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La única bala de Feijóo sigue en la recámara
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Antonio Casado

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La única bala de Feijóo sigue en la recámara

El cambio de ciclo planea sobre el PP, pero su líder caería antes de tiempo si deja de pedalear

Foto: Feijóo, en la sede del PP en Génova. (Reuters/Juan Medina)
Feijóo, en la sede del PP en Génova. (Reuters/Juan Medina)
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"Feijóo solo tiene una bala". Oído en vísperas del 23 de julio por boca de un dirigente del PP de la misma edad. También mi interlocutor se aplicaba el cuento, junto a toda la generación activa en los años de Aznar y Mariano Rajoy. Sin reconquista de la Moncloa, el turno de apuestas sucesorias se abriría con los nombres de Moreno Bonilla e Isabel Díaz Ayuso.

Ahí estamos. Si al actual líder del PP se le cierran las puertas del Gobierno, el cambio de ciclo planea sobre el centroderecha. La bala sigue en la recámara a la espera de acontecimientos. En lo inmediato, los votos de residentes en el extranjero, por si pudieran alterar la relación de fuerzas entre los dos bloques. En lo mediato, la muy remota posibilidad de que las derechas nacionalistas (PNV y Junts) subordinasen lo identitario a lo ideológico.

El Rey no es quién para decidir de antemano que los números no acompañan al aspirante a la investidura como ganador de las elecciones

Núñez Feijóo puede y debe seguir intentándolo porque si deja de pedalear se caerá antes de tiempo. Es lógico que el ganador de las elecciones piense reclamar ante el Rey su derecho preferente a recabar la confianza parlamentaria para convertirse en el próximo presidente del Gobierno. No es quién Felipe VI —dicho sea, con todos los respetos y a la luz de lo dispuesto en el artículo 99 de la Constitución—, para decidir de antemano que los números no acompañan a la causa del postulante.

Darse por vencido antes de tiempo daría la razón a quienes dentro de su propio partido creen, aunque no lo digan públicamente, que Feijóo va justo de carisma y sobrado de trienios para volverlo a intentar dentro de cuatro años si, como todo parece indicar, Pedro Sánchez recompone el "bloque de investidura" sobre el que plantó el pedestal de su poder.

Es verdad que la política nacional todavía está expuesta a un laberinto de variables susceptibles de patear un tablero tan estable o inestable como convenga a los compañeros de viaje de Sánchez: independentistas catalanes y vascos, dispuestos a formar un frente de exigencias comunes de dudosa constitucionalidad.

Los relatos presentan a Sánchez como un triunfador mientras se tiende a esconder el salto formidable en la facturación electoral del PP

Pero, sin perjuicio de que ese germen de incertidumbre acabe complicando la vida de un venidero gobierno de coalición PSOE-Sumar, a su vez expuesto a un riesgo de fragmentación en el socio de Gobierno (Podemos ya amenaza con emanciparse), el deber de Feijóo es asumir mayores cotas de protagonismo. Si no consigue capitalizar para su partido la relevancia de su formidable poder territorial, la mayoría absoluta en el Senado y una ventaja sobre su adversario en el Congreso (137 escaños frente a 121), es que no tiene madera de líder y estaría anticipando las condiciones para una prematura batalla sucesoria en el PP.

Aunque cada quien cuenta la feria según le fue en ella, los relatos presentan a Sánchez como un triunfador mientras se tiende a esconder el salto formidable en la facturación electoral del PP, haciéndolo aparecer como el gran perdedor de las elecciones generales. Pero el escenario no está cerrado, si bien contra Feijóo juegan dos elementos estructurales imposibles de remover. Uno es la extracción parlamentaria de la figura del jefe de Gobierno (no cuentan los votos, sino los escaños). Y otro es la mejor adaptación del PSOE a la pluralidad ideológica y territorial del Parlamento, siempre a riesgo de convertir la gobernabilidad en caballo de Troya para los enemigos del sistema.

Aparte los dos elementos estructurales mencionados, están los ocasionales. O sea, aciertos y desaciertos durante la campaña en ambos lados de la barricada electoral. Una variadísima casuística de trato desigual en el caldo de cerebro de los finos analistas, que siguen discutiendo sobre si fue más eficiente en las urnas el "antisanchismo" pregonado por las derechas que el miedo a Vox agitado por las izquierdas.

"Feijóo solo tiene una bala". Oído en vísperas del 23 de julio por boca de un dirigente del PP de la misma edad. También mi interlocutor se aplicaba el cuento, junto a toda la generación activa en los años de Aznar y Mariano Rajoy. Sin reconquista de la Moncloa, el turno de apuestas sucesorias se abriría con los nombres de Moreno Bonilla e Isabel Díaz Ayuso.

Alberto Núñez Feijóo
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