¿Los bárbaros a las puertas de Europa?

Los teólogos de la actualidad denuncian que los bárbaros están acampados a las puertas de Europa. Y el bárbaro Milei, como estrella invitada de Vox, recala con su motosierra en Madrid para poner la carga explosiva de su incontinencia verbal al servicio de la operación. Su amigo Santiago Abascal, ya lo ha convertido en icono de la ultraderecha europea.

Todas las alarmas suenan en vísperas de las elecciones del 9 de junio. Y la cumbre ultraderechista de ayer en el madrileño Palacio de Vistalegre —Meloni, Orban y Le Pen, presentes—, horas después del atentado contra el primer ministro eslovaco, redobla el temor a esa sombra negra que se cierne sobre la UE. La izquierda woke que gobierna en España responde a los avisos con trasnochadas consignas antifascistas.

Pero no es eso, no es eso.

A la ultraderecha se la frena con una gestión eficiente de los asuntos públicos. Ese mandato esencial del gobernante de turno, al menos en España, tiende a perderse en la polvareda de la aversión feminista al pensamiento fálico, las campañas antitaurinas, la descolonización de los museos, el mal traído empeño de identificar al PP con Vox, el cansino intercambio de pedradas sobre la disputada primacía en la fabricación del fango, etc, etc, etc.

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"Contra los ultras, Democracia", dice la ministra Ribera, que encabeza la lista del PSOE a las elecciones europeas. Sí, como antídoto de la ultraderecha. Pero también Estado de Derecho y Humanismo, dicho sea, como recordatorio de la malograda trilogía (urnas, ley y derechos humanos). No es ningún bulo que hoy por hoy, aquí y ahora, el Gobierno se cisca en la división de poderes, la libertad de Prensa y el respeto al adversario.

A los ultras se les gana en las urnas. Se han venido arriba y algo tendrán que ver quienes juegan en la liga de los demócratas, por mucho que se sientan en el lado virtuoso cuando atribuyen a la ultraderecha la causa de todos los males.

Opinión

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Por tanto, más democracia y más dedicación, transparencia y ejemplaridad, de modo que el malestar de la gente por la injusticia, las desigualdades, las malas prácticas del gobernante, el mal funcionamiento de los servicios públicos, las listas de espera en los hospitales, el paro juvenil, el mal funcionamiento de los trenes de cercanías, etc., no permitan decir al ideólogo de Vox, Jorge Buxadé, que "la socialdemocracia tiene el poder, pero nosotros tenemos el futuro".

Mal vamos si la ultraderecha europea, convocada por Santiago Abascal en el mitin de ayer en Vistalegre (Viva24), importa al Viejo Continente las políticas de acelerado empobrecimiento de las clases medias y bajas de Argentina. Y que los dioses de la razón nos amparen si acabamos contagiados del estilo faltón del presidente argentino.

Ni siquiera debería ser imprescindible vincular ese estilo a la extrema derecha, una mera ubicación en el espectro ideológico, para tomarse la libertad de tachar a Javier Milei de histriónico, abominable, injurioso y maleducado, más próximo a las broncas del influencer Amadeo LLados —ese que regaña con dureza a los jóvenes incapaces de hacerse ricos en cuatro días— que a las de alguien obligado a mantener la compostura de un jefe de Estado. Tan provocador, tan indecente y resentido, que nos ha hecho ver al ministro Óscar Puente como un inofensivo aprendiz en el arte de la reyerta verbal.

Y entiendo que el malestar de Moncloa, expresado en una declaración institucional de ministro Albares, está complemente justificado.