Al Grano
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Nubarrones sobre la Moncloa un año después del 23-J
Puigdemont frena de saque los PGE 2025, Sánchez sale en las coplas por la corrupción de cercanías y Feijóo se desentiende del drama migratorio. ¿Quién dijo "legislatura duradera"?
La declaración oficial de “especies protegidas” a favor del independentismo catalán y la familia del presidente, por razones distintas, no le cunde a Pedro Sánchez. Dos datos de la realidad convertidos en nubarrones sobre la Moncloa. Ayer flotaron en el ambiente del pleno ómnibus que cierra un movido periodo de sesiones parlamentarias.
Coincide con el primer aniversario de las últimas elecciones generales. Aunque las ganó el PP, recolocaron a Sánchez en el poder gracias al negociado apoyo de los siete independentistas de Puigdemont (líder fáctico de Junts per Catalunya) con escaño en el Congreso de los Diputados.
El apoyo tenía un precio: la amnistía a los condenados por un fallido intento de reventar el Estado. Entonces se fue extendiendo el cuestionamiento de la legitimidad de un Gobierno que, a cambio, apadrinaba una amnistía a los condenados por la intentona. Ese pecado original de la legislatura acabó generando un irrespirable estado de reyerta permanente entre el partido que gobierna y el que puede gobernar.
Y ahí perdemos todos. Ayer, sin ir más lejos, el PP de Feijóo se desentendió con pobres evasivas de un apremiante problema de Estado (reforma de la ley de extranjería para hacer obligatorio el reparto de “menas” que desbordan la capacidad de las islas Canarias).
Desde hace meses el Ejecutivo actúa a contrapelo de los poderes mediáticos y judiciales, que nunca asumieron de buen grado la decisión de anular el trabajo del Tribunal Supremo en un juicio público elogiado dentro y fuera de nuestras fronteras por su rigor técnico y estricto respeto a las garantías procesales.
En el relato oficial de la Moncloa, la judicatura del “lawfare” y la enfangada prensa insumisa se convirtieron en herramientas políticas de “la derecha secuestrada por la ultraderecha”. Y los mismos reproches mediáticos y políticos que se hicieron al Gobierno que canjeó amnistía por continuidad en el sillón vuelven a envenenar los sueños de Sánchez. Ahora por un caso de presunta corrupción de kilómetro cero. O sea, en su propio círculo familiar (la esposa y el hermano).
Desde aquel 23 de julio de 2023 (elecciones generales anticipadas tras el tropezón de las territoriales de mayo), no se ha desvanecido la percepción de un Gobierno a la defensiva, mientras se iba fraguando la fractura en el sindicato de costaleros parlamentarios de Sánchez. No tanto por la espantada de Podemos a la izquierda del PSOE, sino por la arrogante desafección de los siete escaños de Junts.
Los diputados de Puigdemont, que hicieron presidente a Sánchez y marcaron el semestre político con agrios debates sobre la ley de amnistía y su aplicación, tumbaron ayer el techo de gasto público del Estado y la operación legislativa por la solidaridad obligatoria en el fenómeno migratorio.
También va bien en sus primeros tanteos el menos apremiante y bastante más gaseoso plan de “regeneración democrática”, inspirado en el ataque de contrariedad que sufre el presidente del Gobierno porque desde el poder judicial del Estado y el poder social de los medios de comunicación han cometido la osadía de cuestionar el desempeño profesional desplegado por su esposa con el empoderamiento de su marido hace seis años.
No se desvanece la percepción de un Gobierno a la defensiva, mientras se va fraguando la fractura en el sindicato de costaleros parlamentarios
No sé de dónde sale el aireado discurso sobre una legislatura “duradera”, con Sánchez en las coplas de la corrupción (presunta, eso sí), el frenazo de saque de Puigdemont a los PGE, la ruptura del sindicato de costaleros parlamentarios, la cuestionada aplicación judicial de la amnistía y la gobernabilidad de Cataluña en el aire.
(Continuará)
La declaración oficial de “especies protegidas” a favor del independentismo catalán y la familia del presidente, por razones distintas, no le cunde a Pedro Sánchez. Dos datos de la realidad convertidos en nubarrones sobre la Moncloa. Ayer flotaron en el ambiente del pleno ómnibus que cierra un movido periodo de sesiones parlamentarias.
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