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Al Grano
Por
El problema es el marido, no Begoña
Todo hubiera quedado en nada si Sánchez hubiera confiado en la Justicia sin dejar de apoyar a su esposa. Le pudo su arrogancia de macho alfa de la política nacional
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El aplazamiento de la declaración judicial de Begoña Gómez, citada a declarar de nuevo para el próximo 19 de julio (dos días después de que Sánchez anuncie su "regeneración democrática" en el Congreso) es un puro formalismo que mantiene vivo el culebrón y no cancela el fastidio del presidente porque un juez, apoyado por la Audiencia Provincial de Madrid, ha osado poner en duda la honorabilidad de su esposa.
Nunca fue tan creativo ni dio tanto de sí un ataque de contrariedad de Sánchez. Este ya dura dos meses y medio (denuncia inicial de Manos Limpias, una de las cinco acusaciones particulares ya personadas en la causa). El cabreo se explica a partir de la totalizadora tendencia del personaje a creer que la Judicatura (un poder del Estado) o la Prensa (un poder de la sociedad) pueden gestionarse desde Moncloa como el CIS, RTVE, la Fiscalía, el TC o las ruedas de prensa del Consejo de Ministros.
Lo de Begoña Gómez pudo haberse quedado en nada si desde el principio se hubiera remitido a una protocolaria expresión de confianza en la Justicia sin dejar de defender la probidad de su esposa. Pero cedió a su natural arrogancia de macho alfa de la política nacional y ahora eso le pasa factura, porque no es políticamente gratis relacionarlo con una trama para quebrarle políticamente, anticiparse a decisiones de un juez o condicionarlo con su "no hay nada de nada, Ángels".
La trastienda del culebrón es de acceso fácil. El cabreo personal dio lugar a un estratégico abandono del trabajo durante cinco días y le inspiró una higiénica cruzada contra las tormentas de fango, amén de conseguir la escenificación de un trato privilegiado a Begoña en sede judicial (escandalosa movilización de medios públicos para proteger a una ciudadana particular).
Lo de Begoña Gómez pudo haberse quedado en nada si se hubiera remitido a una protocolaria expresión de confianza en la Justicia
Pero, lo que es peor para él, por su contraproducente forma de encarar el empapelamiento de su esposa -en fase de investigación (nadie la ha procesado)- es que se ha convertido en una de las cuatro hogueras en las que se está quemando: corrupción de cercanías. Las otras tres son Cataluña, la amnistía y la deconstrucción de Frankenstein.
Pero es aquella la que le retrata, después de haber proclamado la fuerza que en su vida tiene la almohada compartida con Begoña Gómez. Así que aquí puede decirse que la falta de ejemplaridad de la mujer del César (fundadas sospechas de conflicto de intereses, corrupción en los negocios y tráfico de influencias) proyecta la falta de ejemplaridad del César (actuación pública a impulsos de motivos privados, no de interés general).
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¿Se registró indebidamente a nombre de la empresa de Begoña una herramienta digital de la Universidad? ¿Remitió al Gobierno cartas de recomendación de empresas que aspiraban a contratar con la Administración? ¿Hubo alguna contratación "verbal", al margen de la normativa legal que lo prohíbe? ¿Citó a su jefe en la Moncloa, en vez de acudir al despacho del rector? ¿Es verdad que la Fiscalía Europea sospecha que puede haber habido un mal uso de los fondos europeos dedicados a la transformación digital de las pymes? La respuesta a esas preguntas es afirmativa, sin que eso suponga endosar a nadie comportamientos delictivos, porque eso solo lo ha de decir un juez, no un medio de comunicación ni, por supuesto, un presidente del Gobierno.
Por eso sostengo que el caso de Begoña es en realidad el caso de su marido. Porque no es de recibo que declare la guerra a medios que, como El Confidencial, publican noticias verificadas que de ninguna manera anticipan sentencias ni procesan intenciones de quienes las protagonizan (begoñas, barrabés, hidalgos, etc.), mientras el Gobierno y sus ministros tienen la boca sellada cuando sus aliados hablan y no paran de "jueces fascistas", "mafia togada", "justicia creativa", "lawfare" o "fachas con toga", incluso en sede parlamentaria.
El aplazamiento de la declaración judicial de Begoña Gómez, citada a declarar de nuevo para el próximo 19 de julio (dos días después de que Sánchez anuncie su "regeneración democrática" en el Congreso) es un puro formalismo que mantiene vivo el culebrón y no cancela el fastidio del presidente porque un juez, apoyado por la Audiencia Provincial de Madrid, ha osado poner en duda la honorabilidad de su esposa.