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Sánchez: hacedor de la realidad
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Sánchez: hacedor de la realidad

Defiende el presidente las ventajas prácticas de encamarse con socios ajenos a la partitura moral e ideológica del PSOE

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Fernando Villar)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Fernando Villar)
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En sus últimas apariciones mediáticas, el presidente del Gobierno hizo algo más que enfriar el subidón de Junts respecto a las futuras competencias de la Generalitat en materia de inmigración. Nunca se había expresado con tanta claridad sobre su modo de hacer política.

Como vía elegida para mejorar la vida de la gente, el método convierte al gobernante en un hacedor de la realidad. Grandes filósofos como Descartes, Spinoza o Hegel han teorizado la cuestión del método en la búsqueda de la verdad. Sánchez lo tiene claro. “La única verdad es la realidad”, dice en plan aristotélico, aunque también podía haber citado a Bismarck o al general Perón, encantados de reconocerse en esa sentencia. O, sin ir más lejos, a la fuente segura de la Real Academia de la Lengua. “Realidad es lo que ocurre”, dice la RAE.

Viejo mantra. No hay más cera que la que arde. O el proverbio chino: gato blanco, gato negro, el caso es que cace ratones. Los filósofos, hartos de conjugar los términos verdad y realidad en la misma ecuación, nunca dejaron de dar vueltas al asunto, desde Aristóteles hasta Jorge Freire. Sánchez corta por lo sano: “Lo importante es lo que se aprueba”, mientras en su medio de referencia hablan de “pragmatismo socialdemócrata a prueba de contradicciones y cambios de opinión”.

Sostiene que encamarse con socios no recomendables, encaje o no encaje en la partitura moral e ideológica del PSOE, es necesario para tomar decisiones progresistas en favor del interés general. Y declara sus tres desvelos como gobernante: empleo, derechos sociales y convivencia. Para avanzar en tan virtuosos objetivos de interés general, no importan los caminos.

Foto:  El presidente Pedro Sánchez, en su reunión con todos los miembros del Gobierno en Quintos de Mora. (EFE/Moncloa) Opinión
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Por ejemplo, el de la claudicación ante las exigencias de un huido de la Justicia que dirige de facto un partido político minoritario de confesada aversión al vigente orden constitucional, pero decisivo en la aritmética parlamentaria que hace posible la continuidad de Sánchez en la Moncloa, aunque el discurso oficial es otro: un volquete de medidas sociales y 10.000 millones de euros de ayuda europea bien valen una claudicación.

Un buen marxista diría que no se deben desdeñar las bases objetivas, sino adaptarlas a una realidad subjetiva impuesta por decreto. Las exigencias de Puigdemont ya forman parte de la realidad que nuestro presidente bendice porque “quita espacio al rencor”, frena el avance de la ultraderecha y permite trabajar para la mayoría social, “vote a quien vote”, aunque a él le abucheen en la calle y se sienta acosado por un “abrumador dominio mediático de la derecha”.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (i), junto al actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en un acto en Francia. (EFE/David Borrat)

Lo demás es ilusorio. Y no forma parte de la realidad, que es el ropaje de la verdad. A saber: desprestigio del Estado, desigualdad territorial, inseguridad jurídica, dominio de lo contingente sobre lo esencial, opacidad, ataques a la separación de poderes, etc. Y, en fin, la vergüenza torera. Todo eso, según Sánchez, no es real ni verdadero. Incluido el grito de su propia vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, cuando dice: “Así no se puede gobernar”. Pensaba en Podemos, otro componente de la balcanizada ecuación del poder, pero hasta las piedras de la Moncloa saben que los siete diputados de Junts son más reivindicativos y apremiantes que los cinco de Podemos. Y siempre será contradictorio amontonar los intereses tribales de Junts con el bien común.

Yo me quedo tarareando a los flamencos de La Plazuela: “A mí la verdad me engañó, y si la verdad me engaña, ¿de quién me voy a fiar yo?”.

En sus últimas apariciones mediáticas, el presidente del Gobierno hizo algo más que enfriar el subidón de Junts respecto a las futuras competencias de la Generalitat en materia de inmigración. Nunca se había expresado con tanta claridad sobre su modo de hacer política.

Pedro Sánchez
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