Es noticia
El Rubicón que no quiso pasar Prigozhin
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

El Rubicón que no quiso pasar Prigozhin

Entre el deseo y la realidad, queremos creer que el proceso de implosión del régimen de Putin ya no tiene marcha atrás

Foto: Un hombre en patín delante de un tanque de Wagner en Rostov. (EFE)
Un hombre en patín delante de un tanque de Wagner en Rostov. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Cubierta su triunfal etapa de conquistas en las Galias, Julio César, patricio, militar y político ilustrado, alcanzó la cima del poder en la república romana (49 antes de Cristo) después de pasar el Rubicón, marchar sobre Roma contra su amigo Pompeyo y provocar una guerra civil.

Yevgeny Prigozhin, el facineroso que sedujo a Putin por la cocina y degeneró en jefe de los mercenarios de Wagner, quería ajustar cuentas con el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor rusos. Le habían dado de plazo hasta final de mes para integrarse en el Ejército (decreto del 11 de junio, apoyado por el Kremlin). Así que marchó sobre Moscú contra su amigo. Pero, como los malos porteros de fútbol, se quedó a media salida. ¿Solo por no provocar derramamiento de sangre rusa, según sus propias declaraciones?

El jefe de los mercenarios de Wagner se quedó a media salida, como los malos porteros de futbol, con sus tanques a 200 km de Moscú

"Lo que no sabes por ti mismo es que no lo sabes". Esta máxima de Bertolt Brecht me sale al paso cuando braceo por saber qué pasa realmente en la corte del zar con pecho de hormigón que manda en Rusia. Más concretamente, por conocer los motivos de la arrancada de caballo y parada de burro protagonizada este fin de semana por Prigozhin cuando estaba a 200 km de Moscú con sus columnas de tanques y mercenarios. ¿Al borde de una guerra civil o todo ha sido una representación teatral de este tan ambicioso como absurdo personaje?

Hasta ahí llegó lo que muchos analistas habían descrito ya como el alea jacta est de este napoleoncito de barriga cervecera. Tras la mediación del presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, Prigohzin fue al exilio y no hubo nada. Ni guerra civil, ni golpe de Estado, ni procesamientos por rebelión militar.
En una inesperada alocución televisiva del sábado, Putin condenó la iniciativa de su viejo amigo y anunció consecuencias para los "traidores". Pero, unas horas después, pelillos a la mar, amnistía para los "traidores" y exilio para Prigohzin en la Bielorrusia de Lukashenko, donde "es relativamente habitual caerse de una ventana", como escribe Alicia Alamillos en este mismo periódico. Nada nuevo. Sería uno más de los muchos oligarcas que se han "suicidado" desde el comienzo de la guerra de Ucrania por haberse atrevido a discrepar de Putin.

O sea, como si no hubiera pasado nada. Sin embargo, muchos analistas sostienen que, aunque los Wagner no hayan llegado a pasar el Rubicón, el proceso de implosión del régimen autocrático de Putin ya no tiene marcha atrás. Algo que, entre la realidad y el deseo, uno está dispuesto a repicar frente a otros analistas escépticos respecto al opaco desbarajuste entre los jerarcas del Kremlin.

El propio Putin habló el sábado en televisión de la "disolución del Estado", como un riesgo vinculado a la rebelión de Prigohzin

Una pista. Que el propio Putin hablase en su alocución televisada de la "disolución del Estado", como un riesgo vinculado a la marcha sobre Moscú de los tanques de Prigohzin, es una forma de reconocer que la hipótesis está sobre la mesa de quien gobierna en la segunda potencia militar del mundo.

Leña al fuego fatuo de las conjeturas. La única forma de tantear las verdaderas relaciones de poder en la Rusia de Putin es una confusa marea especulativa que nos remite inevitablemente a las premonitorias advertencias de Vasili Grossman cuando nos prevenía frente a una Rusia acostumbrada a la grandeza y reñida con la democracia.

Mucho antes que el autor de Vida y destino, el marqués de Custine, en su viaje a la Rusia del siglo XIX, ya nos había hecho entender que su cultura, la misma que inspiró a los zares y a los comunistas, no está acostumbrada a las leyes de lo que llamamos "democracia" quienes hemos tenido la mala suerte de caer en el "abismo de Occidente" (Putin dixit).

Cubierta su triunfal etapa de conquistas en las Galias, Julio César, patricio, militar y político ilustrado, alcanzó la cima del poder en la república romana (49 antes de Cristo) después de pasar el Rubicón, marchar sobre Roma contra su amigo Pompeyo y provocar una guerra civil.

Vladimir Putin Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda