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Los siete males de la política nacional
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Antonio Casado

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Los siete males de la política nacional

Síntomas alarmantes ponen el orden institucional al borde del descarrilamiento tras el periodo más fecundo de nuestra historia

Foto: El Congreso en la apertura de la XV legislatura. (EFE/J.J Guillén)
El Congreso en la apertura de la XV legislatura. (EFE/J.J Guillén)
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En el arranque de la XV temporada del régimen del 78 y a punto del 45 cumpleaños de la Constitución, estos son los siete males de la España política. Siete síntomas alarmantes que la sitúan al borde del descarrilamiento si finalmente no aguantan los maltratados carriles institucionales que han dado a este país el periodo más fecundo de nuestra historia:

1) Autodestructiva guerra entre instituciones

Clima irrespirable, insólitos enfrentamientos e intercambio de pedradas entre Poder Ejecutivo y Poder Judicial. El Tribunal Supremo anula el nombramiento de Magdalena Valerio como presidenta del Consejo de Estado apadrinada por el Gobierno del que formó parte, mientras el "caso Tsunami" enfrenta a la Audiencia Nacional con la Fiscalía, cuyo titular, García Ortiz, es declarado "no idóneo" por el CGPJ, unos días después de haber sido acusado por el Tribunal Supremo de "desviación de poder" por el nombramiento irregular de la exministra Dolores Delgado como fiscal de sala.

2) Recelo inversor en el sistema productivo

Los directivos de las principales compañías españolas no pierden ocasión de denunciar las incertidumbres que ofrece el Gobierno asentado sobre un balcanizado pedestal de poder. La propia organización empresarial que dirige Antonio Garamendi (CEOE) advirtió del "grave menoscabó" que los acuerdos de investidura de Sánchez pueden suponer a la separación de poderes y la seguridad jurídica". La advertencia que llegó quince días antes de que Carles Puigdemont, el prófugo llamado a condicionar la gobernabilidad, calificara a los jueces españoles de "cuervos togados y golpistas".

3) Malversación del mandato institucional en el Congreso

Francina Armengol se ha revelado incapaz de cumplir con su deber de neutralidad al frente del órgano de la soberanía. En el reciente acto inaugural de la Legislatura colocó en su discurso la pedrada favorita de su partido contra el adversario político: la oposición cuestiona la legitimidad del Gobierno. Al hacerlo a sabiendas de su papel institucional, incurrió en una forma de prevaricación (moral, se entiende, no penal). Si no, solo queda hablar de insolvencia.

Foto: El rey Felipe VI durante la apertura solemne de las Cortes Generales de la XV Legislatura. (Fernando Sánchez/Europa Press)

4) Gobernabilidad de España en manos del enemigo

El mencionado acto solemne de inauguración de la Legislatura, presidido a principios de esta semana por el Rey, fue una dosis de recuerdo sobre el hecho de que la gobernabilidad de España pasa a depender de quienes no quieren ser españoles. Me refiero a la ausencia antidemocrática de los diputados independentistas, que dio lugar a un despropósito sobrevenido: el Gobierno amigo de estos diputados no tuvo para ellos el menor reproche por la descortesía cometida con el Rey. Sin embargo, ministros y dirigentes socialistas se explayaron sobre la deslealtad y la falta de respeto cometida por el hemisferio derecho del hemiciclo, que no aplaudió el discurso de la presidenta de la Cámara.

5) La humillación del Estado

Que el rumbo de la política nacional se marque en Suiza, con acuerdos de partido llamados a proyectarse en el Boletín Oficial del Estado es la más reciente forma de humillación de ese Estado. Estamos inventando el furtivismo en el campo de las relaciones políticas. Como poco, parece un insuperable contradiós el hecho de que el Congreso deje de utilizarse como marco ideal para debate y solución de conflictos, porque el Gobierno asume con aberrante normalidad que la marcha de la gobernabilidad de España se cocine fuera de España y en la clandestinidad, aceptando la lógica de un mediador internacional.

"Parece un insuperable contradiós el hecho de que el Congreso deje de utilizarse como marco ideal para debate y solución de conflictos"

6) Gobierno y oposición, a cara de perro

La risa nerviosa y descontrolada de Sánchez en la sesión de investidura, mofándose del líder del PP como alternativa de Gobierno en la centralidad del sistema, así como el anuncio de Feijóo de que hará oposición dura contra el Gobierno "más radical de la democracia", dejan flotando en el ambiente la devastadora sensación de que la voluntad de 26 diputados subversivos (o sea de declarada aversión a España, su Constitución y su Rey), se impone a la de los 258 (PSOE más PP) que representan a la inmensa mayoría de ciudadanos alineados con sed de centralidad en la causa del sentido común.

7) Amnistía: el epicentro del malestar

Los ganadores de la investidura tratan de enfriar a la parte más ruidosa de la grada con la prolongación de los PGE, la subida de las pensiones, el sueldo de los funcionarios, el aumento del SMI, el transporte público gratuito por franjas de edad, etc. Pero el dinosaurio de Monterroso sigue ahí: la amnistía a los golpistas de octubre de 2017, abocada a generar males mayores de los que pretende evitar. Su constitucionalidad no es "palmaria" sino discutible. Incumple los principios de legalidad e igualdad. No nace del convencimiento, sino de la conveniencia sobrevenida de Sánchez. Desautoriza al Tribunal Supremo que aplicó rigurosamente el Código Penal. Y, en fin, envenena la convivencia entre españoles.

En el arranque de la XV temporada del régimen del 78 y a punto del 45 cumpleaños de la Constitución, estos son los siete males de la España política. Siete síntomas alarmantes que la sitúan al borde del descarrilamiento si finalmente no aguantan los maltratados carriles institucionales que han dado a este país el periodo más fecundo de nuestra historia:

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