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Psicosis de guerra: entre Gila y Tucídides
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Antonio Casado

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Psicosis de guerra: entre Gila y Tucídides

Aciertan los analistas que endosan a Netanyahu la intención de forzar una escalada regional del conflicto de Gaza

Foto: Irán lanza una ola de misiles y drones contra Israel (EFE/Atef Safadi)
Irán lanza una ola de misiles y drones contra Israel (EFE/Atef Safadi)
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La lección de Irán al "enemigo sionista" no fue concertada, pero lo parece. Sin víctimas, sin efecto sorpresa. Solo en un monólogo de Gila aparece un precedente semejante: una de las dos partes en guerra pregunta a la otra por la hora y el lugar del ataque. En este caso la parte agresora informó la parte agredida.
En el conflicto de Israel con Irán (o al revés, dicho así por no quedar en tierra de nadie a la espera de "acontecimientos", como Pedro Sánchez), la parte iraní advirtió con horas de antelación sobre la lluvia de drones y misiles que ya volaban hacia zonas poco pobladas del territorio israelí.

Los daños han sido mínimos. Prácticamente todos los artefactos fueron destruidos en vuelo por las defensas israelíes (su famosa "cúpula de hierro") y los cazas ingleses y norteamericanos desplazados con suficiente antelación. Las únicas consecuencias visibles en el país atacado han sido el cierre de colegios y prohibir concentraciones de más de mil personas.

El momento no se presta a evocar el humor surrealista de Gila. Nos remite más bien a la llamada "Trampa de Tucídides", un síndrome anunciador de que la tensión entre una potencia emergente y otra dominante, con el mismo miedo compartido por una y otra a ser atacada, casi siempre acaba en guerra abierta. Véase el libro Destinados a la guerra (2017) del politólogo Graham Allison, muy citado ente los expertos en geoestrategia y medios diplomáticos de todo el mundo.

En paralelo a los hechos del fin de semana, la representación iraní en la ONU se acogía a los beneficios de la legalidad internacional (artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas) para justificar su ataque a Israel con su derecho a la legítima defensa. El detalle no es menor porque pone en evidencia la provocadora violación del fuero diplomático iraní en Siria por parte de Israel, que el pasado 1 de abril mató a siete militares iraníes en la sección consular de su embajada en Damasco.

Las únicas consecuencias visibles en Israel han sido el cierre de colegios y prohibir concentraciones de más de 1000 personas

Pero nadie puede tirar la primera piedra si llegamos a pasar de los fuegos artificiales (destrucción televisada de drones y misiles sobre los cielos de Israel) a una guerra contagiosa, más sangrienta y destructora que la de Gaza, o la de Ucrania.

Lo que oculta Irán al justificar sus ataques a Israel en la noche del sábado al domingo es que su contenida venganza (incruenta, de momento, y que dure) pretende justificarse por hacer lo mismo que hizo en 1979 la revolución islamista, hoy reinante en el país de los ayatolas. Se llama violación del derecho internacional. Fue la histórica "crisis de los rehenes", tras el asalto de las masas a la embajada de EE. UU. en Teherán.

Del mismo modo que Israel calla que su ataque a la embajada iraní en Damasco no era la primera ni la única provocación de Netanyahu desde la salvajada de Hamás sobre indefensos ciudadanos israelíes el 7 de octubre. Lo recordamos ayer en una excelente pieza informativa de A. Alamillos. El ejército israelí atacó y mató fuera de sus fronteras a diecisiete mandos de la Guardia Revolucionaria iraní en distintas operaciones (25 de diciembre, 28 de diciembre y 20 de enero).

Foto: Momento en el que se ve el funcionamiento de este mecanismo (REUTERS/Amir Cohen)

Aciertan, a mi juicio, los analistas que endosan al primer ministro, Benjamín Netanyahu, la intención de forzar una escalada regional del conflicto de Gaza. El ataque a la embajada iraní en Damasco habría sido el enésimo intento de recurrir a la épica nacionalista por razones de política interior. Para reforzar su tambaleante posición política, cada vez más cuestionada a medida que iba dilapidando la legitimidad inicial de su cólera contra Hamás por el ataque terrorista del 7 de octubre.

En las actuales circunstancias, más vale aferrarse al tranquilizador mensaje que envía la misión iraní en la ONU: "Nosotros damos el conflicto por concluido". Con advertencia explícita: si Israel vuelve a las andadas, la respuesta será más dura. EE.UU. tiene la palabra entre apelaciones a la "responsabilidad" y la "contención" para desactivar la psicosis de que estamos en fase prebélico.

La lección de Irán al "enemigo sionista" no fue concertada, pero lo parece. Sin víctimas, sin efecto sorpresa. Solo en un monólogo de Gila aparece un precedente semejante: una de las dos partes en guerra pregunta a la otra por la hora y el lugar del ataque. En este caso la parte agresora informó la parte agredida.
En el conflicto de Israel con Irán (o al revés, dicho así por no quedar en tierra de nadie a la espera de "acontecimientos", como Pedro Sánchez), la parte iraní advirtió con horas de antelación sobre la lluvia de drones y misiles que ya volaban hacia zonas poco pobladas del territorio israelí.

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