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Debate o asentimiento en la cumbre del PSOE
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Antonio Casado

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Debate o asentimiento en la cumbre del PSOE

La clase política arrastra un déficit de representatividad que afecta a los primeros actores del enredo "amnistía por investidura"

Foto: Sánchez con la comisión de su partido encargada de buscar posibles apoyos a la investidura. (EFE/PSOE)
Sánchez con la comisión de su partido encargada de buscar posibles apoyos a la investidura. (EFE/PSOE)
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Cumbre socialista en Ferraz. Hoy sabremos si el comité federal, depositario de la voluntad de la militancia, es un órgano de debate o de asentimiento. Lo cual nos remite a un problema de fondo. El de la representatividad. Afecta a Pedro Sánchez, pero también a Puigdemont y Feijóo, los tres primeros actores de este rarísimo momento de la política nacional.

Me explico:

Al prófugo de Waterloo le han dejado tirado sus seguidores. Cabe preguntarse a quién representa el "presidente de la Generalitat en el exilio" cuando el 95% de las 90.841 personas adheridas al llamado Consell de la República se desmarca en dos recientes consultas. Una de ellas les preguntaba si el independentismo debe intervenir o no en la gobernabilidad del Estado. Sin embargo, este absurdo personaje, sin cargo oficial alguno en la estructura de su partido, pastorea a los siete diputados de Junts que son decisivos la investidura del presidente del Gobierno.

Encajo a Feijóo en la falta de representatividad de los principales operadores del enredo "amnistía por investidura" por su extraño blanqueamiento del prófugo de Waterloo contra el sentir de los 8 millones de votantes del PP, que cinco minutos antes gritaban en la calle "¡Puigdemont, a prisión!". Nunca hubiera imaginado que este padre de familia, cargado de sentido común, encontraría "respetable" a una de las figuras menos dignas de respeto de la fauna política nacional.

A Puigdemont acaba de dejarle tirado sus seguidores, mientras tanto Sánchez como Feijóo rompen la cintura de sus votantes

Nos aqueja la tendencia al desmadre desde el recuento del 23 de julio. Si el furioso antiespañolismo de Pilar Rahola blanquea a Tejero, con tal de que sirva para cargar contra el rey de España, ¿por qué no podría Feijóo cantar las hechuras morales de quien "nunca miente", a diferencia de otros (o sea…), aunque "sería conveniente que saldara sus deudas con la justicia"?

Si el líder del PP rompe la cintura de sus votantes, Sánchez rompe la de los suyos al contrariar lo dispuesto sobre Cataluña. Aquí cabe preguntarse si Sánchez era más representativo cuando asumía el vigente mandato: "Mayor profundización del Estado de las Autonomías" como vía de salida al llamado conflicto catalán (punto 1957 de la ponencia marco del 40 Congreso). O lo es ahora, cuando se negocian furtivamente exigencias contrarias a la Constitución como elementos canjeables por apoyo en la venidera votación de la investidura.

El mandato vigente del PSOE sobre Cataluña dispone "una mayor profundización del Estado de las Autonomías"

No lo sabemos porque desde el 23 de julio, que es la fecha del giro de guion, no ha habido pronunciamiento de la militancia ni de su principal órgano de representación. No solo eso, es que sobre los tratos con los independentistas se ha impuesto un "diktat" de silencio sin precedentes en un partido que siempre profesó apasionadamente su fe en la libertad de expresión dentro y fuera de su centenario partido.

En este caso, ya veremos si la reunión del comité federal responde al compromiso estatutario de ser una organización "abierta y transparente". La ponencia marco aprobada en el último congreso dice que "nuestra primera obligación es ser una formación más transparente y tener un debate interno de calidad".

¿Alguien puede sostener seriamente que los avances en los tratos del PSOE con los nacionalistas transcurren en medio de un "debate interno y de calidad" cuando sus diputados, senadores, ministros, dirigentes mayores y menores siguen a rajatabla la opresiva consigna de silencio?

El último congreso socialista apostaba por ser "una formación más transparente y tener un debate interno de calidad"

Sánchez dice que los militantes serán consultados. Solo para saber si respaldan en su esfuerzo por alcanzar pactos de gobernabilidad. No para saber hasta dónde puede llegar el PSOE en el precio a pagar a cambio del acuerdo. La amnistía ni se nombraría en la anunciada consulta. Pero es de lo que todo el mundo habla y de lo que, como ha dicho García Page, de lo que también debe hablar el comité federal convocado para las 10.30 de este sábado.

Es decir, que hablará él. Y que Sánchez se atendrá a la consigna de hierro: "Discreción en las negociaciones, transparencia en los acuerdos". Me sorprendería un desenlace distinto porque estamos ante un parlamento de bolsillo de Sánchez. De su exclusiva factura y a su entero servicio. Nada que ver con su formalizado carácter de órgano de dirección que define la política del partido y, por mandato del congreso, "examina, debate y juzga" la gestión del equipo del secretario general. Y, atención, también la del Gobierno de la Nación ("y su desarrollo legislativo"). Por eso me temo que la cumbre socialista de hoy acabe siendo una muestra de la representatividad plebiscitaria de Sánchez en sus planes de atornillamiento en la Moncloa. No de la voluntad de la militancia.

Cumbre socialista en Ferraz. Hoy sabremos si el comité federal, depositario de la voluntad de la militancia, es un órgano de debate o de asentimiento. Lo cual nos remite a un problema de fondo. El de la representatividad. Afecta a Pedro Sánchez, pero también a Puigdemont y Feijóo, los tres primeros actores de este rarísimo momento de la política nacional.

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