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¿Por qué el Rey nunca respondió a Obrador?
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Antonio Casado

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¿Por qué el Rey nunca respondió a Obrador?

La reacción ante la carta fue el piadoso silencio: ¿qué decir a quien te reclama un pronunciamiento sobre el alma de los crustáceos? A palabras necias, oídos sordos

Foto: El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, junto a la carta que envió al rey Felipe VI. (EFE/Mario Guzmán)
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, junto a la carta que envió al rey Felipe VI. (EFE/Mario Guzmán)
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La política nacional está repoblada de fantasmas que cuentan su película de fantasmas desde el punto de vista del fantasma. Dos de ellos triunfaron en el menú informativo de la semana. Uno, de puertas adentro. Sostiene el tal Alvise que cobró 100.000 euros en negro para rearmarse contra el Estado depredador. La criatura ya está empapelada en la Fiscalía. Se le acabó la fiesta.

El otro, de puertas fuera y de mayor rango. Hablo del amortizado presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, como abajo firmante de una conminatoria carta dirigida hace seis años a Felipe VI. Reclamaba una disculpa pública por abusos cometidos hace más de quinientos años sobre la población indígena en tierras del Virreinato de la Nueva España.

Nunca hubo respuesta del Rey. O, por mejor decir, la respuesta fue la vergüenza ajena camuflada en ese piadoso silencio que solemos dedicar a los idiotas: ¿qué decir a quien te reclama un pronunciamiento sobre el alma de los crustáceos? Pues, nada. A palabras necias, oídos sordos e inexpresiva mirada, como la de las vacas mirando al tren. Con amago de sonrisa condescendiente que no está al alcance de una vaca.

Obrador interpretó el silencio de la Zarzuela, convalidado por el Gobierno de la Nación, como una muestra de "prepotencia" cuyo desquite ha consistido en vetar la presencia del Rey en la toma de posesión de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, contagiada por el relato de su antecesor. La reacción no podía ser otra: si no va el Rey no va nadie. Así que, en el acto del martes no habrá representación oficial del Reino de España. Y no confundir con la asistencia de algunos enviados especiales de la izquierda "plurinacional" y "descolonizadora".

En la toma de posesión de Sheinbaum no habrá representación oficial española, pero sí enviados especiales de la izquierda "descolonizadora"

El portazo español a la flamante presidenta de México destapa las contradicciones de nuestro Gobierno en política exterior. Por ejemplo, la réplica desigual por una ofensa mexicana al jefe del Estado respecto a una ofensa argentina a la esposa de Sánchez. Nos da para afear a Obrador y a su sucesora el sesgo populista del desplante al Rey y especular sobre conflictos diplomáticos —no parece que sea el caso— con un país donde viven unas 150.000 personas con doble nacionalidad y operan más de 6.500 empresas españolas.

El culebrón también da para sugerir una inmersión en la personalidad de López Obrador a través del libro El Rey del Cash, subtitulado: El saqueo oculto del presidente y su equipo cercano (Penguin Random House Grupo Editorial, 2022), dedicado, entre otras cosas, a la memoria de "los más de 120.000 muertos sin justicia en lo que va del sexenio", (cuando se publicó el libro al político de Tabasco todavía le faltaban dos años para agotar su mandato presidencial). La autora es una mujer, Elena Chávez, testigo privilegiado del ascenso de AMLO según las reglas del viejo régimen del PRI, cuya militancia documentada data de 1976.

Foto: El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. (EFE/Mario Guzmán) Opinión

El descendiente de españoles (Obrador) y la descendiente de lituanos (Sheinbaum) pasan por alto la impunidad (marca de la casa donde las narco-tramas se superponen a las estructuras estatales), en la masacre de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuyo décimo aniversario acaba de cumplirse y que el propio Obrador calificó de "crimen de Estado" mientras se comprometía a esclarecer lo ocurrido y detener a los culpables. Pero al cántabro y la lituana les parece insoportable la impunidad respecto a lo ocurrido hace más de quinientos años.

De ahí la carta a Felipe VI, exigiéndole que pidiera perdón por los abusos cometidos durante la conquista. Viene a ser como si los españoles reclamásemos al Estado italiano el oro que los romanos robaron de las Médulas (hoy territorio leonés) a los pueblos que habitaban en la península.

La política nacional está repoblada de fantasmas que cuentan su película de fantasmas desde el punto de vista del fantasma. Dos de ellos triunfaron en el menú informativo de la semana. Uno, de puertas adentro. Sostiene el tal Alvise que cobró 100.000 euros en negro para rearmarse contra el Estado depredador. La criatura ya está empapelada en la Fiscalía. Se le acabó la fiesta.

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