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Lo que hay detrás de la cancelación de Cebrián
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Lo que hay detrás de la cancelación de Cebrián

La Moncloa impone sus razones de partido a un balcanizado consejo de administración de Prisa Media

Foto: Juan Luis Cebrián en la presentación del libro 'La amnistía en España. Constitución y Estado de Derecho', en Madrid. (Europa Press/Fernando Sánchez)
Juan Luis Cebrián en la presentación del libro 'La amnistía en España. Constitución y Estado de Derecho', en Madrid. (Europa Press/Fernando Sánchez)
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La historia es más convulsa bajo la parte visible que conocemos tanto por el comunicado oficial de Prisa anunciando la destitución de Juan Luis Cebrián por "incumplimiento material de contrato" como por la respuesta del periodista.

Amén de anunciar acciones legales alude Cebrián a dos claves para saber lo que hay detrás de su cancelación: una, "razones ideológicas"; otra, la "conflictiva situación accionarial de la compañía". Con la primera el ya expresidente de honor de El País ennoblece inmerecidamente a los instigadores de un hachazo inspirado en apremiantes intereses de partido, no en razones ideológicas. Con la segunda alude al caótico accionariado de la compañía y la prepotencia del sanchismo-zapaterismo que desembarcó hace dos años: Andrés Varela, Barroso, Contreras, con la ayuda de Javier de Paz desde Telefónica, y el respaldo financiero de empresarios vinculados al PSOE bajo la marca inversora Global Alconaba.

Esos dos vectores —intereses de partido y facciones accionariales al servicio de la Moncloa— han confluido en la destitución de quien fuera director de El País (1976-1988) al saber que iba a compatibilizar su trabajo con colaboraciones en otro medio. El consejo lo apreció por unanimidad. Pero los intereses de partido generan fricciones entre los once socios de Prisa Media.

Tras la muerte en enero de Miguel Barroso, que además controlaba el consejo editorial, Moncloa trató de imponer a José Miguel Contreras para sustituirle. Se negó el presidente del consejo de administración, Josep Oughourlian (Amber, 29,6 %), cansado de perder dinero por razones "políticas". Ya había intentado dejar de ser mayoritario en favor de Vivendi, algo que rechaza el Gobierno por las presuntas relaciones de ese grupo (11,8 %) con la extrema derecha francesa.

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Los números rojos de Amber ponen a prueba la paciencia de Oughourlian. Transige con regalar al Gobierno la línea editorial pero no quiere más sanchistas en el consejo porque, entre otras cosas, empieza a olerse la caída de Sánchez. Por todo eso resistió la presión del Gobierno e impidió el nombramiento de Contreras como consejero con funciones editoriales al grito de "Ahora el nuevo Polanco soy yo".

Así que Contreras se quedó como jefe de contenidos sin que, dicho sea de paso, nadie haya apelado a la incompatibilidad de sus colaboraciones y su influencia en la línea editorial de otro medio (Infolibre). Justamente la incompatibilidad es la excusa utilizada para fulminar a Cebrián.

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A diferencia de lo ocurrido con Fernando Savater, otro ilustre fundador de El País caído en desgracia, que declaró la guerra a los nuevos responsables del medio y de algún modo provocó su despido hace algo más de dos meses, Juan Luis Cebrián no quería abandonar. De hecho, va a recurrir su despido ante los tribunales. Fueron los colonizadores políticos del diario los que esperaban encontrar la excusa para ajusticiarle.

Pedro Sánchez se propuso acabar con los artículos de Cebrián desde la llegada de Pepa Bueno a la dirección del periódico (agosto 2021). Ya entonces se consideraban "inadecuados" en la Moncloa y una parte del consejo de administración controlado por un amigo del presidente del Gobierno, Joseph Oughourlian, aunque la relación se ha deteriorado.

Si el golpe no se consumó entonces fue por evitar males mayores, porque la nueva directora no estuvo por la labor y el Gobierno se sentía más fuerte. Pero con el paso del tiempo la disidencia de Cebrián se hizo insoportable. La gota que colmó el vaso fue el artículo del 12 de febrero, donde el histórico periodista censuraba "la deriva inmoral de un Gobierno cuyo presidente decidió pagar un precio por su investidura, en connivencia con un prófugo de la justicia y delincuentes convictos y confesos a cambio de poder mantenerse en el poder".

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Desde entonces se buscó la excusa para cancelar a quien se permitía el lujo de arremeter contra Sánchez desde su periódico de cabecera por "las mentiras recalcitrantes de un presidente incapaz de ser leal a sus propias palabras", escribió en su entrega del 11 de marzo ("La commedia è finita"). En el mismo artículo también denunciaba que "el Gobierno más feminista del mundo haya caído en manos del portero de un puticlub" (alusión a Koldo García) y el "embajador sentimental de la Venezuela de Maduro" (por el expresidente Rodríguez Zapatero).

Demasiado para los tutoriales del manual de resistencia. Corría prisa acabar con Cebrián. El pretexto apareció la semana pasada con el anuncio de que, sin solicitar autorización previa, el periodista-académico iba a colaborar profesionalmente en un medio de la competencia (entrevistas en pódcast, ayer domingo se publicó la primera, con Felipe González) que Cebrián entiende compatible con sus dos artículos mensuales, uno en páginas de opinión y otro en la sección de libros. Los que escribía antes del portazo. El que tocaba hoy —escrito y entregado— ya no verá la luz.

La historia es más convulsa bajo la parte visible que conocemos tanto por el comunicado oficial de Prisa anunciando la destitución de Juan Luis Cebrián por "incumplimiento material de contrato" como por la respuesta del periodista.

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