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Antonio Casado

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Alvise 24: el vuelo de la gallina

Lo suyo no era redimir del cabreo a sus votantes, sino pura picaresca. Ahora ya sabemos que la política era para Luis Pérez lo que la "tierra de jauja" para Guzmán de Alfarache

Foto: Alvise Pérez en Estrasburgo. (EFE/Teresa Suárez)
Alvise Pérez en Estrasburgo. (EFE/Teresa Suárez)
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De asesor de Toni Cantó a tosco difusor de bulos por las redes sociales, acabando en el Tribunal Supremo por tramposo. Las gallinas tienen alas, pero no vuelan. Así de efímero ha sido el fallido vuelo político de Luis Pérez Fernández (Sevilla,1990). El tal Alvise pronto engrosará el trastero de juguetes rotos, aunque un día brillaron gracias a lo que mi pensador de cabecera, Manuel Cruz, denominaría "gestualidad adanista" como único aval de regeneradores cantos de sirena (¿incluimos la cruzada sanchista "por la democracia"? Allá ustedes).

Buena noticia para quienes señalan la fragmentación de la derecha en tres partidos como un seguro de vida de la izquierda en el poder. Lógico, pues sobre los caladeros electorales del PP y Vox se produjo el salto al Parlamento Europeo de Pérez y dos compañeros más de la lista "Se acabó la Fiesta".

Tan buena noticia, digo, salvando las distancias, como en su día pudo ser para el PSOE de Sánchez el revolcón sufrido por Iglesias Turrión en 2021 (autonómicas de Madrid), cinco años después de haber deslumbrado a la ciudadanía desalentada con su cruzada contra "la casta" desde la izquierda de la izquierda.

El vuelo de Alvise va a ser mucho más corto. Le han pillado y ni las "ardillas" se están tragando su falaz y exculpatorio discurso (honorarios "por servicios prestados", dice el tipo). Atrás quedan sus momentos de gloria (véase su inesperada cosecha de 800.753 votos en las urnas europeas del pasado 9 de junio), después de deslumbrar a través de las redes sociales, a parte del electorado furioso a la derecha de la derecha.

El vuelo de Alvise va a ser corto. Ni las "ardillas" se tragan su exculpatorio discurso ("honorarios por servicios prestados", dice el tipo)

Lo suyo no era redimir del cabreo a sus votantes. Ahora ya sabemos que la política era para Alvise lo que la "tierra de jauja" para el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán. La especie ha mejorado el perfil social del pícaro en el primer cuarto del siglo XXI, pero la RAE mantiene el significado original: pillo, listo, desvergonzado, atrevido, de mal vivir y baja condición moral, O sea, carente de honradez, rectitud y vergüenza.

A saber: financiar una campaña electoral en dinero negro (100.000 euros fuera de control en el Tribunal de Cuentas), siempre y cuando sirva para defenderse del "terrorismo fiscal del Estado". Por ahí se le ha visto el truco a la criatura. Lo hemos sabido por su bien documentada relación con los bajos fondos del capitalismo financiero y sus estafas piramidales, dinero negro, billeteras digitales, sociedades instrumentales, paraísos fiscales, criptomonedas, etc., a través de su amigo, Álvaro Romillo, ese señor que prometía duros a peseta (perdón por la analogía a los menores de 25) e impartía clases en línea orientadas a la formación de delincuentes fiscales.

Y de los bajos fondos del capitalismo a los de la política, envuelto en el manto de la legalidad para medrar a base de mentiras y acabar cayendo por una extorsión de ida y vuelta. Queda dicho que lo del eurodiputado Alvise no supone la más reciente expresión del populismo adscrito a la ultraderecha. Es pura picaresca. Más cerca del buscón Don Pablos de Quevedo que del adanismo de la llamada "nueva política".

Lo del eurodiputado Alvise no supone la más reciente expresión del populismo adscrito a la ultraderecha. Es pura picaresca

Casi mejor así, so pena de acabar emparentado con Iglesias Turrión. Posicionados uno y otro en las antípodas ideológicas, ambos se la tenían jurada a la mafia política y mediática del Estado ("casta" en el discurso de Iglesias). Los dos hicieron méritos para encaminarse con paso seguro hacia el trastero de la política nacional, donde ya encontraron la postura Rosa Díez y Albert Rivera, aunque por distintas razones.

De asesor de Toni Cantó a tosco difusor de bulos por las redes sociales, acabando en el Tribunal Supremo por tramposo. Las gallinas tienen alas, pero no vuelan. Así de efímero ha sido el fallido vuelo político de Luis Pérez Fernández (Sevilla,1990). El tal Alvise pronto engrosará el trastero de juguetes rotos, aunque un día brillaron gracias a lo que mi pensador de cabecera, Manuel Cruz, denominaría "gestualidad adanista" como único aval de regeneradores cantos de sirena (¿incluimos la cruzada sanchista "por la democracia"? Allá ustedes).

Alvise Pérez
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