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Puente-Milei: anatomía de un culebrón
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Antonio Casado

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Puente-Milei: anatomía de un culebrón

El campo se embarra en una absurda controversia que no quita ni pone a los intereses de los pueblos español y argentino

Foto: El presidente de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Agustín Marcarian)
El presidente de Argentina, Javier Milei. (Reuters/Agustín Marcarian)
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Se nos va la fuerza por la boca. Por cuenta del caso Puente-Milei el campo vuelve a embarrarse en un absurdo derroche de energías. Recursos mediáticos y políticos malgastados en una ruidosa controversia, irrelevante y palabrera, que no quita ni pone en los intereses del pueblo español o argentino.

Nos puede esta estúpida tendencia a convertir innecesariamente episodios veniales en cuestiones de calado, como la injerencia en asuntos internos de otro país. O el clásico "conflicto diplomático" del que hablan los medios de ambos países. Y todo por un frívolo comentario del ministro Óscar Puente sobre la posible ingesta de alguna "sustancia" por parte de Javier Milei cuando este profería sus extravagantes propuestas electorales durante la campaña por la presidencia de la República Argentina.

Luego vino la calculada amplificación de una frase trivial que, ay, afectaba a un jefe de Estado. A partir de ahí, el desmadre. Lo atizó Feijóo y lo aprovechó el PSOE para seguir amontonando al PP y Vox en una misma entidad política especializada en la fabricación de fango. Como si Sánchez y sus groupees fuesen ajenos a este insoportable clima de reyerta callejera que envenena la política nacional. Pero en el fango chapotean todos. Los que lo fabrican y los que lo consumen.

En ese marco argumental encaja el culebrón desencadenado por las palabras de Óscar Puente. Banales, pero irresponsables, porque son de un ministro del Gobierno español y aluden al jefe de Estado de un tercer país, el que fuere. Cualquier periodista español o argentino puede glosar libremente este choque de dos jabalíes. Sin desbordar los límites de la libertad de expresión, cualquier analista puede referirse al "cómico de la motosierra". Pero eso no puede-no debe hacerlo un gobernante de otro país porque corre el riesgo de desencadenar innecesariamente un conflicto diplomático.

Foto: Imagen cedida de la Presidencia de Argentina en la que sale Javier Milei. (EFE)

En la anatomía del culebrón, nadie está libre de culpa. Mal el ministro por no morderse su lengua de jabalí para referirse al presidente argentino. Mal el PP por amplificar el frívolo comentario extraoficial de Puente, hasta el punto de reclamar su renuncia o su destitución. Mal también el Gobierno argentino, que en su réplica oficial ha multiplicado por diez la importancia del agravio con su intromisión en cuestiones de internas de otro país (en eso empata con Puente) y esa bárbara alusión al PSOE como generador de muerte y pobreza.

Solo el Ministerio de Asuntos Exteriores ha estado a la altura. Ha sobrevolado el culebrón al reafirmarse en lo importante, lo que de verdad importa en las relaciones de España con un país hermano. A saber: "El Gobierno y el pueblo español seguirán manteniendo y fortaleciendo sus lazos fraternales y sus relaciones de amistad y colaboración con el pueblo argentino". Amén.

Foto: El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente. (EFE/Pedro Puente Hoyos) Opinión
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La nota refleja una voluntad conciliadora en la que se reconoce la sociedad española. Trasciende al propio Gobierno, a pesar de esa nota oficial, si tenemos en cuenta que en la toma de posesión del presidente Milei (diciembre 2023) estuvo el Rey, pero no Sánchez ni siquiera el ministro Albares).

También se explica el culebrón porque le viene bien a todos como precalentamiento de la campaña para las elecciones europeas de junio. Empezando por Milei, que el próximo día 18 estará en Madrid apoyando la candidatura de Vox. A Sánchez para clavetear su obsesivo empeño en juntar derecha y ultraderecha como una misma cosa. Y al PP para seguir internacionalizando los problemas de Sánchez.

Y, en fin, ya con carácter general, este nuevo culebrón nos viene a recordar que estamos en manos de gente incapacitada para ocuparse de alto tan serio como la gobernación del Estado. Y eso va tanto por Sánchez como por Milei.

Se nos va la fuerza por la boca. Por cuenta del caso Puente-Milei el campo vuelve a embarrarse en un absurdo derroche de energías. Recursos mediáticos y políticos malgastados en una ruidosa controversia, irrelevante y palabrera, que no quita ni pone en los intereses del pueblo español o argentino.

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