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"Begoña y yo" (sobre la mujer del César)
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"Begoña y yo" (sobre la mujer del César)

Sánchez ha optado por la temeraria exposición pública de su esposa en huida hacia adelante y como ariete contra la "coalición reaccionaria de Feijóo y Abascal"

Foto: Pedro Sánchez y Begoña Gómez en un mitin. (EFE)
Pedro Sánchez y Begoña Gómez en un mitin. (EFE)
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Hubiera bastado con que los rezadores del rosario junto a la sede socialista de Ferraz la incluyeran en sus oraciones. A eso nunca se negarán los buenos cristianos. O, ya puestos, que Isabel Pantoja hubiera visto en Begoña Gómez el "ser de luz" que vio en María Guardiola, la presidenta de Extremadura. Pero esa lindeza habría quedado demasiado plebeya. El Sánchez enamorado pica más alto cuando, con las manos entrelazadas, levita junto a su esposa sobre su asediado pedestal, los recortes de prensa y los fabricantes de fango. Es en ese momento cuando declama:

"Begoña y yo...".

Solo le faltaba eso al culebrón. Que las rampantes tentaciones cesaristas de Sánchez acabasen escenificando, por razones electorales, la exaltación de la esposa empapelada por un juez expresamente respaldado por una instancia de mejor criterio (Audiencia Provincial de Madrid) frente a la opinión contraria de la Fiscalía, que era partidaria de archivar el asunto.

En cambio, hay total coincidencia entre la posición del fiscal y la del Gobierno, que piden revocar la apertura de diligencias porque no hay "nada de nada" (ministro Bolaños dixit) donde el juez y el tribunal provincial hacen planear una "sospecha fundada" respecto a presuntos delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias.

Hubiera bastado que Isabel Pantoja viera en Begoña Gómez el "ser de luz" que vio en María Guardiola. Una lindeza demasiado plebeya

Sánchez ha optado por una temeraria exposición pública de su esposa. En huida hacia adelante y a modo de ariete contra la "coalición reaccionaria capitaneada por el señor Feijóo y el señor Abascal". Y antes de que alguien ose recordarle que la mujer del presidente del Gobierno debe ser honesta y además parecerlo en el desempeño de su tarea como catedrática de "Transformación Social Competitiva" en la Universidad Complutense, arropada por empresas cuyos intereses dependen a menudo de adjudicaciones oficiales del Ejecutivo.

Así que, nada mejor que su desacomplejado desafío a los autores del "montaje zafio" contra su esposa. Por todo lo alto y con un público entregado. Los gritos de "¡¡Begoña, Begoña, Begoña!!" atronaron en la Costa del Sol veinticuatro horas después del emplazamiento judicial a la esposa del cesar para declarar el próximo 5 de julio.

"Begoña y yo os lo agradecemos" ¿A qué nos suena eso?

"La Reina y yo" fue una serie de éxito dibujada para el semanario satírico 'El Jueves' por Torres Meana en los primeros años del siglo XXI

"La Reina y yo" fue una serie de éxito dibujada para el semanario satírico El Jueves por Torres Meana en los primeros años del siglo XXI. El título hacía alusión a una frase recurrente en los discursos de don Juan Carlos de Borbón, el hoy llamado rey emérito.

Ninguno de los dos miembros de la entonces pareja real, don Juan Carlos y doña Sofia, salían favorecidos en las caricaturas. Es el caso del tronante "Begoña y yo" del presidente en su mitin del pasado miércoles en Benalmádena (Málaga). Pero Sánchez no lo ve así. Está convencido que las paladas de fango político, mediático y judicial sobre su esposa van a convertirse en un volquete de votos para la causa del sanchismo.

Atención, pregunta: ¿Cree Sánchez que la Fiscalía de la UE también trabaja para la trama reaccionaria, también fabrica fango y también viola la regla no escrita de interferir en la campaña electoral por pedir a la Guardia Civil una investigación sobre la posible malversación de fondos en adjudicaciones públicas recomendadas por Begoña Gómez?

Hubiera bastado con que los rezadores del rosario junto a la sede socialista de Ferraz la incluyeran en sus oraciones. A eso nunca se negarán los buenos cristianos. O, ya puestos, que Isabel Pantoja hubiera visto en Begoña Gómez el "ser de luz" que vio en María Guardiola, la presidenta de Extremadura. Pero esa lindeza habría quedado demasiado plebeya. El Sánchez enamorado pica más alto cuando, con las manos entrelazadas, levita junto a su esposa sobre su asediado pedestal, los recortes de prensa y los fabricantes de fango. Es en ese momento cuando declama:

Pedro Sánchez Begoña Gómez
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