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Pista para el separatismo
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Antonio Casado

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Pista para el separatismo

Está por ver que los grupos independentistas prefieran la continuidad de Sánchez en la Moncloa

Foto: Preparativos para las elecciones. (EFE/Ramón de la Rocha)
Preparativos para las elecciones. (EFE/Ramón de la Rocha)
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Último tramo de una campaña para olvidar. El desenlace no vendrá determinado por unos programas que nadie lee y de los que nadie habla. Ni siquiera sus abajo firmantes, cuyos equipos electorales se han visto desbordados por las cuatro palabras que nacieron en la calle con la indisimulada intención de decorar las cuatro esquinas de la tumba política de Sánchez: "Que te vote Txapote". Estamos en la cuenta atrás.

Los mejores y los peores instintos de los 37 millones de españoles convocados a las urnas del domingo que viene se queman en extemporáneos debates sobre teatralizadas alarmas antifascistas, absurdos concursos en el arte de mentir más y mejor, las distintas modalidades de feminismo prêt-à-porter o el Falcon de Pedro Sánchez.

Foto: Carteles electorales en Gijón, Asturias. (EFE/Paco Paredes)
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En una democracia consolidada como la nuestra, todo eso nos distrae de lo realmente importante, lo que está por encima de cualquier contingencia política, incluido el cambio de ciclo anunciado por las encuestas. Me refiero a la doble y apremiante tarea de mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y preservar el sano funcionamiento del Estado de derecho. En mi humilde opinión, ninguna de las dos está amenazada por la credencial ideológica del futuro Gobierno, sea el que sea, monocolor del PP, bicolor de derechas o multicolor de izquierdas con apoyo parlamentario de nacionalistas periféricos.

Estabilidad, divino tesoro. En vísperas del paso por las urnas del 23-J, ninguna otra demanda debería imponerse sobre este clamor de los creadores de riqueza y los millones de españoles instalados en la moderación fronteriza e incluso intercambiable a efectos electorales entre los dos grandes partidos de la centralidad.

Dicho sea, por la no descartada posibilidad de que el recuento del domingo nos abocase a una repetición de elecciones. Es decir, un indeseable escenario de bloqueo por aversión al eventual socio ultraderechista del PP (léase Vox), en el caso del PSOE. O por aversión a los socios separatistas del tándem PSOE-Sumar (léase ERC y Bildu), en el caso del PP.

Foto: Observatorio electoral. (EC)

El segundo de los escenarios envenena mis sueños. Está por ver que los grupos vascos y catalanes más sensibles a la tentación secesionista prefieran la continuidad de Sánchez en el Palacio de la Moncloa. Sobre todo, después de oír a la izquierda de la izquierda, por boca de Yolanda Díaz, que la independencia de Cataluña no está sobre la mesa. "Voy a trabajar por una España con Cataluña dentro", ha dicho.

Pero las mejores claves las aporta ERC cuando, acusada por Junts de haberse arrodillado en Madrid sin avanzar en la hoja de ruta del independentismo, advierte a los socialistas de que esta vez el precio será más alto (Gabriel Rufián dixit). Escuchemos también a Arnaldo Otegi (Bildu) cuando se ratifica en la apuesta por una España "rota" como paso previo a la España "roja".

Estabilidad, divino tesoro. En vísperas del paso por las urnas del 23-J, ninguna otra demanda debería imponerse

La resultante que emiten estas señales está clara, a mi juicio. Ningún reactivador mejor para su causa (la de dichos grupos) que un Gobierno jacobino y re-centralizador en modo obra predilecta de una alianza PP-Vox a escala nacional como la ya vigente a escala autonómica en Castilla y León, Valencia, Extremadura y Baleares.

Ese es uno de los ingredientes —el más relevante, a mi juicio— de la inestabilidad que se avecina si al PP no le dan los números para gobernar en solitario ni en coalición con Vox.

Último tramo de una campaña para olvidar. El desenlace no vendrá determinado por unos programas que nadie lee y de los que nadie habla. Ni siquiera sus abajo firmantes, cuyos equipos electorales se han visto desbordados por las cuatro palabras que nacieron en la calle con la indisimulada intención de decorar las cuatro esquinas de la tumba política de Sánchez: "Que te vote Txapote". Estamos en la cuenta atrás.

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