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Las tormentas del día después del 9-J
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Antonio Casado

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Las tormentas del día después del 9-J

Feijóo y Puigdemont amagan con ajusticiar políticamente a Sánchez después de las elecciones europeas. Todo es posible

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
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A expensas de saber cómo evolucionará el escándalo de la esposa del presidente del Gobierno (un “montaje”, según la nueva carta de Sánchez a los ciudadanos) el futuro de la política española será la resultante de cruzar el frenazo de los jueces a la amnistía con el impacto del 9-J en la relación de fuerzas entre el que gobierna (PSOE) y el que aspira a gobernar (PP).

De momento, Feijóo y Puigdemont, cada uno por su lado y por distintas razones, amagan con ajusticiar políticamente a Sánchez después de las elecciones. Pasto fresco para la especulación sobre lo que separa de Junts al PSOE (lo identitario y lo ideológico) y al PP (solo lo identitario).

Todo es posible. Hasta el desfondamiento del aspirante por vincular el fin del sanchismo a una victoria clara del PP en las urnas del domingo. Si eso no se da, Feijóo se podría quedar con la brocha en la mano, pero sin escalera. No es descartable. Sigue sin aclararse en sus relaciones con Vox, mientras el PSOE convierte a la ultraderecha en su cómplice electoral. Usarlo como espantajo mejora la facturación de ambos (PSOE y Vox) en las encuestas, mientras el PP sigue sin superar su dramático dilema. Si se aleja de Vox le cede espacio. Si se acerca se contagia.

Otro dato curioso: los dos partidos en lucha por el poder necesitan a Vox. Sánchez para acabar con Feijóo y Feijóo (sí o sí, suele decirse) para acabar con Sánchez. Lo cual no impide que Abascal denuncie una pinza PSOE-PP contra su partido.

Sin saber cómo evolucionará el caso de la esposa de Sánchez -"un montaje", dice este-, se avecina un frenazo judicial a la amnistía

Más allá de las preferencias de cada uno, alguien debería explicar con buenas razones por qué, a la vista de sus respectivas porciones representativas de pueblo soberano, es de mejor condición Bildu o ERC por la izquierda que Vox por la derecha como elementos de estabilidad a la hora de conformar mayorías de gobierno.

A cuarenta y ocho horas de la jornada de reflexión para las elecciones del domingo que viene, el ambiente político carga de electricidad nubes de incierta evolución: ritos de apareamiento del PP con la derecha catalanista, repercusiones internacionales del caso Begoña (llamada a declarar ante el juez en plena campaña), todos contra la ultraderecha (en Vox, felices), Sánchez ofreciéndose como guardián de las esencias europeas, la lucha por la Generalitat y el descarado intento socialista de robar votos a los seguidores de Yolanda Díaz, a su vez en lucha fratricida con la emancipada Irene Montero al frente de Podemos.

Feijóo no resuelve su relación con la ultraderecha y el PSOE convierte a la ultraderecha en cómplice electoral contra el Partido Popular

Pero la peor tormenta se avecina a partir del día después. Va a ser de alquilar balcones. Y no me refiero solo a la constitución del Parlament, sino a la publicación de la ley de amnistía en el BOE. Ahí termina la función del Legislativo. Y el protagonismo pasa a ser del Poder Judicial, sobre el que recae la función de aplicar la obra predilecta de este Gobierno y sus aliados.

Al menos parcialmente pueden quedar en papel mojado los mandatos del texto apadrinado por el PSOE (proposición de ley) a cambio de los siete escaños de JxCAT en apoyo de la investidura de Sánchez. Ojo al potencial desactivador de las “cuestiones de constitucionalidad” ante el TC (no confundir con los recursos, que son herramientas políticas) y las cuestiones prejudiciales ante el TJUE (Unión Europea) con efectos paralizantes, que se están fraguando en tribunales y juzgados vinculados a causas relacionadas con el procés, entre los que abundan los objetores, sobre todo en lo referido a los supuestos no amnistiables de la ley.

No me extraña que la Moncloa haya decidido retrasar la firma del Rey y la publicación de la norma en el BOE. Lo de ley “para la normalización institucional, política y social de Cataluña” no cuela. Difícilmente se puede hablar de normalización cuando en la parte favorecida no cursa como vía hacia la concordia, sino como meta volante hacia la independencia.

A expensas de saber cómo evolucionará el escándalo de la esposa del presidente del Gobierno (un “montaje”, según la nueva carta de Sánchez a los ciudadanos) el futuro de la política española será la resultante de cruzar el frenazo de los jueces a la amnistía con el impacto del 9-J en la relación de fuerzas entre el que gobierna (PSOE) y el que aspira a gobernar (PP).

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