Es noticia
EEUU y el síndrome del piloto borracho
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

EEUU y el síndrome del piloto borracho

Sánchez y Feijóo carecen de antecedentes penales y gozan de buena salud. No es el caso de EEUU, donde luchan por el poder dos ancianos con serias contraindicaciones

Foto: Joe Biden durante el primer debate presidencial de las elecciones. (Reuters/Brian Snyder)
Joe Biden durante el primer debate presidencial de las elecciones. (Reuters/Brian Snyder)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Aquí tenemos un presidente agobiado por el empapelamiento judicial de su esposa y un candidato a la espera. Sánchez y Feijóo carecen de antecedentes penales y gozan de buena salud. No es el caso de Estados Unidos. Allí luchan por el poder dos ancianos con serias contraindicaciones y su respectivo asterisco patológico. Los achaques de Biden son de salud física y mental. Los de Trump son judiciales y están relacionados con el sexo recreativo, robo de documentos oficiales, insurrección y fraude electoral en el estado de Georgia, que yo recuerde.

Un zombi y un matón. Dieron espectáculo en la madrugada española del viernes pasado y engordaron la cifra de ciudadanos que detestan a ambos (los llamados double haters). Y ahora se amontonan los motivos para sentir que aquí y ahora no estamos tan mal como cantan los coros políticos y mediáticos, porque... ¡anda que si comparamos! ¿Alguien se imagina a un aspirante a la Moncloa que arrastrase en su historial, por ejemplo, un cargo penal por instigar un asalto al Congreso?

Lo malo es que si EE.UU. estornuda el mundo se resfría. España también. El hermano mayor de la gran familia democrática está mal de la cabeza, pues en la cabeza tiene el problema. Síndrome del piloto borracho porque se localiza en la cabina de mandos y repercute en los pasajeros de esta parte del mundo.

Así lo perciben los norteamericanos y los países que interactúan como hermanos menores de la gran potencia, perplejos después del cruce televisado entre los aspirantes a la Casa Blanca para el periodo 25-29. Uno para reconquistarla, otro para conservarla. Tal para cual si cunde la fundada sospecha de que ninguno de los dos está en edad de pilotar nada.

Foto: El presidente Sánchez y Biden, en la visita del pasado viernes. (EFE/Chris Kleponis) Opinión

Entrando en detalles vemos a un gesticulante chulo de barrio que miente tanto como habla y un anciano inexpresivo, de mirada baja y movilidad reducida. Lo otro es peor. Miedo da el eventual retorno a la Casa Blanca de un personaje con dificultades para aceptar el dictamen de las urnas, de gatillo fácil en el insulto al adversario, que equipara emigración con entrada libre a "locos", "asesinos", "violadores" y "terroristas" que, según él, llegan a EE.UU. a vivir del cuento.

¿De verdad está condenado el pueblo norteamericano a cargar con uno de los dos, da igual quién sea, o todavía está a tiempo de impedirlo, como reclaman las cabezas pensantes en las propias filas del Partido Demócrata?

Biden se viene arriba en público y se prodigan los análisis que quitan importancia al impacto del debate con Trump en el voto

La pregunta trae en las velas el viento de las élites, incluidas las grandes terminales mediáticas del "progresismo" norteamericano. Véase la impactante portada del semanario Time que, frente al reto superior de frenar a Trump, como enemigo de la democracia, enseña a Biden el camino de salida.

Sin embargo, en las últimas horas el todavía presidente se ha venido arriba en sus apariciones públicas. Al tiempo, se prodigan los análisis que quitan importancia al impacto del debate en la intención de voto. Parece abrirse paso la relación entre su bajo índice de audiencia (solo uno de cada tres votantes potenciales lo siguieron, según Ipsos) y su casi irrelevante impacto en la cotización electoral de ambos. La de Biden, punto y medio a la baja. La de Trump, cinco décimas al alza. Sin que aquel haya perdido el favor mayoritario de los votantes: tres puntos porcentuales sobre el candidato republicano, ya descontado el efecto del cruce televisado de ambos.

Es el relato suavizado por el equipo de Biden en base al salmo universal de que una mala noche la tiene cualquiera y el guiño de que sus asesores habían decidido alejar lo más posible la fecha del debate de la fecha de la jornada electoral, justamente porque ya se maliciaban que la falta de reflejos y las "ausencias" de quien cumplirá 82 años dos semanas después del gran martes de 2024, podrían influir a la baja en las urnas del 5 de noviembre.

Aquí tenemos un presidente agobiado por el empapelamiento judicial de su esposa y un candidato a la espera. Sánchez y Feijóo carecen de antecedentes penales y gozan de buena salud. No es el caso de Estados Unidos. Allí luchan por el poder dos ancianos con serias contraindicaciones y su respectivo asterisco patológico. Los achaques de Biden son de salud física y mental. Los de Trump son judiciales y están relacionados con el sexo recreativo, robo de documentos oficiales, insurrección y fraude electoral en el estado de Georgia, que yo recuerde.

Estados Unidos (EEUU) Elecciones EEUU Joe Biden
El redactor recomienda