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Valiente con Netanyahu, obsequioso con Puigdemont
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Antonio Casado

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Valiente con Netanyahu, obsequioso con Puigdemont

A muchos nos gustaría que la posición moral de Pedro Sánchez sobre la guerra de Gaza se contagiase a la política nacional

Foto: Sánchez se reúne con Netanyahu en Jerusalén. (EFE/Kobi Gideon)
Sánchez se reúne con Netanyahu en Jerusalén. (EFE/Kobi Gideon)
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Estaba a punto de escribir que, "sin que sirva de precedente", aplaudo la posición del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su viaje a Israel. Aparco esa reserva mental, pues su razonable y razonada condición objetora del primer ministro, Benjamín Netanyahu, expresada cara a cara ante el interfecto, no le va a redimir de su indefendible alianza interior con los enemigos de España dizque para el bien de España.

Lo uno no quita lo otro.

Me reconozco en la posición de Sánchez: inexcusable repulsa al execrable ataque terrorista del 7 de octubre sobre la desprevenida e indefensa población civil de Israel. Los asesinatos de Hamás han sido inequívocamente condenados por Sánchez, junto a la no menos inexcusable reprobación de la respuesta indiscriminada sobre la población civil de Gaza. Una condena expresada a la luz de los mandatos del derecho internacional.

Se incluye la urgente necesidad de frenar la catástrofe humanitaria por alto el fuego, negociación de una paz duradera y la solución de los dos Estados. Es la posición oficial europea, al coincidir con el ejercicio de la presidencia rotatoria. Aunque no coincidiera, porque ya advierte Sánchez de que España tomará su propia decisión (reconocimiento de un Estado palestino), si los países europeos siguen sin ponerse de acuerdo.

La valiente, justa y necesaria posición del Gobierno español anticipa un nuevo conflicto diplomático con Israel

Y lo que me parece más importante en nombre de la condición humana (humanismo, junto a democracia y derecho, es el tercer pilar fundacional de eso que llamamos Europa). A saber: influya o no en el desempeño de una política internacional protagonizada por las potencias regionales y la complicidad de Israel con EEUU, mientras la ONU toca el violín.

La pérdida de interlocución en la zona puede agravarse ante este nuevo choque diplomático con el Gobierno israelí, que ayer llamó a capítulo a nuestra embajadora para trasladarle su malestar por las declaraciones de Sánchez. Podemos perder influencia en la zona, pero España ganará fuerza moral en las opiniones públicas de su país y el resto de los países europeos, porque es justo y necesario decir públicamente lo que el presidente del Gobierno le ha dicho también a Netanyahu. A sensu contrario, es innecesario, falso e injusto acusarle de respaldar el terrorismo de Hamás. Qué barbaridad. Una acusación que, también de forma injusta, suena en las altas esferas del PP, solo preocupadas por la previsible pérdida de peso político de nuestro país en esta castigada zona costera de nuestro Mediterráneo.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Khaled Elfiqi)

Sánchez le ha dicho a Netanyahu que España sabe de lo que habla como país sufriente en materia de terrorismo (la pesadilla de ETA contra la democracia y los zarpazos del islamismo furioso en Madrid 2004 y Barcelona 2017). Y nunca se tuvo la tentación de responder a sangre y fuego para calmar los instintos de venganza al margen de los mandados legales y morales. Absténganse quienes en este punto se remitan a la "guerra sucia" del Estado en años de plomo etarra. Igual de condenable, pero nada que ver por tamaño y naturaleza de las salvajadas. Aun así, fueron respuestas puntuales y selectivas condenadas en sede judicial.

Ya nos gustaría a muchos que los trazos morales de la posición de Sánchez sobre el conflicto de Oriente Próximo se contagiaran a la política nacional. En otras palabras: que el coraje que ha tenido para incomodar al primer ministro israelí, cueste lo que le cueste a España en las relaciones bilaterales o en pérdida de influencia internacional, lo tuviera también con quienes mantiene venenosas complicidades para la salud del Reino de España.

La diferencia es que a Puigdemont le debe el puesto. A Netanyahu no le debe nada. Al revés, nos debe la desidia por no haber sacado antes del infierno a los gazatíes con pasaporte español, preteridos por otros nacionales que fueron saliendo de la ratonera de Rafah, por la falta de interlocución de España.

Foto: Borrell, Sánchez y Guterres, en una reunión previa a la cumbre de El Cairo. (EFE/Moncloa/Borja Puig de la Bellacasa)

En cambio, la claudicación y el entreguismo a las humillantes exigencias de un personaje menor, como el prófugo de Waterloo, bien vale un tributo de pleitesía a cambio de cuatro años más en la Moncloa. Aunque, para explicarlo, Sánchez haya tenido que repartir entre su gente un manual de instrucciones con la mentira al servicio de la inconsistencia que rompe la cintura de militantes y votantes del PSOE de siempre.

Estaba a punto de escribir que, "sin que sirva de precedente", aplaudo la posición del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su viaje a Israel. Aparco esa reserva mental, pues su razonable y razonada condición objetora del primer ministro, Benjamín Netanyahu, expresada cara a cara ante el interfecto, no le va a redimir de su indefendible alianza interior con los enemigos de España dizque para el bien de España.

Pedro Sánchez Benjamin Netanyahu Carles Puigdemont Conflicto árabe-israelí
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