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Ese mar de fondo del que habla García-Page
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Antonio Casado

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Ese mar de fondo del que habla García-Page

"Hay gobierno para rato" es el salmo de uso recurrente entre los miles de personas que irían al paro si los hechos revientan la analgésica consigna enlatada en la Moncloa

Foto: El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. (EP/Carlos Luján)
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. (EP/Carlos Luján)
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Un objetor de cercanías, Emiliano García-Page, y el informe de la fundación independiente "Hay Derecho", redoblan las alertas que comparte el columnista sobre la inestabilidad del Gobierno y los agujeros de la democracia en la España de Sánchez. Estamos ante una doble impugnación del salmo "Hay gobierno para rato", tal vez inspirado en una de las conclusiones del mencionado informe: "La afinidad política se impone al mérito y capacidad". Así, no me extraña que el salmo sea de uso recurrente entre los miles de personas que podrían irse al paro de la noche a la mañana si los hechos venideros revientan la analgésica consigna enlatada por los teólogos de la Moncloa.

Sostiene el presidente castellanomanchego, dirigente socialista con mando en plaza y facturación electoral propia (no debida a Sánchez), que la salud de la legislatura dependerá del día a día, incluso de hora a hora. De acuerdo, porque estamos sin hoja de ruta en "un laberinto sin salida". Y la que hay está condicionada por unos partidos cuya misión existencial es emanciparse del Estado ("romper España", dice él).

El viernes conocimos el referido informe anual de "Hay Derecho" del que informamos puntualmente en EC. Con notarial distancia respecto a los cantazos de ida y vuelta en la crispada política nacional, se repican los generalizados reproches a la política del Gobierno de coalición: desde el abuso de técnicas legislativas que eclipsan la función parlamentaria (32% de las iniciativas fueron decretos-ley), como el control al Ejecutivo, hasta la politización de órganos como el Tribunal Constitucional y la Fiscalía General del Estado, pasando por la carga divisiva de la Ley de Amnistía (de dudosa constitucionalidad y sin mayoría cualificada), la única orgánica aprobada en la vigente legislatura.

Pero más allá de la cojera de dicha ley, apoyada solamente sobre una de las dos barandillas de la centralidad política, está el cisma generado puertas adentro del propio PSOE. Un factor añadido de incertidumbre respecto a lo que nos depare un otoño marcado por los congresos de ese frente "plurinacional" (PSOE-ERC-JUNTS) que es el amarre de Pedro Sánchez al poder y agita las aguas del partido "por debajo de la línea de flotación", como suele decir el expresidente, Felipe González.

Foto: Pedro Sánchez, Cristina Narbona y Santos Cerdán. (Carlos Luján / Europa Press)

De hecho, García-Page es uno de los presidentes autonómicos socialistas que, al tiempo que otros del PP, ha presentado recurso de inconstitucionalidad contra la ley de amnistía que Sánchez canjeó por la conservación de su continuidad tras las elecciones del 23 de julio. Del mismo modo que canjeó el preacuerdo del separatismo fiscal de Cataluña con ERC (de momento, solo una declaración de intenciones, todo hay que decirlo) por el salto de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat. Lo cual "atenta contra el código genético del PSOE" (la igualdad entre todos los españoles, vivan donde vivan).

El mar de fondo del que habla Page ("más que en los últimos diez años") sugiere la posibilidad de algunos diputados socialistas voten "en conciencia" e incumplan la disciplina de partido cuando el "separatismo fiscal" pase por el telar parlamentario (reforma de la LOFCA). Esa posibilidad es muy remota, a mi juicio, pero la mera sospecha traslada la imagen de un PSOE partido en dos, como se quiere poner de manifiesto en los actos que una de las partes prepara para conmemorar el próximo 26 de octubre el cincuenta aniversario del XXVI congreso federal (XIII en el exilio). Una histórica cita en la casa de la cultura de un pueblo cercano a París (Suresnes), entre el 11 y el 13 de octubre de 1974, que consagró a un tal Felipe González —elegido secretario general a propuesta de un tal Nicolás Redondo— como la persona llamada a liderar el periodo de paz y progreso más fecundo de la España moderna y contemporánea en nombre de los valores de la socialdemocracia, que "deben ser los mismos en Toledo que en Vic".

Un objetor de cercanías, Emiliano García-Page, y el informe de la fundación independiente "Hay Derecho", redoblan las alertas que comparte el columnista sobre la inestabilidad del Gobierno y los agujeros de la democracia en la España de Sánchez. Estamos ante una doble impugnación del salmo "Hay gobierno para rato", tal vez inspirado en una de las conclusiones del mencionado informe: "La afinidad política se impone al mérito y capacidad". Así, no me extraña que el salmo sea de uso recurrente entre los miles de personas que podrían irse al paro de la noche a la mañana si los hechos venideros revientan la analgésica consigna enlatada por los teólogos de la Moncloa.

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