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Milonga del plan de vuelo y el piloto borracho
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Antonio Casado

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Milonga del plan de vuelo y el piloto borracho

El PP habla de derogar el sanchismo y el PSOE se prepara para responder preguntas sobre el futuro del presidente

Foto: El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Julio Muñoz)
El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE/Julio Muñoz)
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En este mismo periódico ha deplorado Esteban Hernández (“La entrevista de Alsina a Sánchez”) la banalización de una campaña electoral enredada en “el carácter y la personalidad del presidente del Gobierno” porque nos distrae de los verdaderos problemas de España y de los españoles.

Pero ¿a quién le importa el plan de vuelo si entre los pasajeros se extiende la sospecha de que el piloto está borracho?

Me disculpo por la milonga, pero es la clave. Lo que está en juego es la salud de los pasajeros. Y eso inspiró la personalización de las preguntas en el interrogatorio de Alsina (“¿Por qué miente tanto?”, “¿Se cree fiable?”, “¿Qué ve cuando se mira al espejo?”), sobre fondo de un muy arraigado estado de opinión pública. Tan arraigado que se ha convertido en elemento central de la precampaña electoral del 23 de julio, como reconoce con disgusto el propio Esteban.

Así es. Núñez Feijóo, el aspirante, concentra su potencia de tiro en la “derogación del sanchismo”. Y en el estado mayor del titular se acepta el reto distribuyendo un argumentario para responder preguntas sobre el futuro del presidente. A saber: “Los españoles tienen la palabra”, pero es “nuestro mejor activo” y motivación no le falta (“Tengo más ganas que nunca”, ha dicho el propio Sánchez).

El resultado es que, efectivamente, problemas de mayor cuantía como vivienda, educación, sanidad, transición energética, cambio climático y otros desafíos globales desaparecen del debate mientras los circuitos políticos y mediáticos se saturan con referencias a la personalidad del presidente del Gobierno y absurdas controversias nominalistas sobre el dramático fenómeno de las mujeres víctimas de la violencia machista.

Toda precaución es poca ante los dispensadores de moralina democrática. Los valores son los primeros en caer en la lucha por el poder

Es el minuto y resultado de la campaña. La banalización de la lucha por el poder. Nada nuevo en un tiempo de urnas que exige aplicar un coeficiente reductor a las promesas de los candidatos y los aspavientos de sus corifeos. Muchos se ponen estupendos en nombre de grandes palabras mientras se bracea por un puesto de salida en las listas electorales, o se mercadea con la cosecha electoral (compraventa de escaños al peso).

Los valores pregonados son los primeros en caer. Así que todas las precauciones son pocas frente a los dispensadores de moralina democrática.

Foto: El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, durante un mitin en Dos Hermanas (Sevilla), el pasado domingo. (EFE/Julio Muñoz)

En algo sí tiene razón Sánchez: cuando pide no elevar a categoría las desafortunadas palabras del delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, sobre las filantrópicas acciones de Bildu. Es rigurosamente falso que dirigentes y militantes socialistas, según las acusaciones del PP, compartan las tesis de los exetarras alojados en el seno de esa coalición abertzale.

Pero también es rigurosamente falso que el PP, según acusa el propio Sánchez, esté asumiendo los postulados de la ultraderecha al pactar con Vox en determinados ayuntamientos o comunidades autónomas (violencia machista, negacionismo climático, racismo, xenofobia, etc.).

Entre otras cosas porque hay mandatos legales superiores (leyes aprobadas por las Cortes Generales), regulados a escala nacional con carácter imperativo respecto a cualquier protocolo autonómico o municipal que no se ajuste a dicha regulación. Y porque no es lógico ni previsible que la mayoría se deje secuestrar por la minoría.

En este mismo periódico ha deplorado Esteban Hernández (“La entrevista de Alsina a Sánchez”) la banalización de una campaña electoral enredada en “el carácter y la personalidad del presidente del Gobierno” porque nos distrae de los verdaderos problemas de España y de los españoles.

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