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La entrepierna de Rubiales: el poder de una imagen
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Antonio Casado

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La entrepierna de Rubiales: el poder de una imagen

La memoria visual bloquea la defensa de Luis Rubiales. Antes o después las imágenes lo convertirán en juguete roto

Foto: Luis Rubiales, durante la visita de la Selección femenina a la Moncloa. (Reuters/Juan Medina)
Luis Rubiales, durante la visita de la Selección femenina a la Moncloa. (Reuters/Juan Medina)
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A veces las imágenes se quedan en el inoperante campo de las engañosas apariencias. No es el caso. Aquí las imágenes no mienten y condenan al fracaso cualquier intento de remontar la situación por parte del todavía presidente de la Real Federación Española de Fútbol ("Voy a luchar hasta el final"), tras la asamblea extraordinaria de la entidad, que ayer desmintió la muy pregonada dimisión de Rubiales en horas previas a la cita de la RFEF en Las Rozas de Madrid.

La memoria visual de los españoles bloquea su patético intento de victimizarse. Antes o después, por la vía administrativa o la penal, será un juguete roto. Lo visto y lo oído en torno al culebrón se lo llevará por delante. Sobre todo, por lo visto, o sea, lo viralizado en las imágenes del culebrón.

Foto: Imagen: Laura Martín.

Millones de palabras confiscadas por el poder de una imagen. Es lo que parece. Apenas dos segundos. Suficientes para conocer de buena fuente el empoderamiento testicular de un maleducado, tan necio y propenso a razonar con la entrepierna.

Me explico:

No fue, por sí solo, el machismo inercial del beso robado a Jenni Hermoso (¿o fue "espontáneo, mutuo, eufórico y consentido", según él?) lo que activó el "poder transformador del feminismo" (ministra Irene Montero dixit), el clamor social, el expediente de la FIFA, las presiones del Gobierno, el celo del TAD (Tribunal Administrativo del Deporte) o la actuación de la Fiscalía por la vía penal.

Lo que, a mi juicio, puso contra las cuerdas a Rubiales fue la zafiedad de un gesto televisado para todos los públicos. El masivo reproche mediático y social (él lo llama "asesinato") se hizo viral con la imagen del macho que busca en la entrepierna el modo de celebrar un éxito deportivo.

Foto: Rubiales anunció que no dimitirá. (EFE/Pablo García)

Rubiales se hizo un cardenal Cisneros ("Estos son mis poderes") en versión barriobajera ("Por mis cojones") y activó la memoria visual de hombres y mujeres, pequeños y mayores. Las imágenes multiplican por mil las palabras al trasladar sistemas de pensamiento, opiniones, carencias, necesidades, aspiraciones, frustraciones, temores, deseos. Y las esferas del poder conocen bien el formidable poder de las imágenes para crear, modificar o cancelar estados de opinión pública con fines políticos, comerciales, religiosos, etc.

En cualquier caso, no comparto el encaje del caso Rubiales en la lucha del feminismo en defensa de los derechos de la mujer. En contra del discurso oficial del Gobierno Sánchez, creo que el mantra de las políticas "por un mundo más feminista" deberían supeditarse a la universal aspiración "por un mundo más humano", lo cual ya lleva de fábrica la igualdad de trato de hombres y mujeres en las esferas del poder y en las pautas de comportamiento social.

"No podemos considerarlo un simple objetor del feminismo, sino un personaje inhabilitado para ocupar puestos de relevancia pública"

Carece de sentido el desempeño feminista instalado en el victimismo al declarar la guerra de una mitad de la humanidad contra la otra. Y por eso no podemos considerar a Rubiales un simple objetor del feminismo oficial (una "plaga", según él), sino un personaje moralmente inhabilitado para ocupar puestos de relevancia pública.

Por zafio y por faltón. Al que retratan los antecedentes bien documentados, como la llamada orgía de Salobreña, los lujosos gastos privados endosados a la Federación o el apadrinamiento del traslado de la Supercopa española a Arabia Saudí, un país que viola sistemáticamente los derechos humanos.

A veces las imágenes se quedan en el inoperante campo de las engañosas apariencias. No es el caso. Aquí las imágenes no mienten y condenan al fracaso cualquier intento de remontar la situación por parte del todavía presidente de la Real Federación Española de Fútbol ("Voy a luchar hasta el final"), tras la asamblea extraordinaria de la entidad, que ayer desmintió la muy pregonada dimisión de Rubiales en horas previas a la cita de la RFEF en Las Rozas de Madrid.

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