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Anatomía de la cruzada de Sánchez contra el fango
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Antonio Casado

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Anatomía de la cruzada de Sánchez contra el fango

Hasta las losetas de la Moncloa saben que la razón fundacional del "plan en defensa de la democracia" hay que buscarla en un televisado ataque de contrariedad del presidente

Foto: El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. (EFE/Javier Lizón)
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. (EFE/Javier Lizón)
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El presidente del Gobierno estrena la nueva temporada con una masiva cruzada contra el fango y la desinformación en defensa de la democracia. Manda huevos, que diría aquel. Un revoltijo de 31 medidas, desde ayer sobre la mesa de los líderes políticos y las redacciones de los medios de comunicación. En mi opinión, de muy incierto desenlace a su paso por el telar parlamentario, dada la marcha tambaleante del sindicato de costaleros de Sánchez y la heterogénea cesta de las reformas e iniciativas propuestas en el llamado “Plan de Acción por la Democracia”.

Jueces y periodistas en el punto de mira. Tan viejo como la tos: matar al mensajero. La sospecha creció ayer cuando, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Ernest Urtasun salió en defensa de los “verdaderos periodistas”. Miedo da esta gente si la rectitud de los periodistas va a decidirse en tal o cual ministerio a la vista de un “registro de medios” donde consten datos sobre la propiedad de los mismos, así como la inversión publicitaria institucional y privada que reciben.

Podemos acabar viendo cómo se alzan las barreras para atacar el Rey mientras se bajan para criticar la actividad profesional de la esposa del presidente del Gobierno ¿No creen que sería aberrante una barra libre para el enaltecimiento del terrorismo mientras se castiga el uso imprudente de los medios antidisturbios de las Fuerzas de Seguridad?

El paquete de medidas nace lastrado por un grave defecto de fábrica. El que mata su credibilidad en origen. No lo inspira una innegociable profesión de fe en la democracia. Ni la exigencia de aplicar el Reglamento Europeo sobre la Libertad de Medios, pensado para promover una información de calidad, y proteger a los periodistas y sus fuentes ante a las presiones del poder como derecho del ciudadano a formar criterio en base a una información libre, plural e independiente.

Podemos acabar viendo cómo se alzan barreras para atacar el Rey y se bajan para criticar la actividad profesional de la esposa del presidente

Pero no nos vayamos por las ramas. Hasta las losetas de la Moncloa saben que la razón fundacional de esta cruzada contra los enemigos de la democracia hay que buscarla en un televisado ataque de contrariedad del presidente por el atrevimiento del juez que, en el ejercicio de su fuero jurisdiccional, abrió procedimiento indagatorio contra su esposa (la del presidente, no la del juez) por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios.

No es opinión, sino reseña verbalizada por los colaboradores de Sánchez cuando aluden a una presunta conjura de jueces y periodistas para derribar al presidente. En eso consiste su más aireado estribillo de alerta sobre un asedio a la democracia que, naturalmente, el Gobierno no está dispuesto a permitir.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Javier Lizón)

De ahí esta aberrante gavilla de retoques que afectan a los límites de la libertad de expresión, el régimen electoral, la transparencia de los medios, el derecho al honor, que prevé reformas legales del Código Penal, los reglamentos de las Cámaras, la llamada ley mordaza, la ley de publicidad institucional, y un largo etcétera de tareas para los próximos tres años. Si se cumple el analgésico salmo de que “hay Gobierno para rato”, claro.

Sin embargo, ya puestos a regenerar la democracia, uno echa de menos alguna medida destinada a impedir la colonización partidista de las instituciones, el eclipse del control parlamentario al Ejecutivo, el organizado señalamiento de jueces y periodistas incómodos para el poder (ver piezas de Olmo y Marco en EC), el abuso del decreto-ley como medio de conseguir un poder legislativo “más propositivo y menos negativo” o, en fin, que la afinidad política se imponga al mérito y la capacidad para medrar en el vigente ecosistema del poder.

Pero esto es lo que hay.

El presidente del Gobierno estrena la nueva temporada con una masiva cruzada contra el fango y la desinformación en defensa de la democracia. Manda huevos, que diría aquel. Un revoltijo de 31 medidas, desde ayer sobre la mesa de los líderes políticos y las redacciones de los medios de comunicación. En mi opinión, de muy incierto desenlace a su paso por el telar parlamentario, dada la marcha tambaleante del sindicato de costaleros de Sánchez y la heterogénea cesta de las reformas e iniciativas propuestas en el llamado “Plan de Acción por la Democracia”.

Pedro Sánchez
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