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Los españoles no son ni serán plurinacionales
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Antonio Casado

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Los españoles no son ni serán plurinacionales

El drama nacional siempre fue el de las dos Españas, inspirado en la ideología, no en la identidad cosida a un territorio

Foto: Imagen de archivo de una bandera española. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
Imagen de archivo de una bandera española. (EFE/Juan Ignacio Roncoroni)
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"El destino de los españoles es vivir en la agitación, como la salamandra en el fuego", escribió Pérez Galdós. Maldita la gracia de reactivar un problema recurrente donde los haya: la sentida aspiración de un 6% de los españoles a dejar de serlo. Pero esa minoría se crece aprovechando el estado de necesidad de Pedro Sánchez. Por iniciativa publicada de Iñigo Urkullu vuelve al debate una ensoñación del nacionalismo periférico y parte de la izquierda. Propone el lendakari ir hacia la España "plurinacional" sin reformar la Constitución. Por si cuela.

Hablar por hablar. Los españoles no son ni serán plurinacionales. Tal vez lo fueran antes de la fusión de Castilla y Aragón a finales del siglo XV, como el propio Urkullu recordaba en su artículo. Esa pulsión quedó cancelada con la aparición del estado moderno. En política y derecho internacional, desde entonces el concepto nación es equivalente al de estado, más allá de los inatacables sentimientos individuales.

No es tarea del secesionismo defender la Constitución, cuidar la salud del Estado que detestan u ocuparse de la gobernabilidad del país

Bien al contrario, el verdadero drama nacional siempre fue el de las dos Españas, inspirado en la ideología y no en la identidad cosida a un determinado territorio. La guerra civil del 36 se produjo cuando sobre el país se desplomaron tres revoluciones (política, social y religiosa) distintas de las tensiones territoriales o la reivindicación de una España plurinacional.

De hecho, cuando las dos Españas que nos helarían el corazón se encontraron frente a frente en una sangrienta guerra civil —gallo rojo, gallo negro—, los secesionistas se escondieron, dudaron al elegir bando y nunca fueron de fiar en uno y otro, pues esa no era su guerra, aunque sí lo fuera de vascos, andaluces, catalanes, castellanos, gallegos… (vientos del pueblo). Tampoco ahora es tarea del secesionismo ocuparse en defender la Constitución, cuidar la salud del Estado que detestan o contribuir a resolver un apremiante problema de gobernabilidad del país tras las elecciones generales.

Ahí estamos. La propuesta de Urkullu (la del PNV, se supone) aboga por un referéndum de autodeterminación pactado con el Estado, en línea con la posición de ERC, pero expresado de forma más amable. O sea, con otras palabras, cuidadosamente elegidas para tantear las tragaderas del probable Gobierno PSOE-Sumar, que necesita de los costaleros nacionalistas para repetir su ecuación de poder si falla la investidura de Feijóo y resulta exitosa la subsiguiente de Sánchez.

En 2021 (40 congreso) el PSOE renegó de la "plurinacionalidad" que había proclamado en junio de 2017 (39 congreso)

No concibo una eventual adhesión de los socialistas al plan Urkullu. Me atengo a la contundencia de sus dirigentes. También la de Sánchez, cuando pone el marco constitucional como límite de los pactos con sus eventuales costaleros parlamentarios. Y no llegará a desbordarlo.

Es verdad que en su 39 congreso federal (junio 2017) el PSOE aprobó una resolución favorable a "perfeccionar" el artículo 2 de la CE (indisoluble unidad de la nación española) de modo que reflejase la "plurinacionalidad" de España. Tras los hechos delictivos de octubre de aquel año, la apuesta desapareció en el 40 Congreso (octubre 2021, último celebrado hasta la fecha). La vigente ponencia marco se remite a mecanismos federalizantes pactados dentro de los marcos legales, en línea con la llamada Declaración de Granada (julio 2013), concebida por alguien tan apasionado por la igualdad (también de los territorios) como el inolvidable Alfredo Pérez Rubalcaba.

Y espero que Sánchez no caiga en la tentación de asimilar lo de Urkullu a dicho documento, cuyo ropaje federalista era una profundización del Estado de las Autonomías, que lleva consigo la adhesión al dogma civil de la soberanía nacional única e indivisible, absolutamente incompatible con el concepto de la España "plurinacional", según la plantea Urkullu y una parte de la izquierda alineada en torno a Sumar, el balcanizado proyecto de Yolanda Díaz.

"El destino de los españoles es vivir en la agitación, como la salamandra en el fuego", escribió Pérez Galdós. Maldita la gracia de reactivar un problema recurrente donde los haya: la sentida aspiración de un 6% de los españoles a dejar de serlo. Pero esa minoría se crece aprovechando el estado de necesidad de Pedro Sánchez. Por iniciativa publicada de Iñigo Urkullu vuelve al debate una ensoñación del nacionalismo periférico y parte de la izquierda. Propone el lendakari ir hacia la España "plurinacional" sin reformar la Constitución. Por si cuela.

Pedro Sánchez PNV
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