular que va a generarse a media mañana de hoy: "El PP expulsa a Bildu de una de las ciudades más pobladas de Vizcaya".