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Pólvora mojada contra Sánchez
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Antonio Casado

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Pólvora mojada contra Sánchez

La marea rojigualda de ayer puntúa en los medios afines, pero no en una investidura donde el voto es público y por llamamiento

Foto: Pedro Sánchez, junto a Salvador Illa, en la Fiesta de la Rosa del PSC. (EFE/Toni Albir)
Pedro Sánchez, junto a Salvador Illa, en la Fiesta de la Rosa del PSC. (EFE/Toni Albir)
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La marea rojigualda de ayer en Madrid (por si acaso la amnistía), en vísperas de la sesión de investidura del candidato Feijóo, es pólvora mojada contra el otro candidato a la presidencia del Gobierno. Puntúa en los titulares de medios afines, pero no en la aritmética parlamentaria llamada a impedir la investidura del líder del PP en el recuento de miércoles y viernes. Y no porque ande escaso de razones para reclamar la confianza del Congreso, sino porque la votación es pública y por llamamiento.

Me explico:

Esa norma redime al candidato Sánchez de su osadía al cantar por anticipado el fracaso de Feijóo, mientras le sigue acusando de alentar el transfuguismo. Lo hizo en Gavá (Barcelona), durante la fiesta anual de los socialistas catalanes. Lo que calla es que dicha disposición reglamentaria (artículo 85.2) deja vacío de contenido un anterior precepto constitucional: "Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo" (artículo 67.2 de la Constitución española).

No es lo mismo discrepar del sanchismo porque hiere gravemente la sensibilidad de miles de socialistas que votar al PP

En plena controversia por las apelaciones del PP a la conciencia de los diputados socialistas, por si tienen a bien romper la disciplina de partido, la votación por llamamiento invalida esas alertas ante la sesión de investidura que mañana comienza en el Congreso. Feijóo también aparcó ese pequeño detalle en su baño de masas: "Los socialistas siempre tendrán un sitio en la España de la igualdad y la convivencia".

Si se refería a los diputados, lo tiene crudo, por las razones antedichas. Si se refería a los militantes, no hacía falta acusarles de estar en "un partido que no respeta a sus mayores". Esos militantes nunca besarían la bandera de la igualdad alzada por un partido de la derecha. Una cosa es discrepar de la política de Pedro Sánchez, porque hiere gravemente la sensibilidad de miles de socialistas, y otra muy distinta votar al PP. No son categorías canjeables.

Y, en fin, si Feijóo se refiere a los votantes del PSOE cuando les invita a cambiar de bando en las urnas, creo que al planteamiento de la manifestación de ayer le faltó transversalidad. El factor humano, implicado en las contingentes luchas por el poder (lo pasajero), desaparecía bajo el oleaje de las banderas nacionales (lo permanente). Y los parabienes a otras fuerzas políticas se quedaron en Vox, UPN y Coalición Canaria, que aportan un insuficiente complemento al arco parlamentario favorable a la investidura del líder del PP.

A la manifestación de ayer le faltó transversalidad. Y el factor humano desapareció bajo el oleaje de las banderas nacionales

Ítem más, el drástico componente pepero —a efectos visuales, al menos— empequeñeció las intenciones de la convocatoria. Y, para colmo, los teloneros, expresidentes del Gobierno Aznar y Rajoy, hicieron de muy difícil acomodo mental el ofrecimiento de Feijóo como "candidato de la mayoría de los españoles".

Tampoco Sánchez puede erigirse en candidato indiscutible de la mayoría de los españoles. Pero eso le importa poco. Lo que quiere es ser el candidato de la mayoría de los diputados, aunque haya que tratar a los enemigos del Estado como especie protegida del ecosistema político nacional. Y aunque siga adelante con una amnistía a los líderes del procés que, sin haberla contemplado ni de lejos en su programa electoral del mes de julio, escandaliza a la opinión pública y a las instituciones.

Bajo las luces de la razón política y el sentido común, lo suyo sería apostar por unas nuevas elecciones donde se comprometiera esa medida de gracia. Sería lo más lógico y lo más beneficioso para Sánchez si tan seguro está de que los españoles le seguirían a sabiendas de que, como dice el discurso enlatado en la Moncloa, solo se trata de un coherente paso más en un filantrópico plan pacificador del conflicto de Cataluña. Por supuesto, sin traicionar el espíritu y la letra de la Constitución.

La marea rojigualda de ayer en Madrid (por si acaso la amnistía), en vísperas de la sesión de investidura del candidato Feijóo, es pólvora mojada contra el otro candidato a la presidencia del Gobierno. Puntúa en los titulares de medios afines, pero no en la aritmética parlamentaria llamada a impedir la investidura del líder del PP en el recuento de miércoles y viernes. Y no porque ande escaso de razones para reclamar la confianza del Congreso, sino porque la votación es pública y por llamamiento.

Pedro Sánchez Alberto Núñez Feijóo
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