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Antonio Casado

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Sed de centralidad: el grito de Felipe

El pactismo PP-PSOE sugerido por el expresidente, en nombre de la tercera España, se perderá en la polvareda

Foto: Felipe González, durante la pasada presentación del monográfico de 'Nueva Revista' titulado "Pactar es progresar". (EFE/Fernando Villar)
Felipe González, durante la pasada presentación del monográfico de 'Nueva Revista' titulado "Pactar es progresar". (EFE/Fernando Villar)
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Decía Pérez Galdós que "el destino de los españoles es vivir en la agitación como la salamandra en el fuego". Sostenía el escritor canario que el problema no era la existencia de dos Españas, sino que estas se odiaran a muerte. Ha llovido mucho desde entonces.

De todo eso nos curamos en 1978, cuando se hizo la Constitución de las dos Españas.

Hoy, los ciudadanos de este país se reconocen mayoritariamente en posiciones alejadas de los extremos y sienten aversión a la inestabilidad. Es la tercera España, que celebraría el reencuentro de los partidos centrales del sistema, el derecho y el izquierdo, en las políticas de Estado. Las que realmente interesan al ciudadano, no a los líderes en lucha por el poder.

El bipartidismo se refuerza. En 2019 (abril), la suma PSOE-PP fue de 189 escaños. Hoy, los sondeos avanzan cifras en torno a los 250

Sed de centralidad en una España descentrada. Ese es el sentido de la propuesta del expresidente del Gobierno Felipe González cuando recomienda franquear el paso a la lista más votada si la alternativa es la repetición de elecciones o la promoción de los extremismos. Me parece que predica en el desierto. "Impensable", ha dicho otro expresidente socialista, Rodríguez Zapatero, por cuya boca habla Pedro Sánchez, que es el interpelado implícito en la propuesta de González.

Aunque el histórico líder socialista no los menciona, es evidente que los destinatarios del grito por la centralidad son el PP y el PSOE. "Pónganse de acuerdo", se titula su comentadísimo artículo en Nueva Revista, inspirado en el muy probable caso de que ninguno de los dos pueda gobernar en solitario. Con más razón si uno de los dos, aun perdiendo la capacidad de gobernar, conserva la capacidad de bloqueo.

La propuesta rema a favor de corriente. El bipartidismo aparece reforzado en las encuestas después de los años tontos, previos a la caída de Rajoy en la moción de censura que encumbró a Sánchez (junio de 2018). La suma de diputados de los dos grandes partidos en 2019 fue de 189 en las elecciones de abril y de 200 en noviembre. Hoy, las encuestas dan cifras cercanas o superiores a los 250 en el bloque de la centralidad (PP más PSOE). Así, un eventual pacto de ambos, inspirado en la estabilidad del país, la salud de la democracia y el interés general, frenaría en seco las desmedidas exigencias de los partidos extremistas, tanto por la izquierda como por la derecha.

Foto: El expresidente del gobierno, Felipe González, durante la presentación este miércoles del monográfico de "Nueva Revista" que lleva por título "Pactos". (EFE/Fernando Villar)

Creo que el grito de Felipe se perderá en la polvareda de una confrontación cada vez más banalizada. Es desolador comprobar que el PSOE no ha encontrado mejor argumento de resistencia que esparcir obsesivamente el miedo a Vox. Tal para cual, pues el PP se trabaja la conquista de la Moncloa con continuas alusiones a los sediciosos amigos de Sánchez.

Inspirado en la obra del 78 y la histórica precuela de los Pactos de la Moncloa, formula Felipe González su apuesta por un Gobierno del PP respaldado por el PSOE, o al revés, si es el caso, como la mejor garantía de una legislatura estable basada sobre el consenso en lo fundamental y la confrontación en lo secundario. Y como la mejor forma de recuperar el favor de la ciudadanía, convencido como está de que los "pactos de centralidad" nunca son castigados en las urnas, sino todo lo contrario.

Estamos ante un cualificadísimo alegato contra la política de bloques que polarizan la sociedad y generan debates muy alejados de los verdaderos problemas de los españoles. No es el único. Muchas voces de la llamada vieja guardia del PSOE le zumban en los oídos a Pedro Sánchez, señalado por su tendencia a confundir sus intereses con los intereses generales, e incluso con los de su propio partido.

Decía Pérez Galdós que "el destino de los españoles es vivir en la agitación como la salamandra en el fuego". Sostenía el escritor canario que el problema no era la existencia de dos Españas, sino que estas se odiaran a muerte. Ha llovido mucho desde entonces.

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