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La bronca de los barcos: algo más que "espuma"
En la Moncloa fijan el reforzamiento del liderazgo de Sánchez como objetivo en la campaña electoral europea
El episodio de los barcos de paso por España con armas para matar rusos o palestinos —eso depende de la partitura moral de los Gobiernos—, es la enésima prueba del tambaleante pedestal sobre el que se asienta el liderazgo de Pedro Sánchez. Algo más que "espuma", una vez constatado que España no aprueba el envío de armas a Israel después del 7 de octubre.
Aquí sí hay caso, presidente, no fango. A no ser que sus propios socios de coalición también se hayan convertido en "caballos de Troya para socavar la democracia". Si no ¿cómo contar que una de las dos familias del Gobierno rechace las explicaciones de la otra y acabe fiándose más de las denunciantes organizaciones de solidaridad con Palestina?
Ese es el fondo de la cuestión, no el cuaderno de bitácora del Borkum, del Marianne Danica (al final, los dos pasarán de largo), u otros barcos con armas con destino a Ucrania o Israel, cuando piden permiso para hacer escala en un puerto español. Lo obtienen, o no, en estricta aplicación del Derecho del Mar (paso inocente, paso en tránsito), la Ley de Navegación Marítima (julio de 2014), el reglamento que regula el "procedimiento integrado de escala de buques" (orden ministerial de Fomento, mayo de 2011) y los convenios firmados por España sobre tráfico de armas hacia países en guerra.
Todo ese cantable administrativo, en boca de los ministros, Puente y Albares, al aclarar que las armas del Borkum no iban a Israel, sino a Chequia, no impidieron la mal documentada denuncia de Sumar ante la Fiscalía o la ira del portavoz parlamentario de Sumar, Íñigo Errejón, que acusó al Gobierno de permitir el atraque en España de un buque con armas "para masacrar a los niños de Gaza".
Al mismo tiempo, el pasado jueves se celebraba en el Congreso la primera reunión de la comisión de seguimiento de la coalición PSOE-Sumar, seis meses después de formarse. Se canceló la controversia sobre el Borkum, pero se constató el placaje de la parte socialista a las iniciativas "sociales" de Sumar en vísperas de las elecciones europeas, donde ambas fuerzas políticas competirán por separado.
Todo esto coincide con la decisión de Sumar de resucitar la reforma de la ley mordaza sin contar con el PSOE (la proposición de ley se presentó hace unos días), los peros de la vicepresidenta, Yolanda Díaz, a la sideral valoración de Sánchez sobre la marcha de la economía. Y con el relato que el medio más afín a Moncloa hacía recientemente sobre las votaciones perdidas por el Gobierno en el Congreso (seis en pleno, medio centenar en comisión), durante los últimos cuatro meses, con inesperados alineamientos (Junts y PNV con PP, por ejemplo), o el "no" de Junts a la ley de amnistía, que tuvo que volver a comisión el 30 de enero.
Se canceló la controversia sobre el Borkum y se constató el placaje socialista a las iniciativas "sociales" de Sumar antes de las europeas
No es sorprendente que, bajo la línea visible de flotación en el ecosistema político y mediático de la España polarizada, se comente el déficit de credibilidad del presidente del Gobierno y líder del PSOE. Se viene a reconocer cuando los propios teólogos de la Moncloa fijan el reforzamiento de su liderazgo como objetivo central en la próxima campaña para las elecciones europeas del 9 de junio.
Los componentes de esa nube de dudas sobre el futuro político de Sánchez se han acumulado dentro y fuera de España a raíz de su extravagante retirada de finales de abril al rincón de pensar. El último de esos componentes ha sido esta extraña bronca interna en la coalición PSOE-Sumar, que tiene como telón de fondo la cruel respuesta del Ejército de Israel al terrorismo de Hamás en la franja de Gaza.
En realidad, estamos viendo cómo se reconfirman las grietas en la llamada ecuación Frankenstein, iniciada con el portazo de Podemos. De eso ha ido este ruidoso encontronazo de la mayoría del Gobierno con la minoría del mismo Gobierno. No encuentro mejor manera de esquematizar el malestar de Yolanda Díaz, al colocarse contra el Gobierno del que es vicepresidenta, bien secundada por dirigentes de su propia fuerza política, Sumar, amén de los disidentes de Podemos, que no se han querido perder el caso del carguero Borkum.
El episodio de los barcos de paso por España con armas para matar rusos o palestinos —eso depende de la partitura moral de los Gobiernos—, es la enésima prueba del tambaleante pedestal sobre el que se asienta el liderazgo de Pedro Sánchez. Algo más que "espuma", una vez constatado que España no aprueba el envío de armas a Israel después del 7 de octubre.
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