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La hora de Sánchez: pista para el artista

La huella sonora de Puigdemont como antes la de Vox ameniza el segundo y último intento de estabilizar el tablero sin volver a las urnas

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Daniel González)
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. (EFE/Daniel González)
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El molesto zumbido del independentismo catalán se cuela en los pregones socialistas como antes se coló el de la ultraderecha en los de Feijóo. También Puigdemont, el prófugo de Waterloo, deja su inconfundible huella sonora de este segundo y último intento de estabilizar el tablero político sin volver a las urnas.

Es la hora de Sánchez. Pista para el artista, mientras crece la figura del Rey con sus sabias apelaciones a la necesidad de "amplios acuerdos de concertación y certeza en lo permanente" (Felipe VI, en el Foro La Toja). Amén.

La aritmética manda. Sánchez perdió en las urnas, pero espera ganar en el Congreso, que es lo que vale. Del precio si eso ya hablaremos

La ronda de consultas con los jefes de fila de las fuerzas de base parlamentaria concluye mañana con el paso por Zarzuela del líder del PP. En ese momento (11.00 h del martes 3), Felipe VI le dirá que, tras su fracasada investidura como ganador de las elecciones, piensa proponer al líder socialista como candidato a la Presidencia del Gobierno.

Así quedará emplazado el presidente en funciones a exponer su programa político ante el Congreso y a recabar la confianza de la Cámara, una vez que aquel ha trasladado al Rey la fundada convicción de que cuenta con una mayoría de apoyos para formar un Gobierno "progresista" y evitar la repetición de elecciones. La aritmética manda. Sánchez perdió en las urnas, pero espera ganar en la Cámara Baja, que es lo que vale. Si no se tuercen sus tratos con los independentistas catalanes, que ayer respaldaron los jefes territoriales del PSOE, saldrá airoso, incluso por mayoría absoluta en primera votación. Del precio ya hablaremos si eso.

Sánchez solo cuenta con 164 votos, a falta de los 14 de ERC y Junts, para quienes el "no" a Feijóo no es canjeable por un "sí" a Sánchez

Los representantes de los grupos independentistas no pasarán por la Zarzuela (excepto el PNV) y, como sus negociaciones con el PSOE siguen abiertas, hoy por hoy Sánchez solo puede acreditar el voto favorable de 164 diputados, a falta de los envalentonados 14 escaños de ERC y Junts, hartos de precisar que el no a Feijóo no es canjeable por un sí a Sánchez.

Entonces habrá quien se pregunte si al Rey le bastará con que el líder del PSOE hable en nombre de ellos y de por hecho sus intenciones de apoyarle. Claro que a Felipe VI ha de bastarle, si viene refrendado por la presidenta a la Cámara. Guárdense quienes en este trance hablan del Rey como si pudiera hacer libremente esto o aquello. Le bastará, como le bastó en el caso de Feijóo, al encargarle la investidura sin que le dieran los números porque tenía el legítimo derecho a conquistar la voluntad mayoritaria de los diputados.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, junto al secretario general de los socialistas andaluces, Juan Espadas, en el mitin celebrado en La Rinconada (Sevilla). (EFE/Julio Muñoz)

Es la clave. El requisito constitucional para el salto a la Moncloa. Calidad y no cantidad.

A saber: "Solicitará la confianza de…".

O sea, algo más que contar por anticipado el número de escaños adjudicables a tal o cual candidato. Ese precepto (art. 99 de la CE) no apela a la aritmética parlamentaria, sino a la capacidad de persuasión del candidato para ganarse la confianza de la Cámara y convencerla de que su programa es el mejor.

Foto: Hombre y perro pasan delante de un grafiti de Puigdemont y Sánchez besándose. (Reuters/Albert Gea) Opinión
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Antonio Casado

Precepto inaplicado en la práctica por fraude persistente a la letra y el espíritu de otro de los artículos de la Constitución (67.2). Ahí se proclama que el diputado está exento de mandato imperativo. El que seguramente invocarán los socialistas para liberar a los diputados catalanes de la resolución del Parlament que les obliga a rechazar a Sánchez si no se compromete a llevar al BOE la amnistía y la autodeterminación.

Sin embargo, el mismo artículo será papel mojado para el PSOE, dispuesto a impedir que ninguno de sus 121 diputados tenga la tentación de votar en conciencia rompiendo la disciplina de partido si Sánchez toma decisiones que hieren gravemente la sensibilidad de sus votantes.

El molesto zumbido del independentismo catalán se cuela en los pregones socialistas como antes se coló el de la ultraderecha en los de Feijóo. También Puigdemont, el prófugo de Waterloo, deja su inconfundible huella sonora de este segundo y último intento de estabilizar el tablero político sin volver a las urnas.

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