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El silencio de Sánchez: "Blanco y en botella"
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Antonio Casado

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El silencio de Sánchez: "Blanco y en botella"

El caso Begoña dio lugar a la cruzada de Sánchez contra el fango y la desinformación. Pero es un insensato desafío a la máxima de Peter Drucker: "Cuando estás en el agujero lo mejor es dejar de cavar"

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Borja Sánchez-Trillo)
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Lo de “blanco y en botella” es el último mantra enlatado en la Moncloa para asimilar la conjura contra el presidente a cruce verbal de Sánchez con el juez Peinado. La ministra portavoz, Pilar Alegría, volvió a utilizarlo ayer tras la reunión del Gobierno. Más vuelo a la cruzada contra el fango y la desinformación, aunque otros lo vemos como un insensato desafío a la conocida máxima de Peter Drucker: “Cuando estás en el agujero lo mejor es dejar de cavar”.

Y aquí es donde al separatismo fiscal de Cataluña y la falta de PGE, que ayer acapararon la sesión de control al Gobierno en el Senado y hoy acapara la del Congreso, se suma la presunta corrupción de cercanías (Begoña, Koldo, el hermano David, Ábalos), que zumba en los oídos de Sánchez.

El presidente traslada a la opinión pública la arrogante pretensión de que él y su esposa merecen un trato de favor. Como si el principio de igualdad ante la ley no fuera con ellos. Y eso es hacer más profundo el agujero. El que empezó en el mes de abril, cuando amenazó a los españoles con un portazo por la apertura de un procedimiento judicial contra su esposa.

Desde entonces no deja de cavar. Quiso canjear la inmunidad de Begoña Gómez por la estabilidad del país, pero se vino abajo porque unos cientos de seguidores desconsolados se lo pidieron en la calle. Movilizó a su gente para acusar a Peinado de querer humillarle. Utilizó indebidamente, a mi juicio, a la Fiscalía y a la Abogacía del Estado en una causa personal. Y, en fin, al ser convocado como testigo, se negó a colaborar en la indagatoria de un juez que estaba haciendo su trabajo.

¿Por qué, si ni él ni su esposa tienen nada que ocultar en relación con el “tráfico de influencias en cadena que presupone la existencia de una autoridad sobre la que influir?

Lo explicaba muy bien ayer la excelente pieza de Beatriz Parera (Dos minutos repletos de claves). En su calidad de testigo Sánchez calló ante el juez por no perjudicar a su mujer en el procedimiento abierto por presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. El silencio, como síntoma de culpa. O de mala conciencia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con su mujer, Begoña Gómez. (EFE/Julio Muñoz)

El silencio le delata si realmente Begoña Gómez está libre de pecado. Si los mecenas se rendían a su talento emprendedor con vitola universitaria, si no tenía nada de lo que arrepentirse, nada de lo que pueda ser judicial o éticamente reprobable, Sánchez ha perdido la oportunidad de defender sin complejos la conducta de su esposa, al amparo del propio artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (hacer las manifestaciones que el testigo considere “oportuno”). Sin embargo, Sánchez invocó ese artículo solo en lo tocante a su derecho a guardar silencio.

El mantra “blanco y en botella”, repetido por los coros de la Moncloa y Ferraz, vive en la prosa argumental del juez Peinado tras su paso por la Moncloa. Sostiene que el silencio de un testigo también es “una fuente de inferencias”. Si lo es para el desarrollo del procedimiento, que ayer fue respaldado parcialmente por la Audiencia Provincial de Madrid (la que afecta a la apropiación indebida del software de la Universidad Complutense), también lo es para los analistas mediáticos y actores políticos a la hora de sacar conclusiones.

Eso nos permite inferir que Pedro Sánchez se resistió a defender lo indefendible respecto a la imparable ascensión social de su esposa desde el salto del marido a la Presidencia del Gobierno. De ahí el silencio ante el juez Peinado. Su declaración como testigo obligado a decir la verdad hubiera perjudicado a Begoña.

Ergo, blanco y en botella, ¿no les parece a ustedes?

Lo de “blanco y en botella” es el último mantra enlatado en la Moncloa para asimilar la conjura contra el presidente a cruce verbal de Sánchez con el juez Peinado. La ministra portavoz, Pilar Alegría, volvió a utilizarlo ayer tras la reunión del Gobierno. Más vuelo a la cruzada contra el fango y la desinformación, aunque otros lo vemos como un insensato desafío a la conocida máxima de Peter Drucker: “Cuando estás en el agujero lo mejor es dejar de cavar”.

Pedro Sánchez
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